Mohammad Javad Zarif, el alfil sacrificado

La sinceridad del dirigente, de 65 años, resulta sorprendente. Ha reconocido que el presidente del Tribunal Supremo le conminó a renunciar tras padecer seis meses de insultos, amenazas y acoso contra él y su familia. La caída ha generado especulaciones sobre el talante del Masoud Pezeshkian, jefe del Ejecutivo al que se le presumía un espíritu reformista, pero que, tras este giro de guión, lo que demuestra es una voluntad pragmática que incluye concesiones a los conservadores. Posiblemente, la cabeza de Javad ha sido el precio a pagar para mantenerse a flote.

El perfil del político caído en desgracia resulta singular dentro del 'establishment' persa. Aunque proviene del gremio de los grandes comerciantes y de una familia muy religiosa, su formación no se inició en el ámbito religioso, sino que, sorprendentemente, tuvo lugar en Estados Unidos. El joven iraní estudió relaciones internacionales en universidades de San Francisco y Denver y ha vivido muchos años en el país.

Ese conocimiento de la cultura norteamericana le propulsó dentro de la Administración. La condición de privilegiado interlocutor impulsó su carrera pese a carecer de currículum diplomático. Con 22 años ya se incorporó a grupos de trabajo en el extranjero. Además de ser el representante del país en Naciones Unidas entre 2002 y 2007, al principio de su carrera protagonizó varias intervenciones en foros internacionales de alto nivel. Asimismo, participó en negociaciones cruciales como las que llevaron a la liberación de norteamericanos secuestrados en Líbano o las encaminadas a resolver contenciosos pendientes con Washington. Además, impartió clases de derecho internacional en la facultad de la capital.

La política iraní suele alternar mandatos reaccionarios y otros moderados, incentivados por esperanzas de cambio, generalmente frustradas. Javad fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores con el ascenso de Hassan Rouhani, sucesor del ultraconservador Mahmoud Ahmadinejad, el hombre que negaba el Holocausto y la existencia de homosexuales en su país. El optimismo provocado por su elección, se sustentaba en su ya larga experiencia en conversaciones con los americanos que incluían contactos personales con políticos de relieve.

El cénit de ese acercamiento fue la reunión en 2013 con el Secretario de Estado John Kerry. Dos años después, se firmaba el Plan de Acción Conjunto, por el que Teherán se comprometía a congelar su plan de desarrollo nuclear a cambio de la reducción de las sanciones económicas impuestas contra el régimen. La primera llegada de Trump a la Casa Blanca congeló las expectativas depositadas en el documento.

La estrategia de Javad, en cualquier caso, exigía el compromiso por las limitaciones consustanciales al gobierno iraní. La acción de la clase dirigente está mediatizada por la guía del Líder Supremo, Ali Jamenei, jefe de Estado y comandante en jefe del Ejército y del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, responsable de la seguridad interna. La capacidad de maniobra es muy limitada y siempre se halla supervisada por los garantes del status quo. No cabe el conflicto de competencias porque predomina el juicio del ayatolá. Al parecer, los mayores conflictos del canciller se producían con Qasem Soleimani, comandante de la Fuerza Quds, las tropas iraníes en el exterior, asesinado en 2020 por Estados Unidos. Esas divergencias quedaron manifiestas en una conversación grabada en la que se quejaba del rol de los militares en la política.

La personalidad de Javad ha generado gran apoyo popular y es que la independencia que manifiesta ha seducido a una ciudadanía acostumbrada al seguimiento de férreas normas. La postura desafiante en el diálogo con Occidente atrajo a los nacionalistas y la oposición al seguidismo también a los más críticos con el régimen. El hecho de que haya dimitido varias veces favorece su halo de político rebelde.

El alineamiento con Pezeshkian auguraba un nuevo protagonismo para nuestro protagonista. Tras la victoria del reformista en las elecciones de junio pasado, el exministro recibió el encargo de formar los comités que distribuyen las carteras y sobre el recayó una de las vicepresidencias. Pero pronto llegaron los disensos. El nuevo líder no aceptó su pretensión de abrir el gobierno a las mujeres, jóvenes y minorías, los más desfavorecidos en clave política.

Las tensiones en el último año han aumentado ante la crisis económica que sufre Irán, consecuencia de un grave déficit energético. El ministro de Finanzas fue destituido por el Parlamento la víspera del anuncio de dimisión del vicepresidente, una prueba del clima de confrontación en el que se halla el país. También se ha especulado con las críticas por su elección alegando que es ilegal que sus hijos tengan nacionalidad estadounidense. Pero la razón real parece remitir a esa permanente partida de ajedrez que juegan las facciones políticas. La última pieza sacrificada es Javad.