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El ser humano no es el único animal que come sin hambre, por razones distintas a la pura necesidad biológica. Es común observar que los animales domésticos, tanto por aburrimiento como por placer asociado a algunos alimentos, como golosinas, ingieren sin gana. Muchos animales acumulan ... reservas para supervivencia y muchas veces consumen más de lo que necesitan. En muchos casos (como los primates) comparten y comen juntos como actividad social y en casos de cautiverio o vida doméstica, pueden comer en exceso. La relación con la comida de los humanos es multifacética y va más allá de la supervivencia: razones sociales, culturales, emocionales y psicológicas están implicadas en el exceso alimentario. Nada parecido al mundo animal, tanto en diversidad como en profundidad.
La saciedad humana es un proceso complejo que implica señales bioquímicas y fisiológicas que actúan en conjunto para indicarle a nuestro cerebro cuándo hemos comido lo suficiente. Este sistema de retroalimentación juega un papel importante en la regulación del balance energético y del peso corporal. Señales de plenitud del estómago son enviadas a través del nervio vago al cerebro. Por otro lado, señales hormonales actúan como señales de saciedad, como la colecistoquinina (CCK) y el péptido YY (PYY), que son liberados por las células del intestino en respuesta a la comida, y la leptina, que es liberada por las células grasas y actúa a largo plazo para indicar la cantidad de energía almacenada en el cuerpo. El cerebro responde al recibirlo el hipotálamo y la señal produce sensación de plenitud y disminuye el apetito. Además de las señales físicas, también existen señales psicológicas y de comportamiento que influyen en la saciedad. Ver y oler alimentos puede aumentar el apetito, mientras que el acto de comer y masticar puede contribuir a una sensación de saciedad. Este sistema de retroalimentación puede verse afectado por la densidad calórica de los alimentos, la velocidad de ingesta y medicamentos. Además, factores genéticos y ambientales pueden influir en percibir la saciedad, lo que puede contribuir a la variabilidad en la ingesta de alimentos y el peso corporal entre individuos.
Los líquidos no suelen producir saciedad al igual que los alimentos sólidos. Entre las razones, el que los alimentos sólidos suelen tener más volumen y consistencia, ocupando más espacio en el estómago y generando sensación de estar llenos, más fuerte y duradera. Los líquidos pasan rápidamente por el sistema digestivo, lo que puede hacer que la sensación de saciedad sea más breve. Por otro lado, la masticación conlleva la liberación de señales digestivas que contribuyen a la sensación de saciedad. No ocurre con los líquidos. Los alimentos sólidos tardan más tiempo en digerirse y absorberse, lo que prolonga la sensación de saciedad. Los líquidos, en particular los que contienen azúcar, pueden absorberse rápidamente, lo que puede llevar a un aumento y posterior caída rápida de la glucosa en la sangre, provocando hambre. La fibra, generalmente ausente en los líquidos, se hincha en el estómago, retrasa la digestión y contribuye a la sensación de plenitud.
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