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Pues sí señores, es la leche. Ese alimento líquido, de color blanco opalino, más o menos dulce, con un montón de calcio, indispensable para el ... organismo. Cantidad de agua, proteínas, minerales, vitaminas. Algo que se debe tener en la dieta diaria. La humanidad ha bebido leche desde tiempos remotos: de vaca, de cabra, de oveja, y les puede parecer extraño, pero algunos países beben todavía leche de camella, de burra o de búfala. Pero la que más se bebe es la de vaca, cuando uno pide un vaso de leche, se entiende que se refiere a ésta.
Es el primer alimento con que nos encontramos la mayoría de los mortales. Esas gotitas pequeñas que de pronto aparecen flotando en la superficie, es la grasa, que cuando la leche está en reposo, sube hacia arriba, la nata, con la que se hacen un montón de cosas buenas. No solo está presente en muchos dulces deliciosos, sino dando una textura especial a salsas y guisos.
La leche, como la da la vaca, desapareció de las cocinas familiares a la vez que aquellos entrañables lecheros, que caballeros en sus bicis, atravesaban la ciudad de amanecida con el líquido recién ordeñado en grandes y relucientes cántaros metálicos. Ahora es muy raro que se beba leche fresca natural, sin tratar, pero si alguna vez la beben así, recuerden que deben hervirla, haciendo que suba dos veces, la tapan y la dejan enfriar.
El abanico lechero se abre tentador para todos los gustos, y para cada ocasión. Esterilizada, UHT, concentrada, evaporada, en polvo, sin olvidar la condensada, que tiene sus seguidores. Sin embargo, la leche que se consume normalmente es la pasteurizada. Este tipo de leche no necesita hervirla, pero sí mantenerla en el frigo y ver la fecha de caducidad. Es la mejor manera de saborear un buen vaso de leche, porque al tratarla conserva todo su sabor, el calcio, las vitaminas y todas sus propiedades.
La leche no es solo el consolador café con leche mañanero, que da ánimos para enfrentarse al día. O el vaso de leche caliente, remedio infalible para un sueño profundo. O el vaso de leche fría, con aromas de limón y canela, compañía en los sesteros del verano. También está presente en muchos platos, dándoles un sabor especial. Desde los purés a los soufflés, pasando por las cremas de verduras o la salsa bechamel, hasta el florilegio reposteril: flanes, natillas, bizcochos, cremas, batidos helados…
Y el hueco que ha tenido en la historia de la belleza. Cleopatra iba a todas partes con un rebaño de burras, porque se sumergía hasta la punta de su discutida nariz en una bañera desbordante de leche de burra. Popea, más sibarita, se hacía llevar para su baño leche de camella. En la cosmética actual se usa en leches limpiadoras e hidratantes. Pero lo de sumergirse en una bañera de leche … una lo ve 'demasié p'al body' y prefiere tomarse un gran vaso, como cualquier hijo de vecino.
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