Una santomerana en los altares

Santomera siempre recordará aquel 31 de mayo de 2014 cuando la Madre Esperanza, nacida en la pedanía de El Siscar, en 1893, bajo el nombre de María Josefa Alhama Valera, fue beatificada, paso previo a la canonización. El multitudinario acto celebrado en Collevalenza (Italia) contó con casi 15.000 peregrinos llegados de todo el mundo. El obispo Lorca Planes, junto a un nutrido grupo del Consejo de Vicarios de la Diócesis de Cartagena, encabezó la expedición murciana.

Fue el 24 de diciembre de 1930, la noche de Navidad, cuando fundó la Congregación de Esclavas del Amor Misericordioso, en un piso alquilado de Madrid. En 1936 se trasladó a Roma, donde ayudó y asistió a los heridos de la II Guerra Mundial. Y allí fundó la Congregación de los Hijos del Amor Misericordioso el 15 de agosto de 1951. Murió en Collevalenza el 8 de febrero de 1983, a los 89 años.

La obra de Madre Esperanza, de repercusión internacional, tuvo al principio escaso eco en su tierra natal. Hasta que el 22 de noviembre de 1981 recibió la visita de un peregrino muy particular: Juan Pablo II, que decidió acudir al santuario de Collevalenza para dar gracias al Amor Misericordioso.

El proceso de canonización de Madre Esperanza comenzó el 8 de febrero de 1988, y el 23 de abril de 2002, Juan Pablo II le otorgó el título de «venerable», tras reconocer sus «virtudes heroicas», primer paso hacia la santidad. El 5 de julio de 2013 el Papa Francisco aprobó el decreto para su beatificación, después de que la Iglesia le reconociera la curación milagrosa de un niño enfermo.

El proceso de canonización sigue su camino, a la espera de que se pueda confirmar un segundo milagro que la eleve a la santidad.