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El mundo del baloncesto a sus pies. El UCAM escribe su historia al tiempo que la del deporte murciano y la de la Liga Endesa. ... Nunca un equipo que había sido quinto clasificado (y nunca había llegado tan alto el UCAM) había ganado los dos primeros partidos de su semifinal con el factor cancha en contra. Ni mucho menos al primer clasificado de la Liga Endesa, un Unicaja que llevaba seis triunfos seguidos contra un UCAM al que parecía tener más que tomada la medida, pero que ahora le ha dejado con un palmo de narices por segunda vez en dos días ganando de nuevo en un Martín Carpena que agiganta su maldición de las grandes citas.
Unicaja
Díaz (15), Carter (7), Barreiro (0), Thomas (0) y Kravish (8) -quinteto titular- Osetkowski (12), Ejim (10), Kalinoski (1), Taylor (7), Díaz (15), Djedovic (3) y Sima (8).
83
-
101
UCAM Murcia
Hakanson (14), Ennis (13), Kurucs (21), Sleva (16) y Morin (15) -quinteto titular- Sant-Roos (3), Caupain (8), Radebaugh (4), Falk (1), Flores, Diagne (6) y Jelínek (0).
Parciales: 21-25, 24-19 (45-44), 16-30 (61-74) y 22-27 (83-101).
Árbitros: Juan Carlos García, Martín Caballero y Francisco José Araña.
Incidencias: Palacio de Deportes José María Martín Carpena de Málaga, 10.681 espectadores. Segundo partido de las semifinales de la Liga Endesa.
Los de Sito Alonso se han hecho dueños del pabellón malagueño y ya no tienen más espacio donde guardar los numerosos y más que merecidos elogios que se lleva un equipo que, en el segundo 'playoff' de su historia, está a un solo triunfo de entrar en la final de la Liga Endesa. Con tres partidos más por delante. Y siendo los dos siguientes en Murcia. Lo que nadie pudo prever está sucediendo.
Y contra viento y marea, que es lo que hace, si es que eso es posible, crecer la magnitud de la gesta del ya eterno equipo murciano de la temporada 2023-24. A la doble baja en el puesto de pívot de dos 'MVP' como Birgander y Todorovic se sumó a última hora la de otro interior, el capitán Nemanja Radovic. Pero es tan poderoso el nirvana que atraviesa el mejor UCAM de siempre que nada parece importar a un equipo ignorante a toda lógica y probabilidad, que saca músculo para derribar el peso de la historia y enmudecer a un deporte que jamás pensó que a estas alturas de la película estaría centrando su atención en los irreductibles murcianos.
Salió muy magullado el UCAM de la última vez que se vio las caras con el Unicaja en una eliminatoria. Sucedió en Belgrado, ganaron los verdes y en Murcia pareció vaciarse la gasolina antes de un atropellado final de temporada. Y, por si había alguna duda de la superioridad malagueña, solo una semana después, y en el Carpena, quedó patente con la derrota más amplia del equipo universitario esta temporada (96-71).
Pero el tiempo de 'playoff' es diferente y los cuartos de final transformaron a un UCAM que ha ganado sus cuatro partidos como visitante. Al Valencia y al Unicaja. A los dos únicos equipos que no había ganado esta temporada. En la Fonteta y en el Carpena. Un feudo, el malagueño, que transforma el favoritismo de los de Ibon Navarro en su peor fantasma.
Sito sabía que el Unicaja naufragó en la 'Final Four' de la Champions League que organizó en 2023. Que le pasó en la Copa de 2024. Y que los precedentes entre ambos equipos podían hacer lo mismo para esta semifinal tan, sobre el papel, desigual. Máxime cuando el UCAM, a diferencia del Unicaja, no tiene nada que perder.
Como el pasado martes, hacer aparecer las dudas de su rival a partir de la defensa en zona fue el objetivo más marcado en rojo para el UCAM. Volvió a funcionar (6-14, minuto 5). La confianza va por barrios y, que fuese a la baja en el malagueño, solo podía significar lo contrario en el murciano, que aprovechaba las cinco pérdidas del Unicaja a mitad del primer cuarto. Evitando a los de Navarro jugar a la carrera, y con la enorme presión de la derrota del primer día, hoy el efecto se hacía más grande (21-25, final del primer cuarto).
El UCAM tenía las llaves de un Carpena donde ya se escuchaba el rumor y eran las mismas de la jaula en que tenía a un purasangre como el Unicaja necesitado de campo abierto para correr. Echó la puerta abajo elevando el contacto con hombres como Taylor, con ganas de reivindicación, o un Sima que plantó buena batalla a un Morin que sigue dejando con la boca abierta, como quedó su frente en un lance del juego que propició la remontada de un Unicaja que se acercó y tomó la delantera aprovechando los tiros fallados abiertos del UCAM. El pívot francés fue sancionado con falta en la acción que le hizo brotar la sangre y recibió técnica por entrar a la provocación de la grada. Al descanso el marcador cambiaba de líder, pero el UCAM no lo tomaba por malo (45-44).
Los de Sito Alonso se impondrían una vez más a la lógica, la que decía que, con un Unicaja que recién había remontado, la vuelta de vestuarios sería de aúpa. Y lo fue. Pero para aquellos con quien nadie contaba. El receso no había servido a Ibon Navarro para atacar mejor la zona, y, con las dudas multiplicadas, un UCAM de ataques rápidos entraba en un bonito intercambio de canastas que poco se disfrutaba en Málaga, pues las de Murcia eran de una sencillez que podían hacer avecinarse un gran golpe más pronto que tarde.
Llegó. Y, de nuevo, con Rodions Kurucs haciéndose el hombre para todo en un tercer cuarto. El animal más fuerte del mundo parecía tocar cada balón suelto para desesperación cada vez mayor de un Unicaja que le perdía la pista por la línea de fondo cuando era ahora Navarro quien proponía defender en zona. El letón sumaba trece puntos en solo estos diez minutos, era el líder de un parcial de 2-14 que ponía la primera diferencia de dos dígitos (56-67, minuto 28) y anotaba las dos últimas canastas de un tercer cuarto que hacía perder la fe al malagueño más devoto (61-74). Y, además, materializaba otro hito: el Unicaja llevaba sin perder un tercer cuarto desde el 28 de enero, un partido que ganó por 20 en Valencia (63-83). Hoy, el parcial fue 16-30.
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El Unicaja estaba totalmente fuera del partido y jamás volvió a entrar. No podía creer la que se le estaba viniendo encima con un UCAM que iba gustándose más y más, que volvía mejor de cada tiempo muerto y protagonizaba acciones de espectacularidad como un mate de Sant-Roos que se olvidaba del dolor de su rodilla para provocar el primer abandono de butacas en el Carpena (73-88, minuto 37). Lo nunca visto se había vuelto a hacer, si es que eso es posible. Sin lógica alguna, como este mes de mayo del UCAM, que se pone a un partido de la final de la Liga Endesa.
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