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La mayoría de las empresas radicadas en la Región facturan por debajo de los 300.000 euros y el grueso tiene entre uno y ... cinco empleados, según el análisis de la herramienta Insight View, desarrollada por Iberinform. Contabiliza 120.903 firmas con sede regional, de las que 58.926 están activas. De estas últimas, 8.049 facturan entre 0 y 300.000 euros y son mayoría las que tienen entre uno y cinco empleados (12.762). Pero hay una cifra llamativa en esa base de datos: la Comunidad tiene 10.369 mercantiles sin ningún trabajador a su cargo. Eso, señala un economista, «nos convierte en caldo de cultivo o carne de cañón para los fondos de inversión porque al ser tan pequeñas son fáciles de comprar». Y esto es justo lo que ya se está viendo, sobre todo, en sectores como la agricultura y el transporte.
Y no sólo eso. La semana pasada, el 35 Barómetro del Colegio de Economistas concluyó que el elevado peso de las pequeñas empresas regionales y su escasa digitalización dificulta el desarrollo e implantación de la inteligencia artificial, una tecnología que está llamada a transformar la economía en el futuro inmediato. Por el contrario, sólo 51 compañías activas tienen más de 500 empleados y hay una minoría (131 activas) que facturan por encima de los 60 millones.
En cualquier caso, no se trata de una situación exclusiva de la Región. «En España hay más de tres millones de empresas y sólo 5.000 y pico tienen más de 250 trabajadores, que es la línea roja que las separa de las pymes. «El 99,8% de las empresas tienen menos de 250 trabajadores», señala Ramón Madrid, decano del Colegio de Economistas.
Ramón Madrid
Decano Colegio de Economistas
Desde la plataforma empresarial Iberinform inciden en que desde el punto de vista de su riesgo de crédito comercial, las empresas con una facturación reducida son especialmente vulnerables a la incertidumbre del entorno económico. «Aunque las pequeñas son fundamentales para la economía local, la predominancia de un tejido productivo sin tamaño puede limitar el crecimiento económico, la creación de empleo y la innovación». Esto se debe, recalcan, a que estas empresas enfrentan mayores dificultades para acceder a fuentes de financiación externas, lo que restringe su capacidad para invertir en tecnología, expandirse y mejorar su productividad. «La falta de recursos puede impedirles adaptarse rápidamente a cambios en el mercado, lo que aumenta su vulnerabilidad ante crisis económicas».
En la misma línea, Ramón Madrid, decano de los economistas murcianos, aclara que el hecho de que muchas sociedades no tengan ni un solo trabajador a su cargo tampoco es exclusivo de la Región. El año pasado la mitad de las mercantiles regionales estaba en esa misma situación y eso, unido a que la mayoría son pequeñas empresas «nos condena en I+D+i, en temas de conocimientos, de rentabilidad e internacionalización», lo que se traduce en que no podemos competir en mercados que requieren un tamaño necesario y, por tanto, básicamente existe una dificultad para la negociación con grandes sociedades. «Una empresa que facture 10 millones no puede competir con una gran cadena de alimentación. Puede venderle, pero no está compitiendo en el mercado», independientemente de que el producto que se ofrezca sea bueno, incluso una exclusiva y se pueda vender muy bien.
Para Madrid, el tamaño de las empresas lo facilita todo y «es fundamental y básico para su supervivencia». Por ejemplo, en temas de conciliación, «es difícil que una empresa que tenga dos empleados pueda conciliar porque si no es uno es otro y si alguien se pone enfermo, qué se hace». Lo mismo pasa con la igualdad, insiste.
Según explica, si la empresa no tiene «un tamaño», se le hace cuesta arriba la innovación porque no tienen capacidad de crear un departamento dedicado a ello en exclusiva. Lo mismo pasa con Recursos Humanos, Calidad o Digitalización, en un contexto en que ya hay otras que están trabajando con inteligencia artificial. «¿Cuándo va a llegar a eso las pequeñitas? Cuando las mayores quieran o cuando esos modelos estén obsoletos». En resumen, tener un tejido empresarial marcado por compañías pequeñas «nos conduce a un ritmo de crecimiento muy lento», eso sin hablar de que estamos en un mercado cada vez más global en el que cuentan mucho la competitividad y la productividad. «Pero para estar en las plataformas de ventas hay que tener un tamaño. Si no tenemos un producto exclusivo, duraremos lo que podamos durar», pero siempre se corre el riesgo de ser engullidos por un fondo de inversión, recalca. A su juicio una solución pasa por formar empresas mayores uniendo a las pequeñas, pero eso va en contra de la idiosincrasia de una parte importante del tejido empresarial español, que no ve la posibilidad de crear sociedades de esta forma, concluye.
Economistas y empresarios coinciden en que no hay ventajas cuando se es pequeño en un mundo globalizado y por eso las administraciones públicas deberían destinar recursos a ayudar a que las mercantiles crezcan. Aunque hay matices porque no todos los sectores exigen ser grandes. Por ejemplo, una agencia que organiza rutas turísticas en Águilas no necesita 40 personas para funcionar, explica Salvador Marín, director del Servicio de Estudios del Consejo General de Economistas de España (CGE). No se trata, añade, de que todas las empresas sean grandes. «Cuanto más empresas pequeñas tengas, más difícil es que tu economía sea más competitiva. Tampoco es bueno tener todas grandes. Tiene que estar el mercado diversificado. Tiene que haber competencia», dice.
Hay consenso en que a las pymes españolas les falta tamaño, apunta José Luis Martínez Lázaro, presidente emérito de la Asociación Andaluza de Empresas Familiares. «La Administración debería facilitar el crecimiento de las 'middle market' o empresas de tamaño intemedio, quitando ciertas trabas administrativas y favoreciendo la agrupación de empresas vía fusión o adquisición», dice.
En esta misma línea, Marín sugiere que las Administraciones deberían «mimar» el tramo de 50 trabajadores a 250. «Tendríamos que tener empresas de esa escala. Hay que incentivar que puedan crecer; quitarles las barreras fiscales para el crecimiento cuando pasas de un tramo a otro; permitirles que contraten trabajadores sin tanta carga adicional en los primeros cambios. Eso podría ser una buena visión de dinero público que se dedicara a esto», recalca Marín. Y destaca que cuando una empresa crece le es más fácil innovar; lo tiene más fácil para atraer talento y para ser competitivos en proyectos privados y públicos.
El catedrático de Economía Financiera de la UMU Samuel Baixauli defiende que el mayor factor inhibidor de la innovación tecnológica es la financiación. «Las pequeñas empresas requieren del apoyo de las instituciones públicas y financieras. La ausencia de innovación complica la supervivencia por la dificultad de ser competitivo en el medio plazo. Es fundamental que se incentive».
La patronal Cepyme exige «un esfuerzo por parte de las instituciones para apostar por políticas que impulsen el tamaño de las sociedades más pequeñas». Según explican fuentes de la Croem, llegar a la media europea de seis trabajadores tendría un importante efecto económico. «Facilitar el crecimiento de las pymes españolas es una tarea que va en beneficio de todos: empresas, trabajadores, Gobierno y la sociedad». Además, apuntan que la Región no es un caso excepcional en cuanto a pequeñas empresas. En España el 99% de las empresas son pequeñas y tienen menos de 50 trabajadores. En Europa tampoco es excepcional.
Miriam Fuertes, presidenta de la Cámara de Comercio de Murcia, considera que el tamaño puede importar o no, en función de lo que tratemos. «Pero si es de productividad, la respuesta es clara, el tamaño importa y mucho». Parte de que solo el 0,16% del tejido empresarial en España son grandes compañías. «El resto son pymes y micropymes. Los recursos y capacidad que tiene una pequeña empresa son mucho menores y limitan su productividad y su capacidad de crecimiento». Y aunque se piense que esto es un asunto meramente empresarial, trasciende a la sociedad, porque, según argumenta desde la Cámara de Comercio, «la baja productividad es la que explica, por ejemplo, que la riqueza de los ciudadanos no haya aumentado en los últimos 20 años en España y en ese 'ranking' estemos siempre por detrás de nuestros vecinos europeos». En este sentido, ponen el acento en que las empresas cuando crecen, se vuelven productivas y viceversa, son más productivas porque crecen en tamaño. «Es una clara relación bidireccional».
Desde la Cámara recalcan que el acceso a la financiación, por ejemplo, ayuda a las empresas a crecer, a invertir en innovación o en formación y constituyen ingredientes básicos para aumentar la productividad. «Cuanto más pequeña sea la empresa, más obstáculos tendrá en obtener esa financiación. Puede depender mucho del crédito bancario y, por tanto, de tener garantías».
De ahí que las empresas grandes tengan mayor capacidad para invertir en I+D+I, propiedad intelectual, organización interna, procesos, tecnología… garantías que mejoran su productividad además de poder conseguir economías de escala con el tamaño y producir a menor coste, lo cual revierte directamente en el aumento de su competitividad.
«Por todo ello es necesario concienciarnos de la importancia del crecimiento empresarial y apoyarlo desde todos los ámbitos sociales», concluye la presidenta de la Cámara de Comercio.
En sintonía, Antonio Pedraza, presidente de la Comisión Financiera del Consejo General de Economistas de España (CGE), defiende que el 97% de las empresa españolas son pequeñas, y, por tanto, les afecta más la subida de materias primas, electricidad, costes laborales, salario mínimo interprofesional (SMI) y acceso al crédito en condiciones aceptables. Está todo ello conminando al cierre de muchas. La subida del SMI en tres años, cerca del 40%, es inaguantable. Sobre todo las que tienen menos de 10 empleados, donde energía y costes salariales superan el 50-60% de sus gastos. «Así y, con limitado acceso al crédito, menor acceso a nuevas tecnologías, menor capacidad exportadora… ¿Quién resiste?».
La recién nombrada consejera de Empresa, Empleo y Economía Social, Marisa López Aragón, contextualiza el dato sobre el número total de empresa pequeñas que hay en la Región y destaca la tendencia a la reducción del peso de las pequeñas en la economía. En declaraciones a LA VERDAD, destaca que su proporción es similar a la del resto de España, pero (y es un pero muy importante) «somos la segunda comunidad autónoma donde menos peso relativo tienen, incluso si se nos compara con la media europea. «Lo que se viene observando, en el caso de la Región, es una tendencia a la reducción de ese peso específico, a una mayor velocidad de lo que lo hace la media nacional. Esto puede ser consecuencia, entre otros factores, de las políticas que el Gobierno regional está implementando y que tratan de fortalecer el tejido productivo y consolidar proyectos empresariales innovadores, lo que supondrá también un aumento de tamaño de las empresas», dijo.
López Aragón insiste en que desde el Ejecutivo regional se están implementando numerosas medidas de financiación, apoyo a la creación y consolidación de empresas, etc., y por ello, la Región cuenta con una tasa de creación de empresas dos puntos por encima de la media de las provincias. «Además, la tasa de cierre de empresas es inferior a la media nacional, lo que confirma que vamos en la buena dirección», señaló la nueva titular del departamento.
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