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Los Baños de Mula han estado históricamente relacionados con el relax y las propiedades curativas de sus aguas termales. A tan solo 6 kilómetros del casco urbano de Mula, muchas generaciones de murcianos y de visitantes han pasado por sus balnearios privados y públicos y sus casas de baños. Fue también un lugar de residencia veraniega de muchas familias, como relataba el periodista José García Martínez en un reportaje sobre las vacaciones de su infancia, en la posguerra.
Junto a uno de sus balnearios se halla el nacimiento de las aguas termales, que surgen a 39 grados, desde que en el último tercio del siglo XVII un terremoto hiciera que dejara de aflorar en la margen izquierda del río Mula y brotara a la derecha.
La moda del turismo de salud en los 'spa' de hoteles y de balnearios de España y otros países europeos hizo que algunos empresarios se interesaran por explotar algunos de los inmuebles históricos adaptando los servicios a las exigencias actuales de los tiempos que corren. Los vecinos se esfuerzan también por mantener el tirón turístico.
En 2017, las aguas termales de los Baños de Mula consiguieron la clasificación de minero-medicinal por la Dirección General de Energía y Actividad Industrial. Un lugar popularmente conocido en la Región y en otras provincias desde tiempos inmemoriales, pero que hasta ahora había avanzado lentamente en el camino de innovación turística, desaprovechando en cierta manera el valor de dicho recurso, ideal para la relajación general, además del tratamiento de todo tipo de enfermedades de los huesos y la piel. Todo un futuro por delante para el ocio rural, cuando la pandemia lo permita.
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