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Hay un sello que todos los ucranianos conocen. En él aparece uno de sus soldados mostrando el dedo corazón a la joya de la corona ... de la Marina rusa, el Moscvá. Abajo se lee 'barco ruso, vete a la mierda', la frase que le dedicaron al enemigo, por radio, unos militares ucranianos. Es un diseño que ha trascendido la filatelia para convertirse en un símbolo nacional. Y con razón, porque muchos le otorgan superpoderes: se emitió el 12 de abril de 2022 y el navío fue hundido dos días después.
«Después recibimos cientos de peticiones para diseñar un sello sobre la muerte de Putin, a ver si se materializaba. Incluso preparamos un dibujo que mostraba la mano de un soldado ucraniano en el hombro de Putin», cuenta Igor Smelyansky, director general del servicio postal nacional Ukrposhta. «Pero en dos meses el ánimo de la gente dio un vuelco y vimos que querían algo más ligero, más divertido, y votaron por el diseño 'buenas tardes, somos ucranianos' -en el que un tractor agrícola se lleva un tanque ruso a remolque-, que sigue siendo el sello más vendido de todos con unos 8 millones de unidades».
Esas dos obras de arte, que ahora se imprimen en camisetas, banderas e incluso parches militares, abrieron una vía inesperada a la propaganda ucraniana. Ukrposhta incluso ha colaborado con Banksy para imprimir la obra en la que Putin es derribado con una llave de Judo. Algunos sellos se han imprimido a gran tamaño para ubicarlos en diferentes lugares del país, desde el centro de Kiev hasta ruinas en el Donbás. Son un lienzo filatélico que cuenta la guerra y refleja la esperanza y el horror de un país, el dolor y el orgullo de la población.
«Combinamos el patriotismo y la propaganda, pero siempre buscando la innovación», explica Smelyanski, que avanza la emisión de un sello sobre Mariúpol -una de las ciudades que vivieron las batallas más cruentas- con incustraciones de acero de Azovstal -la fábrica en la que resistieron cientos de soldados el asedio de los rusos-. No obstante, el director general de Ukrposhta solo ansía enviar un sello a imprenta: el de la victoria. Lógicamente, no tiene ni idea de qué elementos incluirá, ni si podrá diseñarlo algún día, pero sí que tiene claro que se elegirá por concurso popular. Y que sus vacaciones dependen de él, porque Smelyanski tiene un contrato muy peculiar. No es indefinido, pero tampoco se sabe cuándo acabará: «Está escrito que trabaje hasta el día de la victoria más 90 días más», comenta con una sonrisa en su despacho, decorado con una copia del sello del barco firmada por el presidente Zelenski.
Si en algún momento llega a ver la luz, ese esperado sello puede convertirse en un preciado objeto de coleccionista, similar, por ejemplo, al billete que en 2009 emitió Sri Lanka para conmemorar el fin de la guerra civil que asoló el país asiático durante muchos años. Y puede que Volodymyr Taran sea el encargado de crearlo, porque es uno de los colaboradores de Ukrposhta y de sus manos han salido, entre otros, el sello dedicado a la ciudad de Mikolaiv.
«Nosotros somos medio técnicos, medio artistas», resume Taran, que al principio de la guerra se vio paralizado por el miedo y una crisis creativa que no le permitía coger un lápiz. No en vano, recordó cómo su padre fue prisionero de los nazis en 1943. «Allí descubrió que Hitler era igual que Stalin», apostilla. Por eso, en sus sellos hay un elemento común, la bandera nacional ucraniana. «La pongo para certificar que el país continuará existiendo», justifica.
Y para eso también, Ukrposhta continúa trabajando mucho más allá de la filatelia, cumpliendo con su labor de correos. «Incluso en estas condiciones, somos la cuarta compañía postal más rápida del mundo. Hemos establecido 2.000 oficinas móviles para suplir las carencias de infraestructura, ya que incluso distribuimos medicamentos, y seguimos llevando el correo al frente», apunta Smelyanski con orgullo indisimulado.
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