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El nombre lo dice todo: 'Sensaciones de chocolate'. Son los caramelos caseros, de chocolate y 'toffee', que Eduardo Solano Gallego ha elaborado siguiendo la receta ... que, allá por los años 50, escribió su abuela Antonia Guillermo. Los vende a granel o en bolsas de diez unidades para conmemorar el 84 aniversario de Tostadero Solano, el negocio familiar de frutos secos del barrio murciano de Santa Eulalia.
«Son unos de los mejores caramelos artesanos y tradicionales del mundo», defiende orgulloso Eduardo, tercera generación de una empresa que puso en marcha su abuelo, también Eduardo Solano, cuando lo echaron del ejército a finales de los años 30.
Solo va a ser posible adquirirlos durante esta semana y, para su elaboración, el artesano ha utilizado los troqueles de acero para 60 piezas que en su día usó Doña Antonia y que, al igual que la receta, rescató del olvido: «Encontré la receta de chiripa y, cuando me di cuenta de que era de caramelos, le pregunté a mi tía si le sonaba dónde podían estar los moldes; al final, los encontré en la casa de mi abuela».
Comenta Eduardo que son unos dulces, «de los de antes, esos 'toffees' que se pegan a las muelas y que, según me han dicho mis clientes, sobre todo los más mayores, al comerlos vuelven a su infancia; eso sí, les advierto de que hay que tener buena dentadura», comenta divertido.
En los primeros días ha elaborado más de 300 unidades, unos tres kilos; irá reponiendo la mercancía según se vayan vendiendo. «Solo llevan una primera capa de 'toffee', chocolate, otra capa de 'toffee' y, de nuevo, chocolate para cubrirlo (de un 82% de pureza); el toque final, mío, es espolvorear cacao amargo por encima, ya que en aquella época no existía», relata Solano.
El tostadero Solano se creó el 10 de marzo de 1941. Su abuelo Eduardo comenzó el negocio de la venta de frutos secos a finales de los años 30, siguiendo el consejo de un amigo cuando le dieron de baja en el ejército. Al principio, lo hizo con un carrito junto al colegio de las Carmelitas, al lado de la calle Princesa. «Compartía espacio con el abuelo de Tomás Fuertes, que, en otro carrito, ofrecía embutidos», recuerda el nieto, que espera que su hijo, también llamado Eduardo, siga la tradición; «es pequeño, pero ya me ayuda algo».
De la venta ambulante pasó a abrir una primera tienda en la calle San Antonio del barrio, paralela a la actual y, por ahora, definitiva ubicación, por la que apenas ha pasado el tiempo. En un horno, cada día, el nieto Eduardo, tercera generación, tuesta las almendras, avellanas y cacahuetes, que le dan un olor especial, como ha hecho durante los últimos 25 años. «Me puse al frente del negocio cuando mi padre, que ya ha fallecido, se jubiló, pero llevaba toda la vida ayudándole».
En las paredes de la tienda / tostadero hay colgados diversos carteles y recuerdos familiares, como ese en el que se puede leer 'Si quiere criarse robusto y sano, coma cascaruja de Solano', una rima de su padre, Juan; o un cuadro con las propiedades de cada fruto seco.
Fue Juan Solano Guillermo el que en 1999 comenzó a ser proveedor de la Casa Real y su hijo cuenta con orgullo que incluso visitó la tienda Juan Carlos I durante una de sus visitas a Murcia. «Seguimos mandando, ya con los nuevos Reyes, dos veces al año, antes del verano y por Navidad, entre 15 y 20 kilos de nuestra mezcla o cascarujas».
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