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Lydia Martín
MURCIA
Domingo, 23 de febrero 2025, 08:35
La educación es uno de los pilares fundamentales de la sociedad. No solo se trata de formar a los profesionales del futuro, sino de capacitar para el desarrollo de las personas, fomentando su pensamiento crítico y contribuyendo a que puedan alcanzar sus metas, dentro y fuera del entorno laboral. Sin embargo, se trata de un sector que, al igual que la propia sociedad, está en continuo cambio: los perfiles profesionales más demandados hace cinco años no necesariamente coinciden con los actuales o los que piden las empresas si miran otros cinco años hacia delante.
Los centros educativos son conscientes de estos cambios y promueven una educación que integra todos los aspectos sociales que deben tener en cuenta sus alumnos. Es por eso que desde hace ya algunos años las siglas STEM no son ningunas desconocidas. Se trata de enseñar competencias en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (según sus siglas), atendiendo la alta demanda que tienen estos perfiles en el mercado laboral. Lo que fue hace años una apuesta por la robótica como extraescolar y la interacción con las tecnologías en las aulas, se ha convertido en un aspecto integrado en todo el proceso educativo que permite a los escolares estar más preparados para los retos del mañana.
En plena transformación digital, las tabletas o las plataformas de aprendizaje 'online' tampoco son objetos extraños para los escolares, ni tampoco para las familias, que pueden estar al tanto de la evolución de sus hijos en el aula gracias a las ventajas comunicativas que ofrecen con el tutor y el propio centro. Las competencias digitales han pasado de ser una opción complementaria a formar parte del proceso de aprendizaje, de una forma automatizada, a la vez que se conciencia sobre el correcto uso de estos dispositivos para conseguir el equilibrio.
Según Forbes, «la educación se encuentra en la intersección de un rápido avance tecnológico, una transformación social y el esfuerzo constante por empoderar a todos los estudiantes». Los desafíos y las oportunidades, indica, exigen «acciones audaces, pensamiento creativo y colaboración». En este aspecto, la revista apunta a la IA y su capacidad de transformar las experiencias en el aula, complementando el papel de los docentes para «ampliar los límites de la pedagogía, perfeccionar su oficio y explorar nuevos enfoques de enseñanza».
Esto también implica un reto para los centros, que tienen que adaptarse e invertir en equipos. Pero también para el propio conjunto docente, que debe mantenerse actualizado en estas tecnologías y modos de enseñanza. Esto potencia un aprendizaje continuo para toda la comunidad educativa, contribuyendo a su formación y desarrollo, pudiendo transmitir esto a sus alumnos en este entorno cambiante y repleto de retos.
Los propios centros han sabido la importancia de su presencia en el entorno 'online'. Cuentan con sus propias páginas web actualizadas, con artículos de sus profesionales, consejos y calendario de actividades. En este último aspecto, no solo se trata de aprender las materias en el aula, sino celebrar fechas señaladas en el calendario con actividades especiales que impliquen a toda la comunidad educativa, incluyendo a padres y madres. Además, estas web cuentan hasta con espacio de tienda para que las familias puedan comprar a menor coste material escolar, incluyendo espacios de comunidad para la interacción entre todos los agentes implicados en este aprendizaje.
Pero no todo se centra en las tecnologías y el entorno digital. Los expertos también aluden a adoptar ecosistemas de aprendizaje que unan escuelas, comunidades, instituciones y otros ámbitos, que permitan a los jóvenes desarrollar sus habilidades fundamentales, fomentando actividades de forma divertida, haciendo que las encuentren más interesantes. Se trata de un aprendizaje dentro y fuera de las aulas con socios comunitarios, incluyendo granjas urbanas, bibliotecas, organizaciones científicas, parques y empresas, aportando una capacidad resolutiva real en estos alumnos. Este tipo de alianzas están abriendo las puertas de la escuela a un aprendizaje que se incorpora al propio de la jornada escolar, haciendo que puedan identificar y resolver problemas en sus comunidades. Un modo de abrir sus habilidades al futuro, ampliando el margen de la escolarización.
En este aspecto, destacan las actividades relacionadas con el entorno, apostando por la sostenibilidad y la educación ambiental. Las escuelas son cada vez más 'verdes', siendo habitual el reciclaje con numerosas papeleras e indicativos de cómo hacerlo correctamente, inculcando estos valores en las aulas, incluyendo prácticas ecológicas. En la Región destaca la conciencia sobre el uso del agua debido a la escasez de este recurso, pero también actividades fuera del aula que conectan con la naturaleza y promueven su respeto. Actividades en huertos o salidas de recogida de basura en playas y entornos naturales son algunas de las acciones que complementan la formación académica y que aportan valores necesarios para el planeta del futuro. Un ejemplo de su calado se plasma cada año en el concurso 'Esto es verde' que organiza LA VERDAD, en el que los escolares promueven ideas originales para aplicar esa sostenibilidad a sus centros, haciendo que se impliquen en el cambio e implementen sus proyectos en su día a día. Un proyecto que cada año recibe más propuestas y que demuestran la conciencia de los alumnos en el futuro del planeta.
En un mundo globalizado, los idiomas son necesarios para el desarrollo futuro de los alumnos. Por eso, lejos de ser una excepción, son cada vez más los centros que apuestan por la formación bilingüe, principalmente en inglés y español, tanto en centros públicos como privados o concertados, lo que favorece la inmersión completa en el idioma y la traducción de conceptos, lo que aporta agilidad mental en estas competencias.
También se adaptan los centros a todo tipo de perfiles de alumnos, incluyendo necesidades especiales para que puedan desarrollarse y cuenten con planes propios de aprendizaje, fomentando la diversidad, la inclusión y la accesibilidad.
La defensa de la autonomía de los estudiantes es una de las máximas en todos estos aspectos. De hecho, según el análisis de los expertos, la orientación va «al reconocimiento de los jóvenes como verdaderos socios en la transformación», es decir, como buscadores de soluciones para resolver problemas complejos gracias a su conocimiento y capacidad de liderazgo. Se apoyan también en su creatividad para que se conviertan en aliados indispensables de una educación adaptada al futuro, para lo que hay que dotarles de herramientas que les permitan liberar todo su potencial. A esto se suma la capacidad de adaptarse al cambio de forma rápida, una flexibilidad acorde a los retos sociales, apostando por su resiliencia y curiosidad para aprender de forma independiente para poder prosperar en los entornos laborales del futuro.
La misión sigue siendo empoderar al alumno para que prospere, aportando herramientas y enfoques que fomenten ese pensamiento crítico y uniendo a todos los factores que influyen en la sociedad para abrir a los estudiantes a un mundo cambiante que necesita de su capacidad para ofrecer soluciones.
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