
Calippos o Dráculas
El picoteo de Sergio Gallego ·
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El picoteo de Sergio Gallego ·
Mi padre conducía su 124 con mi madre a su lado y sus cuatro hijos en el asiento trasero. «No me pegues la pierna que ... das calor», era la frase que más se oía entre mis hermanos. Es posible que yo, el pequeño de los cuatro, fuese acostado en la bandeja del maletero y que mi perro 'Boby', un pastor alemán con cruce de lobo (eso nos dijeron) rubio con una cresta negra en el lomo nos acompañara mordisqueando los sillones. Como es normal, no había aire acondicionado y la vuelta de algo más de una hora de Mazarrón a Alguazas se nos hacía eterna. Mi padre, con el fin de calmar a las fieras, siempre hacía un alto en el camino en la Venta Benito que nosotros recibíamos como agua de mayo. «Si os portáis bien, paro por unos Calippos».
Nosotros guardábamos silencio y nos pasábamos el resto del trayecto hasta la parada decidiendo entre si pedir un Calippo o un Drácula. Había división de opiniones y costaba decantarse por uno u otro. Tanto se repitió esta historia que durante muchos años los equipos que formábamos en casa para jugar al fútbol entre hermanos siempre fueron Dráculas contra Calippos.
Años más tarde, los helados se fueron derritiendo y las paradas técnicas las hacíamos para comprar una de las mejores salchichas que he comido nunca y uno de los panes más especiales de la Región. De esos apelmazados. Mi padre pasaba todos los años por la Venta para traer salchicha y pan a casa de la playa y la colgaba de una alcayata justo al entrar a la cocina para que fuésemos cortando a nuestro antojo. El embutido por si solo es maravilloso, pero cuando entra en la ecuación el pan es cuando el bocado se convierte en algo sublime.
Ahora paso yo con mi hija a comprar la salchicha y el pan de Benito cuando voy camino de Mazarrón. Siempre le doy un pellizco de salchicha -siempre de la gorda y poco curada- con un trozo de pan que vamos comiéndonos por el camino hasta llegar a casa. Yo le cuento esta historia cada vez que entramos en la venta. Ella va dándole mordiscos al embutido y al pan como quien se come cualquier cosa. Como si la salchicha y el pan fueran solo salchicha y pan. No sabe de la importancia que tiene en casa la Venta Benito y de lo que cuesta elegir entre Calippos o Dráculas.
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