![El sabor del mercado en Murcia](https://s3.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/202302/23/media/cortadas/newspaint-1677094427097-kdX--1248x710@La%20Verdad.jpg)
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SUSANA FERNÁNDEZ
Jueves, 23 de febrero 2023, 01:20
Desde hace miles de años, los vecinos de las ciudades acudían a recintos cerrados en los que hacer sus compras alimentarias para el día a día. Allí podían encontrar toda clase de productos como carnes, pescados, frutas, hortalizas, pan o lácteos y se conformaba como un lugar de encuentro cotidiano entre comerciantes locales y compradores. Se trata de los mercados de abastos, que aún hoy tienen espacios centrales en las ciudades. Su esencia se conserva intacta desde sus antiguos orígenes que se pueden remontar hasta la Edad Media, por ejemplo con La Boquería de Barcelona.
Allí se instalaban vendedores ambulantes y labradores de los pueblos cercanos para vender sus productos. Hoy en día las plazas de abastos siguen reuniendo el espíritu de cotidianidad, bullicio y algarabía que suelen poblar estos recintos. Más todavía si a la oferta comercial se le suma la gastronomía en forma de tapeo, comida tradicional e incluso toques innovadores. El disfrute está asegurado, como sucede en los mercados de Murcia y pedanías como La Alberca y Cabezo de Torres, entre otros. En su mayoría cuentan con puestos dedicados a la cocina, con oferta de tapas y platos elaborados en el momento.
Algunos de ellos tienen locales que ofrecen su propia carta de platos. Es el caso del Mercado de Verónicas, con la gastroteca La Canija y el italiano Arte Bianca, o el de La Alberca, en cuyo interior se ubica Portushuesos, un bar de tapas especializado en innovadoras técnicas culinarias. Pero sin duda, la estrella de la oferta gastronómica en los mercados de abastos es la cocina y tapas tradicionales. En los puestos no faltan las típicas marineras, caballitos, tigres, tostas, montaditos e incluso migas, acompañadas de una buena bebida.
Pero además de sus propios platos y elaboraciones, en los bares de los mercados reina un concepto que no se halla en ningún otro sitio: el de pagar por freír. El cliente puede comprar cualquier producto de los que se venden en el mercado –ya sean carnes, mariscos, pescados, etc.– y llevarlos a los puestos de plancha para que allí los cocinen. El precio por usarla es mínimo, menos de lo que te podría costar una marinera y una caña en cualquier local de Murcia.
De esta manera, estos bares clásicos de mercado –de los de toda la vida– cobran el cocinado en la plancha, la bebida consumida y las otras elaboraciones o tapas propias que cada cliente haya tomado. La idea es aprovechar todos los productos frescos y de calidad que los placeros ofrecen a diario en un mercado de abastos. Así se crea una 'carta' prácticamente inabarcable, dejando que sea el comensal quien elija las materias primas y vea en primera persona los productos frescos.
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