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En los aledaños de la plaza de toros de Murcia había jaleo. Y esta vez no eran jóvenes repasando los últimos éxitos de Camilo horas ... antes de su concierto, tampoco apasionados de Alejandro Sanz que luchaban por un puesto en primera fila para ver a su artista favorito. Por sorprendente que parezca, ayer, en la plaza de toros de La Condomina había ¡toros! Y es que, después de que los periodistas llevemos meses anunciando la vuelta de conciertos, teatro y eventos variados sin restricciones de aforo, sin distancia de seguridad y sin mascarillas obligatorias –en definitiva, la vuelta de la cultura y el ocio–, los aficionados a la tauromaquia han tenido que esperar hasta septiembre de 2022 para el gran anuncio: ¡Vuelve la Feria Taurina de Murcia! Tras soñar en 2021 con una semana de festejos que no pudo ser, esta vez sí, se volvió al ambiente de 2019, a la pasión por el toreo.
Pasión como la de Ana María Ortega, de rojo y con sombrero de cordobesa, que convenció a sus amigos para que disfrutaran por primera vez de una corrida. Lo hizo conquistándolos por el estómago, como debe ser. «Salmuera de pimientos, que es tradición en Abarán y está buenísimo, bonito en escabeche y bocadillos de jamón con tomate rallado» y la nevera cargada de cerveza. Una oferta irresistible.
Los pasteles de carne se cuentan por decenas y el crujir de las pipas forma ya parte de la banda sonora en el graderío, un sonido casi tan característico como el de las trompetas. Unos cuantos gin-tonics y otros que suben la apuesta: Möet & Chandon. Preparados para celebrar. Aunque para los miembros de la peña El Chapi de La Arboleja no hay manjar más auténtico e insuperable que la pata de jamón con la que posan para LA VERDAD y que probablemente acabaría en hueso tras la corrida de ayer, devorada por la decena de miembros del grupo, acompañada por las barras de pan de Barqueros, de dimensiones estratosféricas –«¡pesan dos kilos!», da fe uno de peñistas–. Para pasar el bocado, la bota de vino. Disfrutar de la tarde juntos en la Feria de Murcia ya es tradición desde «hace no sé cuanto; se retiró Paco Camino y ya veníamos. Que sean muchos más años. ¡Y que viva la virgen de la Fuensanta!».
En la patrona está pensando también Ángel Serrano, responsable de la floristería Virginia, en el Barrio del Progreso. «A las 11 en el barrio le echamos los pétalos a la virgen, es todo un espectáculo», animaba el florista a todos a acudir a la cita de hoy con 'La Morenica', entre risas con sus amigos, entre ellos, José Luis Sáenz, que se lamenta de cómo la Feria Taurina de Murcia ha ido perdiendo peso entre las fiestas de septiembre, al atrasarse sus fechas y reducir el número de festejos.
¿El Juli, Manzanares o Talavante? «¡Manzanares, claro!», contesta orgullosa desde Villena Concha, acompañada de su hija Paola. Ambas seguidoras del torero alicantino. «¡Por su elegancia toreando!». «Cuando Manzanares torea por esta zona lo seguimos, porque la 'terreta' tira y además en Villena no están autorizadas las corridas de toros».
Concha atesora unos cuantos recuerdos en forma de fotografías con el diestro, instantáneas que sirven de testigo de las numerosas visitas de madre e hija a los diferentes cosos. «Aunque parezca muy serio, a la vez es muy humano, llano y campechano; si hoy puedo, me haré otra foto», anuncia la villenense. «A decir verdad, si el día comienza bien redondo le sale todo redondo, pero como se le tuerza desde el principio no hay nada que hacer», apostilla Paola.
No se moja a la hora de elegir a su favorito Raúl Marín, de Totana. Aunque sí admite que en la terna de esta tarde sí se encuentra su predilecto: «Morante», dice el chaval, que lleva años 'arrastrando' a su familia para seguir una afición que disfruta desde que era niño.
Los minutos previos a la corrida los aprovecharon Juan Antonio Ruiz, de La Alberca, y Ginés Martínez, de Las Torres de Cotillas, para mantener un debate retroalimentado sobre el futuro de un arte «que se lo están cargando entre unos cuantos» y «que debería ser declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, porque esta fiesta no es de unos cuantos, es de todos, una tradición de toda la vida. Es una pena que nos quieran arrebatar un festejo tan agradable», manifiesta el torreño, que el pasado domingo disfrutó de la Feria de Albacete y que lleva visitando el coso murciano «desde los 10 o 12 años, viendo a Antoñete y al maestro Francisco Rivera 'Paquirri'», recuerda.
Desde el graderío comenta la faena Roberto García: «Apunta, ese toro está cojo», me dice y sonríe. Le acompaña en el asiento su hijo, Jorge García Nieto, de 15 años, que se formó en la Escuela Taurina de Murcia con 9 y 10 años y estaba «deseando» de disfrutar del festejo. Cuando piensa si le gustaría ponerse delante del astado suelta un «¡Ufff!» poco descifrable, entre la ilusión y la duda. Su padre le echa un capote: «¡Hay que tener mucho valor! Si de 47 millones de habitantes solo hay 30 o 35 toreros, por algo será». De momento compartieron una bonita tarde en familia; los toros se ven mejor es desde la barrera.
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