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JORGE FERNÁNDEZ-CARO
Martes, 7 de abril 2020, 01:48
La temporada 2014-2015 del Efesé destacó por un sinfín de promesas incumplidas desde los despachos y porque se salvaron los muebles en el último ... suspiro. Surrealista pero cierto. Cuando todo se iba a pique, Carlos Martínez, con su gol en el minuto 79 en Las Palmas, evitó lo que podía haber sido una irrecuperable ruina que habría supuesto la desaparición. Pero algo positivo de aquel curso donde los albinegros coquetearon con el descenso fue que, por necesidad, se pudo hacer realidad una reivindicación histórica: jóvenes de la zona defendiendo los colores del Cartagena. «Para estos chicos era la ilusión de su vida. Sabían que aquello era algo circunstancial, pero lo asimilaron con dedicación total. Ni cobraban», recuerda Manolo Palomeque, entrenador del milagro.
Antonio Segura (Cartagena, 25 años) fue el que más minutos disputó. El lateral diestro tomó la alternativa en Melilla (derrota del Efesé por 3-2) y llegó a acumular un total de trece encuentros, siendo titular en nueve. Sacó buena nota. «Fue un cambio bastante brusco, pero es una experiencia que me voy a llevar a la tumba», comenta ahora el futbolista, quien añade que tuvo «alguna oferta de Segunda B, de filiales buenos, pero las rechacé por esperar al Cartagena». Está molesto por cómo fue su salida del club. Hoy vive en O Barco de Valdeorras (Orense), juega en el Barco (Tercera) y ha podido terminar la carrera de Magisterio de Primaria que dejó de lado hace un lustro. Palencia, Plasencia, Águilas y Atlético Ibañés (Albacete) ha sido su camino hasta hoy.
Por la izquierda corría Iván Santisteban (La Unión, 25 años). Su estreno fue a la par que el de Palomeque (La Roda, derrota por 2-0). Al cerrar el curso llegó a estar en 18 partidos, seis desde el inicio, incluidos los dos del 'playout'. «Desde pequeño iba a ver al Cartagena y siempre decía que quería jugar ahí», relata. Pero una vez finalizó el año, le tocó cargarse su bolsa de deporte al hombro y buscarse la vida. Encontró refugio en el equipo de su localidad, donde sigue jugando en Preferente. Además, compatibiliza el fútbol con su empleo en una empresa de recogida de residuos y es uno de esos héroes anónimos que siguen trabajando en medio de la crisis sanitaria que azota al país.
De la localidad minera también es Comino (La Unión, 26 años). Su primera vez fue ante La Hoya Lorca, encuentro en el que el Cartagena claudicó (0-1). Linense y Cádiz son los otros dos envites que recuerda. «Fue muy agradecido jugar con esos futbolistas», resalta el mediocentro. El Palmar, La Unión y ahora el San Ginés de la Jara (Segunda Autonómica) han sido los conjuntos en los que ha militado desde entonces. El fútbol ya es solo un pasatiempo para él.
En el caso de Delfín Muñoz (Muro de Alcoy, Alicante, 25 años) fue una lesión –artrosis en la cadera– la que puso punto y final a su sueño de un modo abrupto y prematuro. Se lleva el haber armado la casaca albinegra en dos ocasiones: frente al Linense (donde fue titular) y contra el Jaén. «Disfruté cada entrenamiento. Me sentía futbolista de Segunda B». Cuando cerró su etapa en Cartagena, puso rumbo Murgados (filial entonces del Racing de Ferrol en Tercera División), donde entrenó con el primer equipo pero no debutó. Allí terminó la temporada «con molestias muy fuertes» y decidió bajar a la Regional valenciana (Racing Rafelcofer y Esides Caramanchel). Después pasó por el quirófano. No podía. En este momento solo juega con amigos y estudia el Grado Superior de Técnico de Farmacia en Orihuela, donde reside.
Samu (Pedro Andrés, Albacete, 27 años) también vio truncada su proyección por las lesiones. «Creo que era por el ritmo tan alto, al que no me adapté bien», expresa el extremo. Su única aparición fue de la mano de Julio Ribas ante el Córdoba B (1-1), donde se le vio 7 minutos. «Ese verano trabajaba de reponedor en un supermercado y me decían que me iban a sacar de ahí para jugar al fútbol. Me dejé la carrera de Marketing porque no podía compatibilizarlo todo. Nos engañaron y desaparecieron», lamenta.
Los Alcázares y Pilar de la Horadada fueron sus últimas paradas. En el presente, Samu trabaja de camarero, aunque «por la situación» la empresa ha hecho un ERTE, así que aprovecha para adelantar materia en el Grado Superior de Marketing, que estudia a distancia en el CIFP Carlos III de Cartagena. Ya no juega.
Daniel Escobar (Córdoba, 25 años) reside en San Javier. Su rutina entonces tenía miga: a las 12 de la noche entraba a trabajar en una empresa de control de plagas de la que salía a las 6, acudía al entrenamiento pero antes dormía en el coche e iba a las clases que podía de Ciencias del Deporte. Luego comía, dormía la siesta y a entrenar con el Algar. Por la noche, vuelta a empezar. «Firmé un contrato con Daniel Golpe y Javi Manzano de tres años, de 9.000 euros anuales, de los que llegué a cobrar solo un 6, 60%». Tampoco olvida que «no me dejaron quedarme la camiseta de mi debut, ni pagándola». Ahora prepara la oposición para la Policía Local.
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