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Unas patatas cocinándose en una freidora con abudante aceite. Pixabay
Croquetas o patatas: ¿Por qué los fritos te sientan mal?

Croquetas o patatas: ¿Por qué los fritos te sientan mal?

Aunque hay muchos motivos, una experta en nutrición desvela la clave de por qué tu estómago odia estas recetas

Natalia Moreno

Viernes, 28 de junio 2024, 18:10

Algunas veces es inevitable caer en la tentación de comer algún alimento frito como croquetas, patatas, paparajotes y otros rebozados, por ejemplo. Sobre todo cuando se disfruta de salir fuera a algún restaurante que siempre tienen en su carta este tipo de recetas. Muchas personas disfrutan de ellas sin que su estómago tenga ningún problema digestivo después, pero otras, en cambio, sufren dolores o pesadez en su digestión.

Sin embargo, aunque hay muchos motivos por los que pueden sentarte mal este tipo de alimentos, hay una clave que puede que sea la tecla exacta de por qué tu estómago odia los fritos: el aceite muy usado. La experta en nutrición y dietética Gemma del Caño lo destapa en la red social X.

¿Cada cuanto cambiar el aceite?

Algunos fanáticos de los fritos puede que tiendan a reutilizar el aceite infinitas veces hasta que se observan restos del rebozado, por ejemplo, flotando. Otros, a los que no les gusten tanto, puede que también hagan los mismo precisamente porque utilicen pocas veces ese aceite y alarguen su vida más de lo debido. En ambos casos, hay que llevar cuidado y saber con exactitud hasta cuando puedes utilizar este líquido en tu cocina.

«Cuando los fritos te sientan mal, es porque el aceite está muy sucio, hace mucho que no lo cambian y los compuestos polares y otras sustancias están en altas concentraciones. Poca broma con esto», escribió Gemma en su perfil de 'X'.

La profesional en nutrición, explica que hay que usar el 'ojímetro' para identificar cuándo se debe dejar de reutilizar el aceite, ya que no hay una ciencia exacta detrás de esto. Algunas pistas que indican que estás alargando demasiado su vida útil son: un color oscuro, consistencia más densa, mal olor a 'fritanga', espuma cuando se vuelve a calentar o cuando hay restos quemados flotando. Y como ella explica, estos son algunos indicios, que pueden ocurrir al tercer o cuarto uso. No obstante, matiza que «hay que usar el sentido común».

¿Cómo conservar el aceite usado?

Si ya has dado un uso a ese aceite y ahora quieres conservarlo para posteriores veces, deberás saber que hay unas condiciones exactas en las que debes hacerlo. No hay que meterlo al frigorífico, ni en una botella de plástico, tampoco se debe dejar en la encimera si hay luz directa. Las claves para guardarlo de la mejor forma son: vertirlo en un tarro de cristal (cuidado si el aceite está muy caliente), dejarlo a temperatura ambiente y lejos de cualquier fuente de luz. De esta forma, harás que este líquido guarde mejor sus propiedades para incorporarlo en tus futuras recetas.

¿Aceite de oliva o de girasol?

Aceite de girasol. G. Cuevas

¿Aceite de oliva o girasol para freír? Esta es una de las dudas que más suelen asaltar a los que se meten a la cocina para preparar unas croquetas o unas patatas. ¿Hay uno que sea mejor que otro para estos casos? Lo cierto es que sí, el aceite de oliva, ya que su composición está más preparada para soportar altas temperaturas sin degradarse.

«La fritura, o cualquier técnica culinaria que implique someter al aceite de girasol a altas temperaturas siempre están desaconsejadas ya que al calentarlo pierde sus compuestos beneficiosos y genera compuestos químicos nocivos para la salud», cuenta Laura Pérez Naharro, experta en nutrición. Y aunque quede totalmente desaconsejado su uso para freir, si ya lo has hecho, no lo reutilices. A diferencia del aceite de oliva, este no tiene varios usos.

¿Dónde tirarlo cuando ya no se puede utilizar más?

Cuando ya ha terminado la vida del aceite, te encuentras en la situación de no saber qué hacer con él: ¿Se tira por el sumidero? La respuesta es no. Este líquido, tras sus usos en la cocina, ya no es un residuo orgánico y contamina el agua. Lo ideal es verterlo en un recipiente, para estos casos sí puede ser de plástico, y llevarlo a los contenedores específicos para su recogida. Seguro que tienes alguno cerca. Aquí es donde termina la vida de este ingrediente que ya ha tenido un largo trascurso en la cocina de tu casa.

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