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El 13 de abril de 2025 puede entrar en la historia negra del fútbol cartagenero. Si el Cartagena no gana esta noche al Almería en ... el estadio Juegos del Mediterráneo (21.00 horas) se confirmará su descenso matemático a Primera Federación. Ni siquiera el empate le vale para posponer una semana más un desenlace fatal que está cantado desde el pasado mes de noviembre. Ayer ya descendió el Juvenil A albinegro, tras empatar en Ciudad Jardín frente al Real Murcia (0-0), poniendo fin así a cuatro años en División de Honor, la máxima categoría juvenil. El empate del Eibar en Zaragoza (2-2), mientras, evitó que el equipo de Guillermo Fernández Romo salte hoy al campo del Almería ya descendido.
Un día arriba o abajo, lo cierto es que este 13 de abril puede ser un día tan nefasto como lo fue el 22 de mayo de 2012, cuando el Cartagena de Carlos Ríos, Manolo Reina, Abraham Paz, Manolo Gaspar, Mariano Sánchez, Josemi, Collantes, Álvaro Antón, Dimas, Braulio, Raimondi y compañía descendió a Segunda B en el Nuevo Arcángel de Córdoba, faltando dos jornadas para finalizar aquel campeonato 2011-12. Aquella noche perdió contra el Córdoba (2-0), pero todo había quedado visto para sentencia dos semanas antes cuando los albinegros no pasaron del empate en casa contra el Xerez (0-0).
Este 13 de abril de 2025 que se presume muy negro también se sumaría al nefasto 1 de mayo de 1988, en un fatídico 7-0 contra el Lleida en tierras catalanas, en lo que fue el debut bajo palos de un Juanmi que tenía 17 años y que después haría una gran carrera en Primera División con el Zaragoza y el Deportivo. Entonces, con Uribarri en el banquillo, el Efesé que acababa de estrenar el Cartagonova descendía a falta de tres jornadas. Curiosamente, aquel Cartagena del curso 87-88 se agarró a la pelea a la permanencia gracias a los puntos que sacó en su destierro en el campo municipal de Torre Pacheco. Pero perdió todas sus opciones cuando se mudó al nuevo estadio. Solo ganó dos partidos allí tras el debut ante el Burgos en febrero, al Recreativo de Huelva y al Elche, este último cuando ya estaba descendido.
1.759 días durará la andadura del FC Cartagena en Segunda si hoy se consuma el descenso matemático. Han sido cinco temporadas, su segunda etapa más larga en la división de plata después de las seis que permaneció el Cartagena FC en el segundo escalón del fútbol español entre 1982 y 1988.
Esta vez, el equipo bajará si esta noche no suma los tres puntos en Almería, en lo que sin duda parece una misión imposible después de cuatro meses sin ganar un partido. Así, el desastre se confirmaría con siete jornadas aún por disputarse. Esta es la crónica de un descenso anunciado desde noviembre, cuando el equipo fue goleado en casa por el Deportivo (1-5), haciendo añicos las ilusiones de obrar una remontada milagrosa como la del curso pasado con Julián Calero en el banquillo. Cualquier parecido con lo ocurrido el año anterior fue una ilusión falsa. No había nada a lo que agarrarse.
El efecto Jandro se diluyó muy pronto y esa tarde del 2 de noviembre, en la jornada 13, el Efesé quedó ya descolgado de la pelea por la permanencia. Después llegaron dos victorias en casa en forma de ilusión efímera, ante el Huesca (jornada 15) y frente al Sporting (jornada 18), ambas por 1-0 y tremendamente sufridas. Pero el último tren pasó por Ferrol el 11 de enero. Ese día había que ganar sí o sí. Pero el Cartagena volvió a fallar. Solo empató en el primer partido de la primera vuelta en A Malata (0-0), Jandro fue despedido, la revolución en el mercado de enero empeoró de una manera increíble el nivel de una plantilla que hasta diciembre ya era muy pobre y la llegada de Fernández Romo fue completamente inútil. Nueve derrotas en sus primeros nueve partidos acabaron de arruinar una temporada que, en cualquier caso, no tenía ya ningún arreglo.
Dos puntos de 36 posibles es el bagaje hasta el momento del tercer entrenador albinegro del curso. Jandro se fue a la calle con unos números lamentables (12 de 48) y Abelardo duró muy poco tras un inicio desolador (3 de 18). Se da la circunstancia de que la única victoria con el técnico gijonés en el banquillo, en Elda (1-2), fue un auténtico milagro. Aquella tarde en el Pepico Amat lo normal hubiera sido que el Eldense goleara a los albinegros. Lo evitó Pablo Cuñat con sus paradas. Era el 1 de septiembre y las alarmas ya estaban encendidas.
Y eso que durante la pretemporada no hubo motivos para ponerse en lo peor. El equipo tenía buena pinta, algunos fichajes como Aguirregabiria, Sergio Guerrero, Sipcic o Vukcevic destacaron en los amistosos, Alfredo Ortuño hizo varios goles, Musto, Andy y Luis Muñoz parecían seguir al nivel del curso anterior e incluso Juan Carlos Real, que finalmente acabó marchándose al Real Murcia, emitía síntomas de recuperación. Julio y la primera quincena de agosto fueron reparadores y ni siquiera la marcha al Levante de Julián Calero parecía preocupar demasiado al cartagenerismo.
La actuación del equipo en el amistoso frente al Albacete en el Carlos Belmonte y, sobre todo, en el Carabela de Plata frente al Almería fue convincente y la sensación generalizada era que Abelardo tenía una idea de juego clara y que sus futbolistas la tenían interiorizada: defensa férrea, mucho juego por bandas, contragolpes rápidos y centros al área. Sonaba bien. Eso parecía.
El debut en El Plantío, con gol de Sergio Guerrero para adelantar al Cartagena a los 14 minutos, fue otro espejismo. Remontó el Burgos y cayó la primera derrota (3-1). La imagen en el estreno en casa frente al Zaragoza fue buena. A pesar de la derrota, con gol de Francho en el minuto 97 (1-2), la primera mitad de los de Abelardo fue buena, con Jairo, Cedric y Gastón Valles haciendo cosas interesantes. Pero en la tercera jornada, a pesar del citado triunfo en Elda (1-2), ya se vio que el equipo iba muy justo. Las derrotas ante Levante (0-1), Oviedo (1-0) y Cádiz (1-2) precipitaron el despido de Abelardo, quien acabó fracasando de una manera parecida a Víctor Sánchez del Amo, la mediática apuesta del curso anterior de Paco Belmonte. Desastre uno y desastre el otro.
El debut de Jandro en Santander levantó la moral de la tropa. Pero aquella victoria en El Sardinero, también agónica y afortunada, fue otro espejismo. Las seis derrotas en las siete siguientes jornadas, frente a Tenerife, Ferrol, Córdoba, Mirandés, Deportivo y Málaga confirmaron que este Cartagena era un equipo flojísimo, incapaz de competir en Segunda. La revolución de enero, más centrada en ahorrar costes que en buscar la hazaña de la salvación, acabó convirtiendo al Cartagena en un equipo lamentable, que ha ido arrastrando el escudo desde enero y hoy puede firmar el segundo descenso más rápido de todo el siglo XXI. El futuro, además, está lleno de nubarrones y seriamente comprometido por la enorme crisis social, económica e institucional que vive el club desde hace meses.
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