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Nieves Álvarez, Martina Klein, Judit Mascó, Verónica Blume y Laura Sánchez.
«Me encontré a Naomi Campbell sentada en un taburete. Solo llevaba unas bragas, ni siquiera la peluca»

«Me encontré a Naomi Campbell sentada en un taburete. Solo llevaba unas bragas, ni siquiera la peluca»

Puntadas con hilo ·

Judit Mascó, Nieves Álvarez, Laura Ponte, Verónica Blume, Martina Klein y Laura Sánchez se sinceran en el libro 'Supermodelos' sobre los años en los que triunfaron

Domingo, 23 de marzo 2025

Las modas cambian, pero las supermodelos permanecen. Fueron un fenómeno sin precedentes. Se crearon mitos, nombres propios que no necesitan de apellidos que acompañen para saber de quiénes se trata. No eran perchas que lucían ropa, eran el espectáculo en sí mismo. Se convirtieron en ídolos que adornaban las carpetas de adolescentes y las paredes de sus habitaciones en la década de los 90, pero también ocupaban titulares, portadas de revistas y marquesinas. Eran mujeres que tenían el estatus y la influencia de estrellas de rock. Estaba Madonna, pero también Naomi, Claudia, Linda o Cindy, a las que se sumaba el clan español, formado por Judit, Laura, Nieves o Martina.

Sin ir más lejos, Martina Klein tenía forradas las paredes de su habitación con Judt Mascó y Laura Sánchez, con 14 años, compró su primera revista Elle, en la que estaban en portada Laura Ponte, Vanessa Lorenzo, Verónica Blume y Nieves Álvarez. Sánchez recuerda que dijo: «Mira, mamá, hay una que se llama como yo', haciendo referencia a la Ponte, «que fue la modelo mejor pagada del año 96. Ella dice que es porque se pasaba el día en el avión y no paraba de currar», comenta Luis Sala (Mutxamel, Alicante, 2002), autor del libro 'Supermodelos' (Plaza & Janés), en el que desvela el lado humano de las leyendas patrias que dominaron la moda.

Relatos en primera persona, experiencias y reflexiones sobre aquellos años vibrantes y desafiantes en los que se convirtieron en auténticos referentes. «Hubo un tiempo en el que ser modelo no era como lo conocemos hoy en día. En los años 90 la gente se mataba por ir a desfiles de moda. Era la época en la que podías ver a Claudia Schiffer desfilar por la pasarela de Chanel y luego aparecer en un videoclip de Bon Jovi. La cultura pop y la moda se entrelazaban. Y ahí estaba yo, justo en el centro de aquel follón», relata Judit Mascó sobre una época en la que conquistó América desde la portada del número anual especial baño de la revista Sports Illustrated de 1990.

Y eso que «ni quería ser modelo ni quería dejar de serlo. Lo que me ocurrió a mí fue lo clásico que nos ha pasado a casi todas y que suena a película .Un instante. Un golpe de suerte». Mantenerse en la industria fue a base de mucho trabajo. «Siempre digo que he tenido la gran suerte de picar piedra y de empezar desde abajo», cuenta la catalana, algo en lo que coinciden todas. Recuerdan sus inicios con un mapa en las manos y los tacones en el bolso de casting en casting tras recibir por las noches un fax con las ubicaciones en las que tenían que presentarse en Nueva York, París, Londres o Milán.

Castings en los que coincidían con otras colegas de profesión como Claudia Schiffer, que cae muy bien, o Naomi, que no se hace querer. Verónica Blume compartió unos días en Uruguay con la diosa de ébano por una campaña de Guess. «Una mala hostia que se gastaba la tía», cuenta tras presenciar cómo lanzó un zapato de plataforma a un maquillador tras no quedar contenta. «Nunca me atrevía a mirarla, me daba miedo», narra antes de confesar que «una noche, «tenía sed y fui a la cocina. Y me encontré a Naomi de cara. Estaba sentada en un taburete. Solo llevaba unas bragas, ni la peluca. La cabeza al descubierto, un cráneo hermoso. Delgada como ella sola y fumando. Me fui sin beber agua, pero se me ha quedado esa imagen grabada en la memoria».

Blume «tenía buen rollo» con Kate Moss desde que una hora antes de un desfile, sin conocerse de nada, se acercó a ella y le pidió que la acompañase al McDonalds. Fueron al de Times Square y «se pidió la hamburguesa más grande y vació el paquete de patatas fritas en la bandeja y -cuenta- las devoró». A Elle Macpherson, Laura Sánchez la define como «una tiarrona increíble y con un cuerpo que te cagas». Con ella desfiló para Victorio & Lucchino, con la mala suerte de que la andaluza se cayó en la pasarela. «Ella me consoló y me sonó los mocos», revela a Sala con su característico desparpajo.

Y es que tener los pies en el suelo es algo que tienen en común las seis. «Hay gente que se le va la cabeza, o compañeras que de pronto pegan el pelotazo y ya te dicen que ellas no comparten portadas. Eso, con Verónica, Laura y las demás no lo he tenido. Hemos crecido con la sororidad entre nosotras, siempre apoyándonos y nunca poniéndonos la zancadilla. Somos y éramos compañeras», apostilla Nieves Álvarez antes de añadir: «No sé si somos supermodelos o supercurrantas».

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