El UCAM cae con estrépito ante el Girona y se aleja de sus objetivos

Pero con el peor porcentaje de tiros de campo de toda la temporada, un 33,3% que bajó y mucho el 14,3% en triples (también el peor), no se puede ganar a nadie. Ni siquiera cuando, tras mucho remar, se vuelve a un partido de tú a tú. Y es que la diferencia más amplia del tercer cuarto (41-53, minuto 28) fue volteada por un quinteto de suplentes que, con un parcial de 15-5, convirtió el partido en uno de una posesión (56-58, minuto 35). Las prisas por ganar y un agujero en el rebote que permitió que el Girona cogiera hasta ocho rechaces más que el UCAM en el último cuarto, condenatorias de toda necesidad para un equipo, el murciano, que asistirá por televisión el Gran Canaria-Manresa de las 20:45 deseando que pierdan los dos. Los canarios, que ganaron en Murcia por 20 puntos de diferencia (63-83), marcan el octavo puesto con un triunfo más que los murcianos, pero cuentan con ese extra del 'basket-average', mientras que los manresanos no despiertan de su sueño, quintos.

Y mientras la luz al final del túnel se aleja, por detrás aprietan. El Breogán, rival al que visitará el UCAM la semana que viene en Lugo, está a solo una victoria, y visita mañana a las 12.30 al colista, el Coruña. Entre medias, el siguiente miércoles en Nanterre a las 20:00, un duelo que puede valer medio pase a cuartos de final de la Champions League al tiempo que complicar la vida y mucho a un UCAM con síntomas de fatiga mental, que, como este pasado miércoles ante el Falco, se mostró muy atascado y dubitativo en el ataque estático, pero que, a diferencia de aquel día, no pudo imponer su superioridad física en la segunda parte.

Tan señalado y tantos alicientes tenía la jornada de hoy, que el UCAM pareció como si se acordara de todo, menos de jugar. Con una amplia mayoría de aficionados vestidos de negro en señal de protesta contra los últimos arbitrajes sufridos por su equipo, el UCAM dejó en cada butaca del Palacio un cartel con la imagen del famoso tiro libre de Gates contra La Laguna, con fondo negro, y en la que aparecen los cuatro jugadores del equipo tinerfeño al rebote, mientras los árbitros asisten la acción con un antifaz. Un cartel diseñado por un aficionado del club y promovido por el patrocinador Centro Confort, pero que en el reverso incluía el escudo del club.

Hoy, sin embargo, el UCAM no puede mirar más allá de su espejo. Los árbitros, vigilados desde la zona de prensa por Kiko De la Maza, exárbitro y miembro del departamento técnico arbitral, no fueron nunca decisivos. Maniatados por momentos en este primer partido de Liga Endesa en el Palacio después del parón de Copa del Rey y 'ventanas FIBA', los de Sito Alonso jugaron siempre a tirones y tampoco pudieron brindar el mejor estreno a sus nuevas equipaciones en homenaje a los Caballos del Vino de Caravaca.

Como si se sintiera más cómodo jugando lejos de casa, o ante rivales, caso del Real Madrid, ante los que no hay nada que perder, en el UCAM las dudas ya aparecían en un comienzo de partido en que el Girona encontraba demasiado fácil la forma de meter el balón cerca del aro. Y no parecía estar muy claro cómo evitarlo, como evidenciaban Ennis y Sito en una discusión de la que el jugador buscaba en su compañero Diagne, hoy titular, comprensión a lo que podía haber sido un fallo de entendimiento.

Estas ventajas rivales, además, obligaban a contactos muy punibles. De las ocho faltas del UCAM en el primer cuarto, siete daban tiros libres. Y, aunque los hombres salidos desde el banquillo entraban con ganas de reivindicación ante el panorama encontrado, cada pequeño despiste pesaba mucho. Véanse las puertas atrás de Busquets, pasar los bloqueos a Marcos por detrás o perder el ritmo en la circulación (22-28, minuto 14). Con su quinteto más físico para terminar la primera parte, el UCAM aumentó el ritmo, pero, llegado el descanso, sabía que algo no iba bien (33-37).

Ese algo era el ataque. El Girona lograba tapar muy bien a Gates, fundamental en la amenaza desde fuera, y jugaba a cerrarse mucho en defensa en penetraciones muchas de ellas suicidas en las que ver el pase exterior era muy complicado. Y la primera diferencia de dos dígitos llegaba con un parcial de 0-7 para arrancar el tercer cuarto (33-44, minuto 23). El runrún en el Palacio sonaba cada vez más fuerte.

Anotó Ennis un triple muy lejano que no era la jugada diseñada después del tiempo muerto. Pero a ese clavo ardiendo se agarraba el UCAM para defender con más intensidad, devolviendo el 7-0 (40-44, minuto 25). Ahora el tiempo muerto era visitante y al UCAM se le fundían los plomos. Se empeñaba en intentar lo difícil y una defensa individual que empezaba posicionada casi en zona era un tormento (41-53, minuto 28).

Con el cambio pedido por Gates, llegaba el único triple del mejor tirador del equipo. Pero Radovic, su cambio, y unos jugadores de perfil más defensivo como Sant-Roos (horrible delante, notable atrás), Radebaugh, Antetokounmpo y un espectacular Stephens, de felinas recuperaciones defensivas, cambiaban la cara al UCAM (48-53, final del tercer cuarto).

Un quinteto de orgullo que sacó al Girona de la comodidad en que estuvo instalado y que llegó a poner el UCAM a dos tras un 2+1 de Sant-Roos (53-55, minuto 31), pero al que se le hizo largo este momento cuando la remontada no se materializaba. Fueron dos seguidos los triples fallados para poner a los suyos por delante, pero el que entró fue el de Busquets en el otro lado (53-58, minuto 32).

Devolviendo a algunos espadas quizás demasiado tarde, pues un Birgander fundamental para alcanzar una forma de juego hoy estuvo en pista menos que un Antetokounmpo por momentos muy perdido, el Girona volvió a hacer daño por dentro a un UCAM que veía el aro cada vez más pequeño. Mientras fallaba opciones francas de canasta como tiros abiertos y hasta algún contraataque, una pareja interior discreta como la de Geben y Juan Fernández desniveló definitivamente la victoria para los catalanes.

De verse a una canasta (56-58, minuto 25) a un 2-13 que reventó el partido (58-71, minuto 28) con ataques gerundenses como los del principio. Los de Moncho Fernández llegaron hasta la cocina con pasmosa facilidad, y, aprovechándose de la aceptación murciana de la derrota para asegurar desde el rebote, pues cogió ocho más que el UCAM, terminó con un final plácido en que no faltó la polémica, con Kurucs y Susinskas enganchados en los corros de después del partido.