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Ucrania inicia este martes las reuniones con representantes de EE UU para alcanzar la paz en Rusia. Pero no lo hará sin antes realizar lo ... que parece una demostración de fuerza. Según ha informado el Ministerio de Defensa ruso en su canal de Telegram, esta pasada noche sus sistemas antiaéreos han derribado 340 drones sobre al menos 10 regiones del país. Pese a todo, las mismas fuentes aseguran que algunos de los aparatos no tripulados han impactado contra edificios residenciales y aparcamientos, causando al menos un muerto y una decena de heridos. Los ataques han provocado, además, algunos incendios y han obligado a cerrar aeropuertos.
Todos los actores implicados de alguna manera en la guerra de Ucrania afirman desear la paz. Divergen, eso sí, en el camino que consideran más adecuado para llegar a esa meta. Kiev tiene claro que no puede ser a costa de menoscabar su soberanía y de ceder el territorio ocupado por Rusia en tres años de sangrienta contienda, y exige lógicas garantías de seguridad. Desafortunadamente, los ucranianos están debilitados y tienen dificultad para contener el avance de las tropas rusas, que también están cosechando éxitos en la región de Kursk, ocupada por Ucrania y pieza clave para futuras negociaciones.
Moscú, por otro lado, afirma que no está dispuesta a retroceder un solo centímetro, porque las zonas que ha invadido son parte del país según su Constitución -modificada precisamente para anexionarlas-, y tampoco aprueba el envío de tropas de paz europeas a Ucrania, algo que Vladímir Putin consideraría «un acto de guerra». El Kremlin se ve ahora en una posición de fuerza en el teatro de operaciones y, por lo tanto, con menos alicientes para negociar.
En medio de estas dos posturas aparentemente irreconciliables se encuentran Estados Unidos, la Unión Europea y China. Las dos últimas abogan por preservar la soberanía ucraniana y lanzan propuestas que difieren en detalles y en el apoyo que están dispuestas a dar. Sin embargo, con Donald Trump en la presidencia, la superpotencia americana ha protagonizado un giro de 180 grados en su política hacia el país que preside Volodímir Zelenski y presiona suspendiendo tanto su ayuda militar como la información de inteligencia para que firme una tregua y le ceda recursos naturales como pago por la asistencia prestada y porque Trump considera que, «si las empresas americanas están presentes allí, nadie osará atacar a Ucrania».
Ese trato se iba a firmar el pasado día 28 en Washington y el escenario para ello ya estaba preparado. Sin embargo, todo se desmoronó tras la bochornosa reunión que protagonizaron Trump y Zelenski en la Casa Blanca. Después de la airada discusión que le ha valido multitud de reproches al presidente estadounidense y ha impulsado la popularidad doméstica del ucraniano, las relaciones entre ambos países parecían quebradas. Trump ni siquiera tuvo reparo en asegurar que «es más fácil hablar de paz con Rusia que con Ucrania».
En esta complicada coyuntura, este martes delegaciones compuestas por diplomáticos y militares de primer nivel de ambos países tratarán de reconducir la relación y buscar la paz en Arabia Saudí, un país que es considerado neutral y que trata de ganar influencia en el tablero geopolítico global. Todo apunta a que los representantes ucranianos ofrecerán una tregua parcial a los estadounidenses.
Según avanza la agencia AFP tras hablar con un alto funcionario que pidió mantenerse en el anonimato, Kiev está dispuesta a aceptar un alto el fuego tanto en el aire como en el mar, «porque estas son las opciones fáciles de implementar y supervisar». Eso supondría, como ya había planteado en Londres el presidente francés, Emmanuel Macron, el cese de hostilidades con aviación, misiles de largo alcance y drones de gran tamaño, así como con buques de guerra y drones navales en el Mar Negro. A cambio, los ucranianos esperan que Estados Unidos reanude el suministro de armamento militar y de información de inteligencia, retirado por el presidente Donald Trump com medida de presión contra el paín invadido por Rusia.
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No obstante, la guerra en tierra firme continuaría su curso y, según la revista británica The Economist, Kiev probablemente advierta de que no aceptará ningún acuerdo que limite su capacidad para rearmarse o que interfiera en la política interna ucraniana, algo que muchos temen desde que Trump reiteró que Zelenski, a quien había llamado «dictador sin elecciones», «no durará mucho tiempo» en el cargo. En un viaje a bordo de Air Force One, sin embargo, el mandatario se mostró más optimista y aseguró que esta semana «se verán muchos avances».
Antes de pisar suelo saudí, el jefe de la diplomacia estadounidense, Marco Rubio, también declaró a los periodistas que le acompañan que la propuesta ucraniana es prometedora: «No digo que sea suficiente, pero es el tipo de concesión que se necesita para poner fin al conflicto». Por su parte, el emisario estadounidense para Oriente Medio, Steve Witkoff, señaló que en el encuentro se debería «definir un marco para un acuerdo de paz y un alto al fuego inicial» entre Rusia y Ucrania.
En caso de que esa tregua inicial se complete satisfactoriamente, el propio presidente ucraniano afirmó en X que en una segunda fase se podría proceder al intercambio de prisioneros. Zelenski también incide con vehemencia en el retorno de unos 20.000 niños robados que Rusia ha rebautizado y ha asignado en su territorio a otras tantas familias. De momento, Putin asegura que está dispuesto a negociar esa tregua, pero quiere detallar al milímetro las condiciones y rechaza por completo que la OTAN ponga sus botas en el campo de batalla.
No obstante, es evidente que la reunión en Yeda parece también dirigida a la reconstrucción de las relaciones bilaterales entre Ucrania y Estados Unidos. Porque la falta de información de Inteligencia ha cegado parcialmente a las tropas ucranianas en el frente y ha facilitado que Rusia vuelva a atacar con mayor porcentaje de éxito importantes infraestructuras energéticas. Precisamente, esos grandes ataques provocaron el enfado de Trump que, la semana pasada, también amenazó a Putin con imponer nuevas sanciones a su régimen.
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