El UCAM vuelve a hundirse y regalar un partido

Booker había anotado una de esas canastas que solo él parece ser capaz de encestar para poner la máxima ventaja del choque a menos de seis minutos de que finalizara el tercer cuarto. Martínez, viendo el lenguaje corporal de los suyos y el silencio del Nou Congost, pedía tiempo muerto. «No nos rindamos», pedía. El orgullo era lo que había que mantener. Nadie podía exigir ganar aquel partido ante un equipo superior y con todo un quinteto en la enfermería. Mitrovic, claramente motivado por estar jugando ante su exequipo, lideró la reacción.

Pico y pala que no parecía traer graves consecuencias. Pero las trajo. Fundamentalmente porque el UCAM cayó en los mismos errores defensivos, especialmente en el universal 'pick and roll' manresano y la mala rotación en el pase extra. Van once jornadas de liga y la sensación sigue siendo que los jugadores no tienen claro cómo realizar segundas y terceras ayudas y que las llegadas desde el lado fuerte condenan a recibir una canasta desde el exterior. Los datos dejan al descubierto una nueva deficiente gestión de la ventaja: Manresa llevaba dos triples en tres cuartos. Anotó siete en el último periodo, diez minutos en los que sumó 37 puntos. La única vez que el UCAM dejó de estar por delante fue con el triple ganador de Magarity, totalmente solo en la esquina.

Y es que en el claro dominio universitario los 25 minutos previos al descalabro siempre pareció que el UCAM no estuviera haciendo todo el daño que podía ante un rival muy mermado. No hizo falta la mejor versión de Booker para poner tierra de por medio, pero sí después para responder a Manresa. Y no apareció. También Luz volvió a dejar que desear en un final apretado de partido, con una intensidad que parecía poderle más a él que al rival cuando en un momento más cómodo del partido le había valido para minar la moral a Cvetkovic.

Cate, que hizo el partido de su vida con 27 puntos, 9 rebotes, 38 de valoración e innumerables acciones de carácter, no merecía un final así. Tal vez sí Luka Mitrovic, la llama que avivó la esperanza manresana cuando esta parecía agotada. El serbio se hartó de anotar canastas cerca del aro como en sociedad con Dani Pérez -¡16 asistencias!- gracias al agujero defensivo murciano a partir de un bloqueo central. Pero fueron cuatro triples, las últimas cuatro canastas del Manresa, las que remontaron un choque que muy hasta el final no pareció ser posible. Dos de ellos por errores defensivos de bulto, los otros dos por pizarra.

Séptima derrota del UCAM esta temporada y tercera de las que jamás debieron darse.