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Miguel Pérez
Miércoles, 19 de marzo 2025, 11:04
Rusia y Ucrania han intercambiado 350 prisioneros de guerra (175 por cada parte) como parte del pacto alcanzado durante la conversación telefónica mantenida el martes ... entre el presidente Vladimir Putin y su homólogo estadounidense, Donald Trump, sobre un posible acuerdo de paz. El canje fue presentado durante esta charla como una iniciativa del jefe del Kremlin para mostrar su predisposición al acuerdo aunque en realidad todo el proceso se ha gestado durante días en una negociación con Emiratos Árabes Unidos en el papel de «mediador humanitario».
«Como resultado del proceso de negociaciones, 175 militares rusos fueron devueltos del territorio controlado por el régimen de Kiev. A cambio, como gesto de buena voluntad, fueron trasladados 175 prisioneros de guerra de las Fuerzas Armadas de Ucrania y 22 prisioneros de guerra gravemente heridos», ha informado Moscú en su declaración oficial.
El ejército ruso ha precisado que todos sus soldados liberados han sido trasladados a centros médicos y hospitales de campaña en Bielorrusa, donde será sometidos a exámenes clínicos y psicológicos. Posteriormente serán llevados a Rusia.
Desde el lado ucraniano, el presidente, Volodimir Zelenski, ha confirmado el retorno de sus soldados y ha celebrado que Ucrania «recupere a su gente». Entre los militares heridos, algunos se encuentran en estado grave y todos precisan asistencia psicológica, según ha desvelado. «Este es uno de los intercambios de prisioneros de guerra más grandes. Regresan a casa nuestros soldados, sargentos y oficiales, guerreros que lucharon por la libertad en las filas de las Fuerzas Armadas, la Marina, la Guardia Nacional, las Fuerzas de Defensa Territorial y la Guardia Fronteriza», ha dicho el presidente en sus redes sociales.
Los militares fueron capturados por las tropas rusas en algunos de los campos de batalla más sangrientos de la guerra, como Jersón, Járkov y Zaporiyia. Otros cayeron durante la defensa de Azovstal, cuando las brigadas enemigas les instaron a entregarse para salvar sus vidas cuando habían rodeado con tanques la acería donde se refugiaban, en uno de los enfrentamientos más épicos de toda la invasión.
Mientras el alto el fuego parcial se ha cumplido en el caso del intercambio de prisioneros, la supervivencia del pacto parece más frágil en el caso de la protección de las instalaciones energéticas.
Los ucranianos han vivido la primera noche de tregua parcial con Rusia de la misma manera que lo han hecho en los últimos tres años. Bajo el zumbido y las explosiones de los proyectiles. Moscú ha disparado seis misiles y 145 drones contra su país vecino. Kiev ha denunciado que dos infraestructuras energéticas han sido alcanzadas, pese a que la protección de estas instalaciones es la base del acuerdo al que este martes llegaron los presidentes de EE UU y Rusia, Donald Trump y Vladimir Putin, respectivamente.
Una de las instalaciones resultó dañada pocas horas después de la conversación entre los dos líderes. La segunda ha sido alcanzada este miércoles por la mañana en la región de Dnipropetrovsk y ha dejado sin abastecimiento a gran parte de la red ferroviaria. Los ferrocarriles son de suma importancia para los ucranianos en estos tiempos de guerra y, por fortuna, la Administración regional asegura que su funcionaiento se ha podido mantener activo.
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Por su parte, Moscú ha rechazado cualquier pretensión de saltarse los acuerdos e incluso fuentes del Ministerio de Defensa han señalado que, después de recibir la orden directa del presidente de suspender los ataques de esta naturaleza, el ejército hizo caer cuatro drones artillados que en ese momento volaban hacia complejos eléctricos ucranianos.
El Kremlin, en cambio, ha acusado a Kiev de buscar el «descarrilamiento» del acuerdo. Culpa a sus tropas de provocar una ruptura deliberada del alto el fuego energético tras haber bombardeado con drones un depósito de petróleo en la región sureña de Krasnodar durante la noche. El Ministerio de Defensa ha informado que fue necesario enviar a doscientos bomberos para sofocar las llamas en el complejo, que se utiliza para transferir petróleo desde vagones cisterna al oleoducto del Caspio.
Los habitantes de Kiev han pasado también una noche de terror tras la llegada de 45 aviones no tripulados que han destruido una treintena de casas y causado dos heridos. En Sumy, los ataques han alcanzado un hospital y 127 pacientes han debido ser evacuados. Las autoridades han notificado la muerte de una persona. Y mientras, en Kursk, la sangre corre como ríos.
El presidente ucraniano, de visita oficial en Helsinki, ha denunciado los bombardeos de esta madrugada después de que Putin dijera «supuestamente que había dado la orden de detener los ataques contra objetivos energéticos. Las palabras de Putin son muy diferentes de la realidad», ha sostenido antes de reclamar a la comunidad internacional «defensa, apoyo y presión sobre Rusia».
La jefa de la diplomacia de la UE, Kaja Kallas, ha declarado por su parte que «no se puede confiar» en el Kremlin y ha restado importancia a la llamada entre Trump y Putin del día anterior. Considera los compromisos rusos como un intento para que Ucrania, Europa y Occidente en su conjunto «bajen la guardia» ante la invasión.
El jefe del Kremlin no está dispuesto a «hacer ningún tipo de concesiones» y entre sus objetivos figura dividir a Estados Unidos y Europa. «No le demos eso», ha pedido la alta representante que, sin embargo, ha preferido orillar el hecho de que la UE no ha sido invitada a participar en las negociaciones del alto el fuego. Según Kallas, esto obedece a que todavía no existe una «mesa de negociación formal». Garantiza que no existe «brecha» alguna entre Bruselas y Washington, pese a que el alejamiento de la Casa Blanca ha movilizado a los Veintisiete a afrontar una gran operación de rearme europeo ante la previsible menor cobertura estadounidense.
Otros líderes de Viejo Continente también se han mostrado renuentes frente al último contacto entre Trump y Putin. El primer ministro británico, Keir Starmer, y el presidente francés, Emmanuel Macron, mantienen inamovible su postura de mantener la ayuda a Ucrania, seguir surtiendo a sus tropas de arsenales y preparar una fuerza de paz para el día después de que callen las armas. El ministro de Defensa alemán, Boris Pistoruis, ha irrumpido también en este debate y manifestado que los ataques de esta última madrugada apuntalan que el acuerdo de EE UU y Rusia sobre una tregua parcial «no cuenta nada». «Los ataques contra infraestructuras civiles en la primera noche después de esta supuestamente crucial y gran llamada telefónica no han disminuido», ha señalado en la cadena ZDF.
El alto el fuego parcial tampoco se percibe en Kursk ni en las últimas declaraciones de Putin, que amenaza con redoblar los ataques en el interior de Ucrania si no se produce un reconocimiento formal de Crimea y las regiones anexionadas del Donbás como propias de Rusia. El jefe del Kremlin se aprovecha de la brecha que sus tropas abrieron el lunes en el frente de Zaporiyia y de la ofensiva que realizan contra los ucranianos en Kursk. La presión podría facilitar la entrada del ejército invasor en el sur y este de Ucrania.
Después de abandonar precipitadamente Sudzha, su último gran bastión de vanguardia en la región rusa, las fuerzas ucranianas tratan denonadamente de formar una robusta línea de defensa que les permita defender los últimos terrenos conquistados en Kursk antes de replegarse totalmente hasta la frontera. El ejército ha anunciado que se libran «intensos combates» mientras los rusos mantienen una «ventaja significativa» en tropas de infantería y unidades de drones. No hay tregua en este frente. El Kremlin bombardea sistemáticamente con artillería y cazabombarderos las posiciones ucranianas, cuyo Estado Mayor afirma que se prepara para una ofensiva simultánea del ejército ruso en toda la línea con carácter inminente.
Lejos de allí, la sangre no salpica. Donald Trump fue entrevistado esta noche pasada en Fox News, y allí insistió en su optimismo sobre la marcha de las negociaciones con Moscú aunque se mostró sorprendentemente cauto. «Acordamos un alto al fuego inmediato respecto a toda la energía y la infraestructura, con el entendimiento de que trabajaremos con celeridad para lograr un alto al fuego completo y, en última instancia, el fin de esta horrible guerra entre Rusia y Ucrania», declaró el inquilino de la Casa Blanca, con semblante serio y tono escasamente triunfalista.
El líder republicano anunció que el proceso hacia un alto el fuego definitivo «está ahora plenamente vigente» y, «con suerte, por el bien de la humanidad, lograremos el objetivo». No obstante, destacó que las negociaciones son muy complejas, con Rusia y Ucrania «apuntándose uno a otro con numerosas armas» en un conflicto que ha bordeado la tercera guerra mundial, en su opinión.
Trump rebatió, en una entrevista con la periodista de la misma cadena Laura Ingraham, la crítica de que la Casa Blanca quizá se muestra complaciente en exceso con Putin. A su juicio, presionar en mayor medida al presidente ruso durante su conversación telefónica «habría sido difícil» porque «Rusia tiene la ventaja» en este momento en el campo de batalla.
Los asesores de la Casa Blanca también parecen haber aconsejado a Trump que no se muestre demasiado ansioso con su par ruso para evitar proporcionarle una posición de privilegio en las conversaciones. Algunos informes llegados a Washington sugieren que en Moscú existe cierto convencimiento de que el líder estadounidense está «muy motivado» y busca un acuerdo rápido para presentarse como hombre de paz ante sus ciudadanos y el escenario internacional, lo que le conduciría a no prestar atención «a los detalles».
El siguiente paso material hacia la normalización tendrá lugar este próximo fin de semana en Arabia Saudí. Las conversaciones sobre una tregua definitiva continuarán oficialmente el domingo, 23 de marzo, entre las delegaciones estadounidense y rusa. El enviado especial del presidente, Steve Witkoff, confirmó que estará ese día en Yeda junto con el secretario de Estado, Marco Rubio, y el consejero de Seguridad Nacional, Mike Waltz, los tres pesos pesados de la Administración que lideran las negociaciones por el lado norteamericano.
Witkoff ha declarado en Bloomberg este miércoles que en «cuestión de semanas», probablemente «dos», resultará factible alcanzar un «alto el fuego total» si no surgen tropiezos en las conversaciones. Trump y Putin «acordaron un camino hacia ciertos términos de un alto el fuego» en su conversación del martes, como ha sido la tregua energética, y se dirigen hacia«un alto el fuego total, que se discutirá en los próximos días». «Ahora les toca a los grupos técnicos poner los puntos sobre las íes, y todos están interesados en este proceso», aseguró.
Desde Rusia, la valoración de la conversación entre su presidente y Donald Trump se presenta cargada de claroscuros. «El diálogo más importante del mundo moderno» se prolongó dos horas y veintiocho minutos, lo que para algunos analistas revela el deseo de los dos gobernantes de abordar seriamente la paz en Ucrania y, según otros, la existencia de un elevado número de problemas globales que es necesario limar.
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