Casi tres décadas lleva Pablo Ruiz Palacios siendo parte del Entierro de la Sardina pese a su relativa juventud (52 años). Presidente del Grupo Centauro, el conocido abogado se ha impuesto en las elecciones de la agrupación festera con una consigna clara: modernizar la gestión de la fiesta desde la unidad de todos los sardineros.
–No es lo mismo participar en la fiesta que responsabilizarse de ella. ¿Cómo toma esa decisión? ¿Le ha animado la disconformidad con la gestión anterior?
–Cuando uno lleva tantos años dentro, acaba por surgir esa inquietud de buscar un cambio para mejorar la fiesta. A ello se suma que un colectivo amplio, que no estaba de acuerdo con la gestión que se venía haciendo y compartía ideas, decidió utilizar las herramientas que establecen los estatutos, como la moción de censura, y que se ha acabado materializando en una candidatura de consenso que encabezo y que se ha impuesto de forma aplastante.
Visibilidad
«Hay que tratar de llevar la fiesta a otras regiones de España, más que al extranjero»
–¿Hacia dónde apuntan esas ideas para hacer crecer la fiesta?
–Hay que trabajarla desde dos puntos de vista: el primero, el de los desfiles, que se deben acortar buscando, además, una mayor calidad; el segundo, dar una mayor visibilidad al Entierro de la Sardina, ampliando las actividades a todo el año, porque esta fiesta va más allá que la Semana de Primavera, y llevándola a otras regiones de España, más que al extranjero.
–¿Entiendo entonces que no es partidario de repetir experiencias como la de Génova?
–El Entierro es una Fiesta de Interés Turístico Internacional y hay que seguir promocionándola en el extranjero para mantener ese título. No obstante, a corto plazo tenemos que ver las opciones con las que contamos y no descartamos ninguna para el próximo año.
Igualdad
«Las mujeres no tienen vetada su participación; estamos abiertos a seguir dando pasos adelante»
–Parece que cualquier salto en la repercusión siempre debe venir de la mano de una mayor inversión. La gestión de las sillas vino, en parte, para aumentar los recursos, pero vistas las discrepancias surgidas en el colectivo, ¿fue un regalo envenenado?
–Creemos –y hablo en plural porque somos un colectivo– que no solo es cuestión de obtener más recursos, sino de gestionarlos mejor. En cuanto al tema de las sillas, desconozco cómo se negoció el contrato, pero nosotros queremos gestionarlas de la forma más satisfactoria posible.
–Ante las voces críticas, ¿es el momento de replantearse el papel de las mujeres en la fiesta?
–Las mujeres no tienen vetada la entrada y no se les prohíbe su participación. El Entierro es una fiesta que viene de muy atrás e, igual que la sociedad va evolucionando, estamos abiertos a ir adaptándonos a los nuevos retos que se plantean y a seguir dando pasos en esa dirección.
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