Casa Cegarra / Portmán

Pachi Larrosa

Jueves, 10 de septiembre 2009, 00:00

El sol funde la roca apenas protegida por resecos arbustos. Quema lomas reventadas por dentro, laderas trituradas. Extrañas sombras matizan los ocres y sienas de un atormentado paisaje azotado por un viento tórrido que levanta nubes de mineral hiriente. Tierra sin tierra, tierra dura, quebrada, generadora de visiones apocalípticas.

Pues no. No estamos hablando de el escenario de una película del Oeste, ni del rodaje de mad max en la cúpula del trueno, aunque bien pudiera ser así, sino de algo mucho más cercano. La carretera que une La Unión (valga la dedundancia) con Portmán trae a la mente delirios así. Y estamos viajando a Portmán porque nos vamos acomer el mejor caldero de la región

Casa Cegarra, también conocida popularmente como el Juego de Bolos hace caldero todos los días, salvo los lunes, que cierra. Es un lugar humilde, rodeado de un sobrecogedor paisaje, consecuencia de uno de las más largos y despiadados atentados ecológicos que la península haya sufrido. Allí, en una terraza protegida por un simple cañizo, se come un magnífico caldero.

Tomate, ajo y ñora: estos son los sencillos ingredientes del sofrito en el que se saltea el arroz. Eso y el caldo obtenido de la lenta cocción de pescados de roca obtenidos a pocos metros. Y otro detalle: nada de un inmenso perol donde se hace el arroz para todos los comensales del día. Cada pedido de cladero se termina aparte, con el arroz necesario para las raciones solicitadas

De hecho, el caldero llega a la mesa sin emplatar, sino en su paella, de la que se van sirviéndo las raciones. Oigan, nada que ver con esos calderos amazacotados, que se manejan como si fueran engrudo y que caen al estómago como un ladrillo. Nada de eso. Se trata de un arroz suelto y ligero, a pesar de su intensísimo sabor. El mejor caldero que he probado nunca.

Bueno, pues si usted se come ese caldero en casa Cegarra, acompañado de una ensalada, si antes ha entretenido la espera con unas huevas y lo completa todo con un buen postre, amén del vino, la cerveza y el café, con 15 euros lo habrá arreglado todo