La Palera

Pachi Larrosa

Jueves, 10 de septiembre 2009, 00:00

Ir a Cabo de Palos a comer a la Palera es toda una metáfora de esos viajes por la ignota mar océana que aquellos navegantes de siglos pasados iniciaban desde los puertos del Mediterráneo: todo un recorrido por los sabores del mundo de la mano de un cocinero que en muy poco tiempo ha creado un grupo de restauración importante y que fue reconocido en los premios gastronómicos que concede este periódico cada año, como chef revelación de 2018: José Cremades. El problema de La Palera es que es muy pequeño, así que tendrán que tirar de reserva si quieren asegurarse una feliz singladura. Y como faro en su carta de navegación, el sabor. Sabores fuertes, potentes, singulares, sorprendentes, con vocación de memorables. En los entrantes, junto a escalas en Asia (berenjenas Sichuan, dunpling thai de gamba al ajillo, alitas de raya coreanas...), unas ostras a la brasa y un tuétano de vaca cocinado y servido dentro de su hueso, serrado longitundinalmente, que es un espectáculo. Y por si no se han hartado ya de sorpresas en platos principales podremos arribar a una ijada de salmón, espinacas y kimchie de Bruselas, un magret cantonés con crucíferas, un pichón de Bresse, tupinambo, parmesano y sus interiores o –¡atención!– a un zarangollo de calabacín a la brasa, huevo 62-50’, cebolla, patata y holandesa de misso verde. Eso, entre otras propuestas de itinerario. Un lugar diferente manejado por una joven tripulación que no se pone límites a la hora de imaginar cómo hacer único ese viaje a los pasajeros que se embarquen en La Palera.