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«Ciudadanos lo ha dejado todo muy abierto», advirtió después del primer tanteo José Miguel Luengo, el nuevo hombre fuerte del PP regional, bien sintonizado con López Miras y Teodoro García. Hay buen rollo entre las embajadas negociadoras, pero nadie quiere vender la piel del oso antes de cazarlo. El principal punto de coincidencia es que esto puede ir para largo. La constitución de la Asamblea Regional el día 11 no implica que tenga que existir necesariamente un acuerdo previo de gobernabilidad. En eso convienen todos: se seguirá negociando después. Evidentemente, la composición de los órganos de poder del Parlamento marcará el camino, porque todos tendrán que retratarse votando a las personas que ocuparán la Presidencia y la Mesa, aunque eso tiene un valor ambivalente. A Ciudadanos le bastaría casi con cruzarse de brazos porque sabe que cuenta con el apoyo por anticipado del PP y PSOE para ocupar la presidencia cameral, si lo desea. Eso va de suyo.
Los naranjas tienen todas las bazas a su favor para inclinarse por un socio o por el otro. Es más, puede empezar la legislatura con uno, y cambiar de aliado tantas veces como le permita la ley. Vox le preocupa hasta cierto punto: si frustrara su coalición con el PP, votando en contra, hay 48 horas de por medio para cambiar de caballo y caballero. En un abrir de ojos, Cs se iría con Diego Conesa. El hombre con más poder visible dentro del orbe naranja regional es ahora el diputado Miguel Garaulet, comisionado por el alto mando. Isabel Franco ha quedado eclipsada. Ayer no estuvo en la reunión con el PP, pese a que forma parte del Comité Áutonómico de Pactos. Explican que no acudió porque en la mesa no tenía delante a su 'igual', Fernando López Miras. Pero suena raro, ¿qué sentido tenía acaso incluirla en dicho comité? Francisco Álvarez, que partía el bacalao, también desapareció de escena hace días.
Como en las 'camas calientes' de los submarinos, donde se releva la marinería para dormir, Ciudadanos se verá esta tarde con el PSOE en el mismo hotel donde ayer escenificó su primer ritual de emparejamiento con el PP. Presumiendo que esto no sea un paripé con un guion ya escrito, el equipo negociador de Conesa -cinco- tendrá que emplearse a fondo para jugar su baza y elevar la apuesta del PP. Cs no oculta que su socio preferente es el PP, pero no le faltarán argumentos si tuviera que aliarse con el PSOE.
Diego Conesa debería tomar la iniciativa porque tiene a algunos sectores y afines descolocados y despistados, después de que dijera que esperaría al lunes para reunirse con Ciudadanos. Demasiado tarde para muchos, incluso para los negociadores naranjas, que quieren tener antes las claves que necesitan para saber a qué atenerse. A fuerza de mantener el suspense, uno se puede encontrar con la sorpresa de que la película ya ha terminado. Estamos en una situación insólita en la política regional.
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