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FRANCISCO APAOLAZA
Viernes, 16 de septiembre 2016, 12:47
Roberto Fecchio nació en una familia de clase media de Sao Paulo (Brasil) hace 35 años y pronto se dieron cuenta de que le gustaban los animales. «Mi casa estaba llena de mascotas». Recuerda que en el hogar familiar había perros, gatos, pájaros, conejos y reptiles. Todos los niños creen al menos una vez en su vida que se van a dedicar a curar animales, pero esa vocación suya fue un tanto más pronunciada que la de los otros chicos. Sus otros tres hermanos se hicieron ingeniero, financiero y técnico de informática, pero Roberto sería veterinario y terminaría por hacerle la endodoncia a un hipopótamo de tres toneladas con una boca en la que cabe una mesa camilla. Para abrir el canal de la encía y 'matar' el nervio de la criatura necesitó un taladro profesional. La suya es una de esas vidas en las que la aventura se convierte en rutina.
Bermudas, camiseta, zapatillas de deporte y un tatuaje en el brazo... Si lo viera alguien y se guiara por los estereotipos, diría que se trata de un chaval de camino a un festival de música. Nadie se imagina de primeras que está delante de uno de los veterinarios más audaces, uno de los pocos que hay en el mundo tratando a grandes animales, leones, tigres y jaguares incluidos.
«En la facultad nos insistían mucho en cómo trabajar con perros y gatos, pero me di cuenta de que el horizonte era mucho más amplio», cuenta a este periódico. Con el tiempo, se ha especializado en mejorar la dentadura de los grandes felinos para evitarles dolores de muelas, pero también para evitar otras complicaciones asociadas como los problemas de estómago, corazón e hígado. El asunto no es poca cosa. Un gran felino sin dientes es un animal condenado. En estado salvaje, a veces los rompen en peleas y en los propios lances de la caza, y en cautividad se dañan la boca por otros desórdenes nerviosos que los llevan a mascar de manera automática o a roer hierros y piedras del terreno en el que están confinados.
Los resultados de las operaciones son asombrosos. Hay un león en África al que Fecchio le implantó dos colmillos reconstruidos con metal, como aquel malvado 'Tiburón' de las películas de James Bond que cortaba con su propia dentadura los cables de un telesilla. Las técnicas de la faena del científico son muy parecidas a las que se utilizan con los humanos. Para las prótesis emplea metales que son más duraderos y las reconstrucciones de las piezas se hacen con cerámica. A las fieras no les importa que les estropeen la sonrisa. Lo importante para ellas es pelear, cazar y comer.
En el caso de los leones, toda la cabeza del dentista cabría dentro de la boca del animal, así que no tiene que pelearse con los pacientes para que abran las fauces y le enseñen la dentadura.
En realidad, el veterinario admite que existen menos problemas con las bestias que con los humanos, pues los primeros no se quejan. Como es natural, hasta para las operaciones más menores, sus 'clientes' deben estar solemnemente dormidos. A nadie se le ocurre meterle la mano en la boca a un leopardo sin anestesia. Pese a todo, ha tenido algunos sustos. En una ocasión, algo falló y un tigre le dio un manotazo involuntario. Fue como si el felino se hubiera dado la vuelta en la camilla, un movimiento reflejo que le partió varias costillas al brasileño. «Me dolió horrores».
A estas alturas de la noticia no cabe duda de que Fecchio es un tipo peculiar. Hace unos años, conoció a varios científicos de Sao Paulo, se hicieron amigos y montaron un grupo de voluntarios para hacer lo que más les gusta: mezclar la ciencia y la tecnología para ayudar a los animales. Se llaman 'Los Vengadores' en alusión a la película y la historieta de Marvel. Todos tienen nombres de superhéroes. A Fecchio le llaman 'Iron man', por su habilidad con los metales y también por su parecido con Tom Stark.
Superhéroes voluntarios
En 'Los Vengadores' hay veterinarios, cirujanos dentales y un diseñador 3D. Se han convertido en estrellas y van por ahí salvando a fauna herida usando la última tecnología a su alcance. Han hecho virguerías. Han impreso en 3D nuevos picos para tucanes, loros y gansos. A una tortuga desahuciada le reconstruyeron el caparazón que estaba partido. También a un guacamayo le modelaron, imprimieron e implantaron un pico metálico -el primero hecho con esta tecnología- que consiguieron fijar mediante implantes de hueso. Todos los miembros de 'Los Vengadores' trabajan como voluntarios. La afición por las mascotas del pequeño Roberto se le fue de las manos.
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