Rusia deplora el bloqueo europeo a su vacuna

Las interminables verificaciones de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) sobre la posible autorización de la vacuna rusa en el Viejo Continente, las declaraciones del primer ministro italiano, Mario Draghi, convencido de que la Sputnik V nunca recibirá el visto bueno de Bruselas, y el fracaso del medicamento en Eslovaquia exasperan a las autoridades rusas. Observan en todo ello «una politización injusta» de algo que debería quedar solamente en el ámbito sanitario.

El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, dijo la semana pasada que la Sputnik V recibirá la homologación europea si se deja de lado toda motivación política. Según sus palabras, «está claro que puede haber diferentes posiciones, está claro que hasta ahora la EMA no ha reconocido nuestra vacuna (...) pero estamos convencidos de que, si eliminamos los prejuicios, ya sean políticos, de naturaleza artificial o monopolísticos, la Sputnik V terminará siendo reconocida«.

Rusia fue el primer país en registrar una vacuna contra la covid-19. Lo anunció solemnemente el presidente Vladímir Putin en agosto del año pasado. El máximo dirigente ruso considera que la Sputnik V «es la mejor vacuna del mundo». Más tarde, la revista británica The Lancet certificaba, basándose en las pruebas clínicas, que el inoculador ruso es «seguro y eficaz». Peskov ha subrayado ahora que su «éxito» en Argentina «avala su excelente reputación».

Pero el último de toda una serie en pronunciarse en contra de la Sputnik V ha sido Clément Beaune, secretario de Estado de Asuntos Europeos del Ministerio de Exteriores francés. En una entrevista televisiva, Beaune llamó a que Europa evite las vacunas producidas en Rusia y China mientras no hayan sido reconocidas por la EMA.

Sus palabras fueron las que motivaron la indignación de Peskov, pero también de otros muchos altos dirigentes rusos, entre ellos el presidente de la Duma (Cámara Baja del Parlamento ruso), Viacheslvav Volodin, quién ha señalado que Beaune «traiciona los verdaderos valores de la política en Francia con su posición irresponsable y miope (...) para él la protección de la salud no es lo principal, sino las motivaciones de naturaleza política y económica».

El fármaco ruso para prevenir la infección por Covid-19 más conocido y extendido es la Sputnik V, pero el país eslavo produce otras tres vacunas más, la Sputnik Light, la EpiVakKorona y la KoviVak. Las advertencias de Beaune iba dirigidas a los dos países de la UE que han adquirido la Sputnik V sin esperar a que la EMA lo autorice, Eslovaquia y Hungría.

En Eslovaquia, sin embargo, las cosas no han ido bien para la vacuna rusa. La idea de adquirir el medicamento ruso partió en exclusiva del primer ministro eslovaco, Igor Matovic, decisión que le costó el cargo. Tuvo que dimitir en marzo y ceder el puesto a Eduard Heger, ministro de Finanzas, cartera que ocupó después él mismo. Matovic negoció en secreto con Rusia la compra de dos millones de dosis del medicamento, que al final quedó en 200.000, y ni siquiera puso al corriente a sus socios de coalición.

Pero todo se torció cuando la demanda de Sputnik V por parte de la población eslovaca resultó ser mínima. Las 200.000 dosis compradas a Rusia en marzo eran para vacunar a 100.000 personas. Sin embargo, se apuntaron para recibirla tan sólo 10.000. Influyó el escepticismo de la propia población rusa hacia su vacuna y el hecho de que el regulador local de los medicamentos, SÚKL, desautorizó el uso de la vacuna rusa. Su responsable, Irena Storová, aseguró en abril que los lotes de la Sputnik V que se utilizan en las pruebas y los estudios de los ensayos clínicos publicados en la revista The Lancet «no tienen las mismas características y propiedades que los lotes de la vacuna importada por Eslovaquia». Storová argumentó además que no disponía de los datos necesarios para efectuar una evaluación adecuada del fármaco ruso. Desde Moscú se dijo que la escasa demanda de la Sputnik V en Eslovaquia fue resultado de la crisis política, que propició una visión «viciada» de esta, y de que solamente ocho de los 156 centros de vacunación del país ofrecían la vacuna rusa. Al final, Eslovaquia restituyó a Rusia 160.000 dosis del fármaco, que las compró de vuelta por el mismo precio de venta.

La EMA, según subraya el Gobierno de Rusia, lleva estudiando la vacuna rusa desde marzo. A partir de abril, expertos de la agencia europea visitaron Rusia en sucesivos viajes para efectuar las comprobaciones. En Centro Nacional de Epidemiología y Microbiología Gamaleya de Moscú, los creadores de la Sputnik V afirman que el proceso de homologación «requiere un trabajo arduo», pero declinan dar su opinión sobre tanta tardanza cuando la aprobación de otras vacunas, por ejemplo de Estados Unidos, se ha llevado a cabo en un plazo mucho menor. En la UE están ya homologadas la Pfizer, Moderna, AstraZeneca и Johnson & Johnson.

El embajador de la Unión Europea en Moscú, Markus Ederer, sugirió la semana pasada en una rueda de prensa que tal vez la EMA se dé más prisa en reconocerla Sputnik V, si Rusia adopta la misma medida en relación con vacunas elaboradas en Europa y EE UU. Ederer, no obstante, negó que la EMA actúe con criterios políticos y llamó a que Moscú y Bruselas cooperen en la homologación mutua de los certificados digitales de vacunación para poder viajar.

El jefe de la Diplomacia europea, Josep Borrell, acusó a Moscú en diciembre de estar llevando a cabo una campaña de descredito de las vacunas europeas y estadounidenses con información «tergiversada» en aquellos países en donde Rusia compite tratando de vender su propio medicamento. La portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova, respondió diciendo que es Borrell quien «difunde información falsa (...) atizando así la guerra de las vacunas».