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Hasta aquí la aventura europea de la temporada 2024-25. El UCAM cayó ante el Nymburk y el Nanterre ganó en Szombathely al Falco para ... despedir de forma tan prematura como merecida a un equipo que ha llegado al momento clave de la temporada en su peor momento. Después de ser equipo de 'Final Four' la temporada pasada y presentarse en esta como candidato para llegar tan lejos como nadie, el UCAM ha sido una de las decepciones de esta Champions League en un 'top 16' en el que no pudo resolver peor los días más clave. Perdió claramente el duelo de favoritos en la República Checa ante el Nymburk (85-70), desperdició la semana pasada la oportunidad de llegar a la última jornada ya clasificado y dependiendo de sí mismo para ser primero perdiendo más balones que en toda la temporada (22) en Nanterre (76-73) y, esta noche, cuando una victoria le metía en los cuartos de final, firmó su anotación más baja del curso entre las dos competiciones (60) y su peor porcentaje de tiros (32,1%).
UCAM Murcia
Hakanson (4), Ennis (10), Kurucs (4), Gates (6) y Birgander (5) -quinteto titular- García, Sant-Roos (6), Radovic (2), Radebaugh (15), Daigne (3), Stephens (4) y Antetokounmpo (1).
60
-
76
ERA Nymburk
Brown (13), Birts (11), Bohacik (0), Bishop (8) y Kriz (2) -quinteto titular- Holt (4), Svoboda (0), Sehnal (7), Ceaser (7), Shumate (6), Rylich (3) y Hruban (15).
Parciales: 19-12, 11-22 (30-34), 14-27 (44-61) y 16-15 (60-76).
Árbitros: Gvidas Gedvilas (Lituania), Gatis Salins (Letonia) y Gintaras Maciulis (Lituania).
Incidencias: Palacio de los Deportes de Murcia, 6.318 espectadores. 6ª jornada del grupo L del 'top 16' de la Champions League.
Y el lenguaje no verbal del equipo de Sito Alonso es, por momentos, un estruendo indicador de que algo no va bien. Esta noche, el UCAM se mostró de lo más frágil cuando, en el segundo cuarto, se estrelló una y otra vez contra la muralla defensiva de un Nymburk que volvió a sacar de la pista de los murcianos para no recomponerse en ningún momento. La segunda parte fue un continuo sufrimiento para unos jugadores que se miran entre sí en búsqueda de soluciones no encontradas, forzados una y otra vez a tiros que no querían al límite de los 24 segundos y viendo cómo el Nymburk no solo hacía del Palacio su casa, arrasaba con el frigorífico, le quitaba las zapatillas de estar por casa y ponía los pies encima de la mesa.
Un partido y una eliminación los de esta noche que no solo son un drama en sí mismos, también ponen en cuestión la reconfiguración de una plantilla de la que con el tren en marcha salieron cuatro pasajeros y los que se han montado no han provocado el estímulo deseado. Llegó pisando fuerte Gates, pero, pasado el poder de la novedad, se ha diluido. Y ese mensaje generalizado de apretar las tuercas que se pretendía dar a la plantilla no parece haber calado en esta, pues el UCAM está acostumbrando peligrosamente a su afición a dar su peor versión el día menos indicado.
Hoy, con las entradas a 5 euros con la intención de presentar una olla a presión contra el Nymburk, un Palacio lleno de calvas en una grada de 6.318 espectadores apenas fue un golpe de microondas. Era el primer partido en casa después del estrépito ante el Girona (64-76) y la imagen del equipo nunca enganchó a una masa social que, cuando quedaban cinco minutos para el partido y Sito Alonso pidió su último tiempo muerto, comenzó a abandonar entre pitidos el partido.
Las cuatro anotaciones más bajas de la temporada han sido en el Palacio. Y, con este ánimo encima, el UCAM vuelve a jugarse otro partido al límite este sábado a las 18.00 ante el Andorra.
Mal arrastrado toda la temporada, el UCAM fue demasiado vulnerable a las primeras dificultades. Suyo fue un primer cuarto de mucha casquería y poca anotación hasta la entrada en juego de un Radebaugh que metía todo lo que tiraba (tres triples), impulsando un parcial de 14-0 (19-8, minuto 9) que cortaba un circense Brown para el que Hakanson no era el mejor defensor (19-12, final del primer cuarto).
Sito tenía el gesto torcido. Ya había empezado el partido con un rifirrafe con Birts y, aunque su equipo ganaba, los cinco rebotes ofensivos en cuatro minutos no eran buena señal. En el segundo cuarto, un Tabellini que también apretaba a los árbitros (los dos recibieron técnica) puso una defensa en zona que se cerraba mucho a cada balón que el UCAM metía al poste bajo. El balón se estrellaba con el aro, el Nymburk corría y un parcial de 2-13 le ponía por delante (25-28, minuto 16). De nueve tiros libres que lanzaba el UCAM solo metía cuatro, la tercera falta de Birgander disparaba los nervios y el 2+1 de Brown sobre un bisoño Antetokounmpo casi sobre la bocina de la primera parte ya dejaba el ambiente enrarecido (30-34).
Y apenas unos segundos tardaron esas malas sensaciones en confirmarse. Shumate anotaba un triple en el primer ataque checo, Gates fallaba el suyo y Hruban metía otro. Tiempo muerto a los 42 segundos. Radebaugh, tocado con una varita, metía otros dos triples para hacer ya cinco sin fallo (38-44, minuto 25), pero eran fogonazos que salían de la mediocridad ofensiva de un equipo obligado continuamente a jugar muy lejos del aro y consumir muchos segundos para alcanzar alguna ventaja de difícil aprovechamiento, dado el sobresaliente nivel de ayudas defensivas de un equipo checo sin miedo al contacto.
Un aumento de la intensidad defensiva provocó algunos errores que llamaron a la esperanza cuando Sant-Roos metía un triple en contraataque después de la primera diferencia de dos dígitos (43-50, minuto 28), pero era la antesala a dos minutos que dieron al traste con todo. El UCAM terminó el tercer cuarto con un parcial de 0-11 provocado por tres pérdidas y que dieron lugar a canastas muy fáciles (44-61).
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La derrota se asumía y las noticias de Szombathely eran las peores, con el Nanterre remontando su partido. Sito quemó las naves metiendo en pista al capitán Radovic junto con el corajudo Diagne, pero el UCAM era ya un equipo cuya cara de circunstancia suplicaba el final de tal suplicio, uno en el que el Nymburk jamás levantó el pie del acelerador.
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