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Donald Trump se ha anotado una pequeña victoria moral en su guerra arancelaria que mantiene ahora Estados Unidos con su vecino del norte. Tras comenzar ... el martes anunciando que iba a duplicar hasta el 50% los aranceles que ya preveía imponer al acero y al aluminio canadienses, a última hora de la jornada abrió la puerta a dar marcha atrás en su decisión, que ya había trastocado los mercados bursátiles durante todo el día. «Lo estoy considerando, pero probablemente sí» retire su decisión de encarecer esos gravámenes, dijo el controvertido presidente desde la Casa Blanca a preguntas de los periodistas.
Pero, ¿qué había ocurrido entre medias de ese cambio de postura? Pues seguramente lo que el magnate inmobiliario esperaba. La provincia canadiense de Ontario había decidido imponer un arancel del 25% a la electricidad que exporta a EE UU, sobre todo a los estados de Michigan, Nueva York y Minnesota. Era una respuesta, en buena medida previsible, auspiciada por el Gobierno de Ottawa a la guerra comercial que semanas atrás había iniciado Trump contra ellos. Sin embargo, al ver que el líder republicano no solo no se arredraba en su ofensiva, sino que la elevaba potencialmente, las autoridades de Ontario resolvían finalmente suspender su nueva tasa energética sin abundar en explicaciones.
Antes y en previsión de que Canadá le mantuviese el pulso arancelario, el político norteamericano había anunciado que declararía la emergencia nacional sobre la electricidad en la zona «amenazada» por la medida fiscal referida, lo que permitirá a Washington «hacer rápidamente lo que se debe hacer para aliviar esta amenaza abusiva de Canadá». En esta línea, amenazó con imponer a Canadá una batería extra de tasas si no retiraba sus «aranceles atroces». Y apuntó directamente a un «aumento sustancial» a partir del 2 de abril del gravamen a los automóviles que ingresan al país. Esta medida, precisaba, está encaminada a «cerrar permanentemente el negocio de la fabricación de automóviles en Canadá».
Para el inquilino de la Casa Blanca, Canadá «paga muy poco» por su seguridad nacional y «depende» de EE UU en materia militar. Según sus cálculos, está «subsidiando» a Ottawa con «más de 200.000 millones de dólares al año», lo que a su juicio, no tiene sentido a menos que Canadá se convierta «en nuestro querido estado 51», defendió. No es la primera vez que Trump bromea con esta idea. Ya la sugirió a finales de noviembre, cuando -según la cadena conservadora Fox News- propuso en una cena en su complejo de Mar-a-Lago que la fusión de ambas naciones resolvería sus preocupaciones sobre el tráfico de fentanilo y frenaría el flujo de migración ilegal, un problema que afecta en gran medida a la frontera sur de EE UU.
«Esto haría que todos los aranceles y todo lo demás desaparecieran por completo. Los impuestos de los canadienses se reducirían sustancialmente, estarían más seguros militarmente y en otros aspectos que nunca antes, ya no habría problema en la frontera norte y la nación más grande y más poderosa del mundo sería más grande, mejor y más fuerte que nunca y Canadá sería parte de eso», agregó este martes. En este sentido, Trump aboga ahora por borrar la «línea artificial de separación trazada hace muchos años» entre ambos países, lo que produciría la nación «más segura y hermosa del mundo, y el himno canadiense serviría para representar a un gran y poderoso estado dentro de la nación más grande que el mundo haya visto jamás».
La respuesta por parte de Canadá no se hizo esperar. El primer ministro de Ontario, el conservador Doug Ford, daba la réplica en la red social X reiterando que hasta que la amenaza de las tarifas comerciales no desaparezca, no retrocederán. «Los aranceles del presidente Trump están provocando el caos. Los mercados se están hundiendo. Tiene que retirar sus aranceles y sentarse a la mesa a negociar un acuerdo comercial justo. Hasta que no lo haga, no daremos marcha atrás», advirtió. Pero sí lo hicieron después de que el secretario de Comercio estadounidense, Howard Lutnick, haya accedido a reunirse con el líder provincial este jueves en Washington para abordar las relaciones económicas a ambos lados de la frontera.
En cualquier caso, el enésimo órdago de las políticas proteccionistas de Trump contra Canadá volvió a pesar, una jornada más, en el ánimo de los inversores. Tras el batacazo bursátil del lunes, cuando las bolsas sufrieron una oleada de ventas a ambos lados del Atlántico con el pánico a una recesión en Estados Unidos como telón de fondo, los principales índices bursátiles están digiriendo con más pérdidas el nuevo anuncio. Si bien las caídas fueron tan pronunciadas como el lunes, cuando el Nasdaq se desplomó un 4%, a cierre del mercado europeo el S&P 500 y el Dow Jones retrocedían alrededor de un 1% y el índice tecnológico se dejaba cerca de medio punto porcentual.
Los analistas apuntan a que la máxima volatilidad en este mercado y la incertidumbre sobre las políticas arancelarias y la estrategia geopolítica de Donald Trump ha acelerado el trasvase desde las acciones estadounidenses a las europeas, menos sobrevaloradas en algunos casos y donde ahora se observa potencial en compañías ligadas a sectores como el de defensa. Los principales mercados del Viejo Continente repitieron otra sesión en números rojos con pérdidas superiores al 1%, mientras que en el caso del Eurostoxx y del Ibex eran del 1,5%. En concreto, el selectivo español perdió la cota de los 13.000 puntos penalizado por IAG y Grifols, que se anotan pérdidas de más del 6%.
Trump, ajeno al enfado en los mercados, restó importancia a las recientes pérdidas en la Bolsa estadounidense y descartó que EE UU vaya a entrar en recesión por sus amenazas arancelarias.«No lo veo en absoluto. Creo que este país va a prosperar», dijo este martes desde la Casa Blanca, añadiendo junto al magnate tecnológico Elon Musk, ahora asesor suyo para los recortes presupuestarios, que los mercados «subirán y bajarán», pero que la economía será «real» y no «ficticia».
Al margen de las bolsas, donde se está observando una mayor reacción al temor a la desaceleración en Estados Unidos es en el mercado de divisas. Con la debilidad del dólar, el euro coge carrerilla y el cruce entre ambas monedas se sitúa en 1,09 dólares por primera vez desde la victoria electoral del magnate en noviembre pasado.
El movimiento apunta a que los inversores empiezan a descontar ya que la Reserva Federal de EE UU tendrá que plantearse retomar las bajadas de tipos de interés para evitar la recesión. Una idea que hasta hace pocas semanas estaba completamente descartada. Es más, el organismo presidido por Jerome Powell se ha mantenido siempre firme frente a las amenazas de Trump que, ahora -y aunque sea a costa de un menor crecimiento- podría alcanzar su objetivo de forzar a la Fed a los recortes en la tasa de referencia.
A la fortaleza del euro -que la semana pasada subió casi un 4,5% frente al dólar y ya avanza más de un 6% desde mediados de febrero cuando rozó la paridad- también contribuye ese cambio estructural en la estrategia de inversión en Europa, con una política fiscal que ahora pasará a ser expansiva para fortalecer el sector defensa y que podría hacer renacer de nuevo a la economía alemana.
«Alemania se enfrenta a graves problemas estructurales, desde el fin del gas ruso a bajo coste hasta el colapso de la industria automovilística y la falta de demanda de China, un mercado clave. Pero los consumidores alemanes han respondido fomentando el ahorro y reduciendo lo que gastan y la perspectiva de una inyección fiscal sostenida debería aumentar la confianza de los consumidores y animarlos a comprar», apunta Steven Bell, economista jefe para EMEA de Columbia Threadneedle Investments, en una nota a clientes.
En todo caso, el consenso opta por la prudencia. «Es probable que el mercado siga manteniéndose muy errático a corto plazo, marcado por la preocupación sobre la situación geoestratégica y el efecto de la política arancelaria en las cifras futuras de crecimiento, inflación y, eventualmente, en los beneficios empresariales», indican los analistas de Bankinter.
Con ese telón de fondo, los inversores huyen del riesgo y se centran en activos considerados refugio como el oro que, frente a las fuertes caídas que estas semanas están registrando los criptoactivos como el bitcóin, está viviendo su particular rally. El precio de la onza en el mercado de futuros no hace más que renovar máximos, acercándose ya a la barrera de los 3.000 dólares.
«Dada la actual inestabilidad geopolítica y la escasa visibilidad en materia de derechos de aduana, parece que el contexto sigue siendo especialmente alentador para activos como el oro o el franco suizo», apunta François Rimeu, estratega de la firma Crédit Mutuel AM.
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