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Es tan fácil como picar los ingredientes y luego aliñarlos, pero hasta en lo más fácil hay que tener un poco de gracia.
Con un cuchillo bien afilado cortamos los tomates (sin pelar y apoyados sobre la parte plana) en rodajas de un centímetro de grosor (mejor sin llegar hasta la tabla, así el tomate mantiene la forma y es más fácil seguir manipulándolo).
A continuación se hace lo mismo en el sentido transversal, obteniendo una cuadrícula, y por fin se tumban sobre un costado y se repite la operación sobre el eje, obteniendo muy fácilmente unos daditos, más o menos regulares, de un centímetro de lado.
Para los pepinos es mejor cortarlos primero en rodajas, y luego estas en cuadrículas. Deben lavarse muy bien, incluso restregándolos con un estropajo, porque no se deben pelar, ya que de esta forma no repiten.
La cebolla se debe picar en trocitos más pequeños, ya al separarse sus propias capas. Esto viene a suponer lo que el tercer corte en sí.
Para aliño, ya saben, un bol, aceite de oliva, sal, vinagre de Módena, y un chorrito de agua caliente. Se bate bien con un tenedor, o un agitador de varillas, y se rocía por encima de los ingredientes.
Dejo para lo último dos aromas de los que se puede prescindir, pero que recomiendo vivamente, al menos probar una vez, y es el vermut, sobre todo si no disponemos de vinagre de Módena, y la hierba buena fresca, porque ambos aportan unos perfumes realmente sugerentes y muy veraniegos, que son además los que dan ese carácter exótico a la ensalada.
3 tomates grandes, semimaduros1
pepino1 pimiento1 cebolla Aceite de oliva Vinagre
de Módena, o de vino, con un chorrito de vermut rojoMenta fresca
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