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No discutiría con Bill Clinton o con Núñez Feijóo sobre cuál es la más bella puesta de sol del mundo, porque ninguno de los dos ha visto anochecer en la bahía de Mazarrón desde la taberna 'Antípodas' de La Azohía (Cartagena), o desde la cima del yacimiento de La Almoloya (Pliego), pero no se me ocurriría negar la mágica hermosura del crepúsculo en la Alhambra o en Finisterre. Arranco estas líneas parafraseando el fallido chascarrillo del líder del PP (alguien debió advertirle de que el humor gallego y el granadino tienen difícil encaje, y menos en el Albaicín durante campaña electoral) para reivindicar el privilegiado patrimonio natural que aún atesora nuestra Región. Tan inmensamente rico y diferenciador que resulta trágico comprobar cómo gran parte de nuestra vida pública está hoy condicionada por la degradación del Mar Menor, un ecosistema único en Europa al que hemos llevado al límite de su supervivencia. Por eso no estamos en condiciones de proclamar que vivimos en la mejor tierra del mundo, como suele decir el presidente regional.
De igual modo, tampoco cabe hablar de que la nuestra es una comunidad fallida, como proclaman los más agoreros y descreídos. En las cuatro décadas de Estatuto de Autonomía hemos mejorado significativamente en gobernanza democrática y hemos multiplicado por siete el PIB regional, aunque todavía seguimos a la cola en renta por habitante. A lo largo de los años, las estadísticas sobre indicadores de desarrollo nos colocan inexorablemente en los vagones traseros, lastrados por una mala financiación autonómica derivada de un mala negociación en el traspaso de competencias y de un modelo territorial que con el tiempo se ha demostrado objetivamente injusto e insuficiente. El Día de la Región que hoy celebramos debería servir como jornada de celebración, pero también como acicate para fijarnos metas más ambiciosas a las que deberíamos aspirar. Esta tierra se merece más.
La Redacción de LA VERDAD fue testigo del momento histórico que vivieron los murcianos hace 40 años, y que hoy recuperamos en una crónica hilvanada con los testimonios de algunos protagonistas políticos que intervinieron en la gestación de este proyecto. Es verdad que el autogobierno regional no nació de un deseo social generalizado por disponer de instituciones propias, sino al calor de la Transición hacia la democracia, aunque una inmensa mayoría de murcianos sigue apostando por el modelo autonómico. Incluso ahora que estamos inmersos en una legislatura que ha supuesto un retroceso en materia de buena gobernanza.
Todo cuanto se avanzó en materia de transparencia, participación y sobre todo de voluntad de pacto político en aras del interés general ha quedado muy atrás en estos últimos tres años. Una moción de censura fallida, un Gobierno abocado a la incorporación de tránsfugas para garantizar su estabilidad, una Asamblea atomizada que se parece muy poco a la que salió de las urnas y un nuevo Estatuto, originalmente pactado por todos los grupos, pero que no ha prosperado por intereses partidistas, marcan un convulso periodo de nuestra vida en común. No perdamos, sin embargo, la perspectiva histórica. Desde 1982 hemos transitado entre luces y sombras con un balance, a mi juicio, claramente positivo. Este suplemento elaborado por los periodistas de LA VERDAD pretende ser una mirada retrospectiva para saber de dónde venimos, dónde estamos y a dónde queremos llegar. ¡Feliz Día de la Región!
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