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La sequía y las altas temperaturas registradas esta primavera han vuelto a provocar el anticipo de la vendimia este año, una situación que se viene ... reiterando desde hace varios años y que amenaza con mermar la producción hasta un 50%. En concreto, desde 2019, antes de la pandemia, se ha adelantado hasta tres semanas y, con respecto al pasado año, entre 7 y 10 días, revela el presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida (DOP) de Jumilla, Silvano García. En cambio, su homólogo de Yecla, Rafael Verdú, asegura que en su circunscripción se inició la recolecta hace 15 días, mientras que el máximo representante del organismo equivalente de Bullas, Francisco Carreño, avisa de que ya se está produciendo desde hace muchos años. «Este adelanto no es fruto del calor de julio, realmente todo comenzó en marzo, puesto que fue una primavera muy calurosa, que hizo que el ciclo natural de la viña se adelantara y, desde ese momento, la planta ha seguido evolucionando hasta madurar, porque no hemos tenido días de 'refresco' que hicieran que ese proceso se ralentizará. Si se añaden las olas de calor de julio, el resultado es la vendimia más temprana que yo recuerdo», explica Bartolo Abellán, enólogo de la bodega Juan Gil.
La semana pasada ya se comenzaron a recoger las variedades blancas y se espera que la vendimia esté en plena marcha a principios de septiembre. «Estamos ante la vendimia más larga de nuestra historia seguro y, posiblemente, también a nivel nacional seamos unas de las bodegas en las que más se extienda el proceso de toda España, comenzamos el 1 de agosto y terminaremos, como en otros años, a principios de noviembre», prosigue Abellán. «A lo largo de estos meses, la realidad a la que nos enfrentamos es tener que hacer dos vendimias, puesto que tendremos que ir adaptándonos a los tiempos que marque el viñedo y, tal y como ha discurrido este año desde la primavera, estoy convencido de que para mantener la calidad de nuestra uva y nuestros vinos tendremos que hacer ese sobreesfuerzo», advierte el experto.
Según los presidentes de la DOP Jumilla y Yecla, la merma podría rondar entre el 15% y el 40%, aunque ambos precisan que todavía es pronto para confirmar esas predicciones, mientras que el de Bullas estima que disminuirá la recogida al menos un tercio de la producción. En esa misma línea se encuentra Jesús Villaplana, presidente de Coag-Jumilla, que desvela que los bodegueros le han notificado que la pérdida rozará el 50% en viñedos de secano y el 15% de regadío. « El sol ha pegado fuerte y se ha evaporado mucha agua , mientras que los viticultores tampoco pueden regar con mucha agua», recalcó Villaplana. «Estamos ante un mes de agosto crucial. Si llueve, estaremos hablando de que la monastrell estará en condiciones de mantener tanto la calidad como la cantidad, pero si continúan las olas de calor y no hay lluvia, se hablará de mermas muy importantes», alerta Abellán.
El presidente de la DOP Yecla ilustra el adelanto de la vendimia recordando que antes, cuando llegaba la fiesta del Pilar, el 12 de octubre, aún se estaba vendimiando, mientras que ahora duda de que quede alguien recogiendo uva en esa fecha. «Tenemos una cosecha bastante adelantada. Las lluvias a finales de primavera nos engañaron, las plantas brotaron mucho, pero las uvas no llegaron a cuajar», subrayó Verdú.
Sin embargo, Abellán remarca que el anticipo de la vendimia conlleva un incremento de los gastos, ya que el periodo se alarga más tiempo y se debe contratar a más cuadrillas. «La campaña arranca antes para acabar en los mismos plazos, de lo que resulta un coste más elevado», destaca el enólogo. Por su parte, el presidente de la DOP de Jumilla dice que en algunas parcelas seguramente se deba vendimiar dos veces, puesto que ha llovido de distinta manera en una misma zona. «Hay dos ciclos de maduración diferentes en el mismo viñedo; la vendimia dura bastante porque hay muchos microclimas», asevera García.
Otra incógnita causada por las inclemencias meteorológicas se encuentra en la calidad de la uva. El presidente de la DOP Bullas cuenta que, al haber poca humedad en las tierras, apenas ha habido plagas de hongos. «Hoy en día influye más la elaboración del vino que la calidad de la uva», explica Manolo Martínez, propietario de las Bodegas Serrano de Pozo Estrecho, quien pronostica una disminución de producción en torno al 30%.
El Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medioambiental (Imida) ha registrado seis nuevas variedades de uva de vinificación procedentes de la monastrell, cinco tintas y una blanca, más resistentes al cambio climático y de una gran calidad, al cuadriplicar la cantidad de fenoles. El consejero en funciones de Agua, Agricultura, Ganadería y Pesca, Antonio Luengo, destacó que «este proceso desarrollado por los investigadores del Imida, que ha durado 23 años, supone un hito, para el primer centro de investigación de España que lo logra».
Las variedades tintas registradas se caracterizan por tener una mayor calidad fenólica, lo que implica una mayor calidad de los vinos y les confiere unas cualidades sensoriales diferentes con un intenso sabor y cuerpo, muy equilibrado. Una de ellas permite, además, la elaboración de vino con menor graduación alcohólica. Por su parte, la nueva variedad blanca se caracteriza por su calidad aromática, acidez y frescura.
El equipo de Enología y Viticultura, liderado por Rocío Gil, ha colaborado con bodegas de las tres denominaciones de origen, que ya las tienen plantadas a nivel experimental. También se están llevando a cabo, en colaboración con el equipo de Mejora Genética, la selección de nuevas variedades siguiendo otros objetivos como que sean resistentes a estreses bióticos, como oídio y mildiu, o abióticos, como la sequía, o la obtención de nuevas variedades sin semilla que darán lugar a vinos de menor graduación alcohólica.
Estas variedades están adaptadas al nuevo escenario climático, al mismo tiempo que permitirán llevar a cabo una viticultura más sostenible y adecuada a los gustos de los consumidores. Las parcelas experimentales están ubicadas en la finca Hacienda Nueva, de Cehegín.
El Imida dispone de una bodega experimental en Jumilla, creada en 1987, para elaborar vinos de las nuevas variedades. Sus instalaciones cuentan con la infraestructura necesaria: equipo de frío, depósitos de acero inoxidable de diferente capacidad, sótano para crianza, cámaras isotermas, prensas neumáticas, despalilladora y estrujadora con bomba de vendimia.
Los presidentes de la DOP de la Región de Murcia desconocen realmente si aumentarán los precios de los caldos debido a la caída de la producción, aunque creen que se mantendrán. Aseguran que las existencias y el comportamiento del consumidor influyen en su coste. «Si hay menor cantidad, dependerá de la necesidad de las bodegas, que suelen tener existencias, y los contratos que tengan con los agricultores», explica Silvano García, de Jumilla. Para Francisco Carreño, de Bullas, el precio se apoya en las condiciones del mercado y el consumo. «No creo que suban porque las bodegas guardan mucho vino; por eso, nos enfocamos mucho en las exportaciones. Además, los clientes cada vez consumen menos en la Región y el gran consumo está dominado por vinos baratos», recalca Carreño.
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