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El mazazo que sufrió el miércoles el UCAM con su prematura eliminación de la Champions League es más amargo cuando no hay tiempo ... para el lamento. No entrar entre los ocho mejores no condiciona la presencia del equipo murciano en la competición la próxima temporada. Eso es algo que decidirá su propio recorrido en la Liga Endesa en las diez jornadas restantes.
En el abstracto panorama de plazas para equipos españoles la próxima temporada en la Champions, lo único a lo que ha de atenerse el UCAM es a terminar lo más arriba posible en la Liga Endesa. Sigue persiguiendo el 'playoff', pero tampoco puede permitirse languidecer si, llegadas las últimas jornadas, finalizar entre los ocho primeros se vuelve algo utópico.
Y es que el baloncesto europeo, en su misión por hacerle aún más difícil el apego al aficionado, está en constante cambio. Que el año que viene haya más equipos españoles en la Euroliga es algo que el Valencia y el Gran Canaria, que hoy juegan la vuelta de sus semifinales en la EuroCup, pueden cambiar. Pero los isleños, así como el Joventut, el otro español en esta competición, empiezan a sentir tilín por la Champions. Una en la que seguirán el Unicaja y La Laguna, y para la que, de seguir interesados, el Manresa (el otro español que ha jugado esta competición), así como grancanarios y badaloneses, parten con ventaja sobre los murcianos.
Para llegar con opciones a repetir en competición europea, condición impepinable para cerrar renovaciones y fichajes de nivel, el UCAM necesita encontrar solución de continuidad a unos males que su fin de la Champions ha puesto más de relieve.
Para la a posteriori histórica 2023-24, el UCAM revolucionó una plantilla de la que nueve jugadores eran caras nuevas a su comienzo. Y, muchos, hombres que tenían en común con su equipo una necesidad de reivindicación que le dio un punto extra de energía. Sant-Roos, Radebaugh, Ennis, Kurucs, Birgander, Todorovic y Caupain terminaron la temporada con más valor del que la empezaron. Hakanson, hasta sus lesiones, también. Diagne fue más útil que en Tenerife. Sleva, el único al que no se pudo renovar. Y Morin, fichaje de 'playoff', también dejó Murcia mejor.
El que no llegó en un mal momento lo hizo tras una salida enrarecida de su anterior equipo, con alguna cuenta pendiente con la competición o llámelo equis. Reivindicación conseguida, apenas Ennis mejora la comparativa consigo mismo del año pasado. Por fases Radebaugh, con irregularidad Kurucs y con pocos minutos Diagne, también la soportan.
Los logros de la temporada pasada han hecho que, en esta, a nadie le sorprenda un equipo que ya no juega como si no hubiese nada que perder. Nadie esperaba un nuevo subcampeonato, pero la ilusión de una clasificación para Copa y 'playoff' este equipo que se lo ha tomado a pecho, creando un bloqueo mental que atenaza. Y más en casa.
Y no porque la grada del Palacio sea exigente. Pero la sensación de no poder fallar a quien te acompañó en tus mejores días asfixia a un equipo que, hasta la fecha, ha ganado en la Liga Endesa más fuera de casa (seis) que en ella (cinco) cuando, la temporada pasada, solo dos equipos pudieron ganar en el Palacio en liga regular. Y es en el pabellón murciano donde el UCAM ha firmado sus cuatro anotaciones más bajas de la temporada, pues el déficit en la generación ha dejado más señalados a los bases. Hakanson ha tenido grandes días, pero más de lo contrario, Caupain salió el pasado mes después de ser renovado hace menos de un año, Sant-Roos pasa su peor momento en Murcia (fue operado de la rodilla en verano) y Dani García está siendo testimonial.
De los trece hombres que empezaron la temporada, cuatro han salido. Caupain y Todorovic, claves en el pasado y que juegan con un ritmo particular, han quedado muy expuestos en la bajada de intensidad del equipo. Arturs Kurucs terminó por ver que, con Ennis y Radebaugh, iba a seguir sin pisar el parqué. Y Brodziansky, fichaje muy alejado al perfil de garra que triunfa en Murcia y con los mejores años de su carrera detrás, se fue como llegó.
Del mismo modo llegaron Gates, Stephens y Antetokounmpo. El primero aterrizó echando la puerta abajo, pero, pasada la novedad, se ha diluido un poco. Reúne las características que busca su entrenador, pero en ocasiones le cuesta transmitir. Stephens entra y sale de la rotación con cierto impacto físico y Antetokounmpo tiene tanto por demostrar que se queda sin tiempo.
Este miércoles, el UCAM fue muy superado físicamente por el Nymburk. No fue solo la exhibición defensiva de un equipo siempre alerta, también un dominio reboteador (35-50) con 21 rechaces en la pintura murciana. El universitario no es un equipo que, por músculo y armario, se pueda permitir perder las batallas en el barro que antes tanto le gustaban. Como la semana anterior para el Nanterre, casi todas las jugadas medidas en intensidad eran para el Nymburk. Como en la ida. La derrota en Praga (85-70) dolió mucho a un equipo que, días después, sufría la injusta no victoria ante La Laguna (77-78). Luego llegó el parón por Copa y 'ventanas FIBA' y, a la vista está, no le ha sentado muy bien.
Tampoco lo hizo el primero. Aunque a trancas y barrancas, el UCAM comenzó ganando cinco de los primeros ocho partidos de la temporada. Pero regresó del parón de noviembre con seis derrotas en los siete encuentros siguientes, el primero aquel por veinte puntos en casa ante un rival directo como el Gran Canaria. De moral quebradiza, el equipo ha perdido la alegría, le cuesta dejar atrás lo negativo en los partidos y Sito no da con la tecla para dar con el patrón de juego. Este año todavía no ha ganado tres partidos seguidos en Liga Endesa cuando, el pasado a estas alturas, llevaba ya una racha de tres, otra de cuatro y estaba en la cuarta de una de cinco.
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