La Mestiza, diversión y frescura

Pero nosotros nos vamos a centrar en La Mestiza y, concretamente, en la parte del restaurante, donde la oferta gastronómica es más contundente, sin perder en momento alguno la frescura, la informalidad y la diversión en cada plato que sale de cocina. Y es que Cremades busca la inspiración en diferentes cocinas internacionales para, con productos del entorno, traernos una irreverente, descarada y contundente propuesta que, de alguna forma, mezcla un poco de lo que fue Blue Fish, La Palera –otro de sus antiguos locales– y La Cangreja.

La Mestiza no es un sitio para comer marisco, aunque lo tengan repartido entre algunos de sus platos principales como el bogavante a la andaluza con suquet thai de sus cabezas, pan roti y alioli de Kabir, ostras aliñadas o sus deliciosos mejillones a la brasa con mantequilla de curry rojo, almendras, perejil y limón, por ejemplo. Porque comer en La Mestiza es lo contrario a gamba a la plancha, calamares o gambas al ajillo, sino que encontramos unos estupendos niguiris de boquerón, magníficos saam de bonito escabechado, albahaca, tomate seco y totopos o una deliciosa lubina a la brasa con unos ajos y un buen chorro de vinagre por encima justo al salir del horno de leña. Este pescado tiene la particularidad de terminar de hacerse abierto como un libro con la piel hacia arriba, quedando crujiente y deliciosa. Para mí es la muestra de la máxima exposición de amor que puede mostrar un cocinero a un cliente. Y si eres de los que no te comes la piel, cambiemos de tema.

La Mestiza también tiene carnes y unos estupendos arroces con diferentes combinaciones y tropezones que suelen terminar en el centro de la mesa para que los comensales vayamos dándole cuenta directamente. Pero además, el lugar invita a quedarse a vivir. Los ventiladores del techo, la música festiva, las vistas al mar y un servicio de camareros jovial, participativo y rápido hacen muy complicado decir que no a la copa.

Subiendo unas escaleras llegas a un mirador convertido en la zona de copas, donde tienes unas bonitas vistas al Mar Menor. Refrescantes cócteles y un tono más animoso en el hilo musical completan esta segunda estación del garito.

En definitiva, La Mestiza es uno de los puntos de amarre claves de este año. Y no solo del verano, sino que seguirá abierto casi todo el año –todos los días hasta noviembre– prometiendo hacer disfrutar a todos los que nos acerquemos. Larga vida.