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De madre gallega y padre vitoriano nació Arturo Igoroin Sanjurjo (Vitoria, 46 años), un hombre del norte que echó raíces en el sur. El niño ... que creció junto a las brasas del Asador Sívori, un local de chuletillas que regentaban sus padres, es en el 2022 historia viva del Alavés y una leyenda en el Cartagena. Los dos clubes de su vida cruzan caminos mañana (Cartagonova, 21.00 horas) y Sívori, que heredó el apodo de su padre, no puede vivirlo con más ilusión. Ya tiene guardado el cartel de homenaje que le ha hecho el Efesé.
En el Glorioso marcó un antes y un después. Era 1996 y hacía «veintitantos años que un canterano no debutaba con el primer equipo; fue muy sonado en aquella época», rememora. Entonces su melena era negra, no existían las comisiones deportivas y el sistema de audio que usa ahora el seleccionador Luis Enrique sonaba a chino. «Tenía 20 años» cuando Txutxi Aranguren, otro mito en Vitoria y en Cartagena, le hizo debutar en el fútbol profesional con Medizorroza a reventar. «Fue un 4-0 al Écija», el 22 de diciembre de 1996.
Aquel debut fue una fecha. Y su explosión en la temporada 1997/98, el camino de canteranos del Alavés que, hoy en día, tienen a Sívori como una referencia. Porque de la noche a la mañana pasó de los cadetes a ser indiscutible [48 partidos, 41 de titular] en ese Glorioso que alcanzó las semifinales de la Copa del Rey tras cargarse a cuatro equipos de Primera: el Oviedo, el Compostela, el Real Madrid y el Deportivo de la Coruña, en su época dorada. Fue básico en el regreso a Primera 42 años después. Y se hizo famoso aquel «¡Sí, sí, Sívori!» en la grada.
«Seguramente esa es una de las mejores temporadas de mi carrera, si no la mejor. En 2018 se cumplieron 20 años, juntaron a todos y nos hicieron un homenaje con la entrega de varios obsequios. Son detalles que llevaré siempre. Hace unas semanas volví a Mendizorroza, para ver el Alavés-Las Palmas, y me trataron genial». Allí vive su madre, sus tíos, su hermano y muchos amigos. Uno es Luis Codina, excompañero de vestuario y actual delegado del Alavés.
'Sivo' jugó «pocos minutos» pero aprendió infinidad de «valores» en el Athletic de los Julen Guerrero, Ezquerro, Etxeberria y compañía. Con apenas 21 años, los vascos pagaron 348 millones de las antiguas pesetas (algo más de 2 millones de euros) por Sívori, que dejó una caja importante en un Alavés todavía en crecimiento. «La familia fue muy importante para poder gestionar todo eso, mantener los pies en el suelo y seguir siendo yo mismo. La competencia era altísima en Bilbao».
El león se convirtió en aladroque en 2003. Sívori dio un paso atrás en su carrera, marcada por etapas en Córdoba y Leganés, para tomar impulso desde el Cartagonova en Segunda B. « Nunca creí que ese chaval de Vitoria llevaría ahora 19 años aquí. Nunca lo pensé. A mi mujer [Yolanda] la conocí en Madrid, al principio vine solo a Cartagena y al final nos instalamos para siempre en Cabo de Palos». Tienen dos hijos, Mario y Unai.
Y Sívori, «agradecido por el cariño que siempre he recibido de la gente de la calle», es un cabopalero más: sale a correr por la playa de Levante, juega al voley-playa y está enamorado del clima mediterráneo. «Mi primera sensación con el calor, en Córdoba, fue pensar: 'Me quiero morir, pero esto qué es'. En Cartagena también me costó y ahora me encanta. Me alegro cuando llueve, también, porque me sale esa vena vitoriana».
«No puedo pedir más», reconoce Sívori. Leyenda en el Alavés, no lo es menos en el Efesé: cinco temporadas (de 2003 a 2008), 173 partidos y 37 goles, solo por detrás de Alberto García (62), Rubén Castro (39), Keko (39) y Toché (38). Lo que el fútbol le negó con la camiseta albinegra, un ascenso a Segunda, se lo ha regalado ahora como miembro de la comisión deportiva. «Llevo con este nueve años en el club, cinco como jugador y cuatro ahora en esta labor. Me he quitado esa espina que no conseguí en el campo, gracias a Dios, y estoy muy feliz de poder vivir estos momentos. El club de ahora no tiene nada que ver con el de antes, en todos los ámbitos».
El chaval que vivía a 20 minutos de Mendizorroza se ganó un hueco en los corazones de los aficionados del Alavés. Y también el cariño de la 'Efesemanía'. Por eso la cita de mañana será diferente. «Son los dos clubes de mi vida, sin duda. Vitoria es mi tierra y el Alavés, donde empecé a dar mis primeros pasos. Entré como cadete hasta llegar al primer equipo y conseguí lo que conseguí. Es muy, muy especial lo que voy a sentir el lunes. Le deseo lo mejor al Alavés a partir del martes. Ojalá nosotros sumemos los tres puntos y sigamos con esta buena racha».
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