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El té es una bebida saludable para cuerpo y espíritu. Como ocurriera con el café, las propiedades del té se evidenciaron por serendipia en el ... año 2737 a. C., con el emperador divino ShenNong. Con impecable responsabilidad sobre la salud de sus súbditos, este emperador decretó la obligatoriedad de hervir el agua. Estando reposando en el jardín, unas hojas de té cayeron en su recipiente de agua hirviendo, resultando una bebida grata al paladar que, además, despejaba la mente. Adoptada por las clases sociales dominantes, se convirtió en bebida habitual en los monasterios, ya que los monjes podían continuar meditando y rezando sin caer en los brazos de Morfeo. Esta costumbre se impregnó de filosofía budista-zen, transfiriendo al consumo de té las dimensiones simbólicas de belleza, humildad, pureza mental, sabiduría y serenidad que, imbuidas de la milenaria tradición cultural china, son vehículo de autoconocimiento.
La ceremonia del té, ritual de hospitalidad y de respeto, se inició durante la dinastía Jin del Este, hacia el año 320 d.C., en la provincia de Zhejiang. Fue en el templo de Jingshan, denominado Zexin, en un enclave natural, entre verdes montañas de bambú y pinos que, con sol, con lluvia o con nieve, atesora belleza y calma espiritual. Los monjes cultivaron el té y perfeccionaron una ceremonia que, en el siglo VIII, el poeta Lu Yu, al describir el 'Código del té', convirtió en arte. Más tarde, desde Jingshan, monjes japoneses la exportaron a Japón y, allí, desde el siglo XV, el monje MurataJukō desarrolló el estilo wabicha, que oficializó el gran Sen No Rikyū (1522-1591), manteniendo el chanoyu de matcha (té verde en polvo, original de Jingshan) y siguiendo el chado (camino del té), ya divulgado en todo el mundo.
Para que el consumo de té imprima el halo de espiritualidad, el secreto radica en los detalles y en las formas elegantes. De todos los tipos de té, de antemano, debe escogerse el más adecuado según el día, la hora y las personas que vayan a congregarse, para que propicie la conexión espiritual. Cada paso debe prepararse con esmero siguiendo una secuencia precisa y organizando cada etapa: desde tener preparados los utensilios necesarios, el calentamiento de la tetera y de las chábei (tazas pequeñas sin asas, símbolo de autenticidad) a la infusión del té y su parsimonioso vertido y degustación. Preparar un buen té requiere evitar el agua clorada o con minerales que no desaparezcan al hervir y que alteran las propiedades organolépticas.
La actitud a la hora del té debe ser sosegada y positiva porque, más que beber té, se trata de estimular todos los sentidos (aroma, sabor y sensaciones) con atención plena, concentrándose en el momento, como se plasma en la obra 'Hora del té' de ChenHongshou, del siglo XVII, nacido en Zhejiang.
Esta ceremonia ritual de armonía, que brinda claridad mental, sosiego y vitalidad, se repite mensualmente en el templo de Jingshan, con boato, tambores y quema de incienso. Si tuvieran oportunidad, no se la pierdan.
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