Las cabañuelas de Castillo

Cuando don Alberto Castillo, presidente de la Asamblea Regional, revolucionó las redes sociales de la comunicación institucional con la tradición de las cabañuelas, pocos entendieron que en realidad se estaba deslizando un mensaje de fondo, ligero como una brisa, pero contundente. Una sutil profecía que más allá de lo meteorológico, más allá del saber agrícola, en estas elecciones se ha extendido a lo político, en concreto, a su partido político.

Y como profeta incomprendido en su tierra, tuvo que abandonar como anatema las redes sociales de su partido. Así, creyeron que perdiendo de vista al profeta podrían esquivar los malos augurios y de esa manera obviaron la profecía encriptada. Y es que las cabañuelas para la presente quincena preveían temperaturas muy cambiantes con viento que soplaría con rachas de moderadas a fuertes y de dirección variable.

Para el partido de Albert Rivera, este vaticinio se está cumpliendo a rajatabla. A pesar de la burbuja demoscópica clembuterizada de pasadas elecciones, Ciudadanos y un Rivera, al que auparon como presidente virtual desde la mediocracia, se habían quedado en un techo de 57 diputados en el Congreso. Aunque habían sido bautizados como viento de cambio de la política española, los vientos son cambiantes y las rachas han ido tornando de posiciones moderadas a fuertes. De tal forma, a finales de octubre pasado, el tezánico CIS rebajaba la temperatura de sus escaños a una horquilla de entre 27 y 35 en el Congreso de los Diputados.

Una debacle que hoy la formación naranja hubiera firmado gustosamente. La pérdida en solo siete meses de dos millones y medio de votos a nivel nacional, 47 diputados, y de cien mil votos en la Región de Murcia, quedándose a cero, refleja que el zumo de naranja ha perdido todas sus vitaminas. Hasta el flamante Naranjito caducó y quedó relegado como símbolo en raídas y descoloridas camisetas del Mundial 82 almacenadas por simple nostalgia. Es lo que tiene hacer que la política sea una moda, que la dirección variable te deje fuera de juego.

Cuando el bipartidismo vivía cómodamente con las muletas de los nacionalistas, la crisis impuso la necesidad de que el pluralismo político pudiera cambiar el modelo. Surgieron movimientos y partidos. El sistema gatopardiano se reveló para blindar un bipartidismo: Dos de izquierda y dos de derechas. Así como el PP lanzó un Podemos al lado del PSOE para hacerle un 'sorpasso', el PSOE de un renacido Pedro Sánchez impulsó un Vox por si el 'sorpasso' de Ciudadanos se quedaba en nada.

Y en estas, que la ambición de Rivera convirtió el cambio sensato en algo que ni cambió (salvo de socialdemócrata a liberal) ni fue sensato. Así, la decepción de los votantes de Ciudadanos se puede constatar en que prácticamente la mitad de los votos perdidos en la Región no han ido a parar a ningún otro partido, sino que se han quedado en casa. El sorpasso ha sido de Vox a Ciudadanos.

En la Región de Murcia, la formación naranja ha tenido un toque de atención de primera línea, y esto nos conduce a una pregunta. Una vez debilitada la posición nacional del partido y, por lo tanto, debilitadas las directrices que le llevaron a apoyar la investidura de Fernando López Miras, ¿se plantearán una posible moción de censura apoyando a Conesa y poniendo un ojo sobre lo acontecido en el Mar Menor?

Por otra parte, los resultados del Partido Popular en la Región han sido superados por los de Vox, en cambio en la ciudad de Murcia parece haber resistido. Ante esto, ¿planteará el Partido Popular un cambio en su liderazgo?

Las cabañuelas de Ciudadano Castillo vaticinaron para las siguientes semanas heladas y algún tornado costero. No se lo pierdan de vista porque el panorama regional va a parecer un tornado y más de uno se va a quedar helado. Mientras tanto, vayamos reservando fecha para otras elecciones porque no hay dos sin tres.