El oro en Madrid catapulta a Mariano García al 1.500 de la Diamond League

A Mariano García (Cuevas de Reyllo, Fuente Álamo, 22 años) no hay quien lo cambie. Es un campeón hecho de otra pasta, llano, humilde, sencillo, espontáneo y accesible. Sus rutinas, además, son sagradas. El domingo por la noche, en una nube, estaba subido en lo más alto del podio en el estadio de Vallehermoso, en Madrid. Atendiendo a los medios y recibiendo un sinfín de felicitaciones. Ayer por la tarde, tras descansar «unas horillas», ya salió a entrenar «un rato» por los bancales de Cuevas de Reyllo. «Haré poca cosa, 8 o 10 kilómetros al cuatro», contaba a LA VERDAD mientras se ponía las zapatillas.

Llevaba un verano «compitiendo mucho» en el que no encontraba sensaciones. Sin embargo, «el domingo saqué la moto y volví a ser yo», suelta con su habitual naturalidad. «Tenía muy clara la táctica. Aguantar y en los últimos 100 metros meter mi cambio a fuego y pasarlos. A 20 metros miré y supe que era campeón. Me quedó algo dentro e igual podía haber batido mi marca personal. Me quedé a 30 centésimas. Pero es igual. Los campeonatos son para hacer medalla, y no marca», resume el mediofondista de Cuevas de Reyllo, quien superó al campeón de Europa en sala Álvaro de Arriba.

Así, se colgó su tercer oro en los últimos cuatro Nacionales. «Me transformo cuando llega un Campeonato de España. Llevaba varias semanas encontrándome mejor y es ahora cuando mi pico de forma va para arriba. Voy a terminar la temporada muy bien. El mes y medio que estuvimos encerrados en casa por el coronavirus me mató. Y luego, la incertidumbre. Hasta junio no sabíamos si este verano habría carreras y ahí estuve otro mes casi parado. Yo pensaba que en este 2020, que era año olímpico, ni siquiera íbamos a poder competir por culpa del maldito bicho. Estuve entrenando en la cinta durante el confinamiento, pero no es lo mismo. Yo necesito espacio y que el aire fresco me pegue en la cara. Es mi forma de ser feliz. Y así es como me entreno bien», dice.

Sigue haciendo lo de toda la vida. Sale a correr cada día «por los bancales y caminos de tierra de mi pueblo, que aquí en Cuevas de Reyllo de eso hay de sobra», subraya divertido. «Y los sábados hago entrenos fuertes en Fuente Álamo», también en tierra. Continúa usando como pista un terreno triangular de 300 metros que sirve de mercadillo semanal en el pueblo. «De vez en cuando me voy a la pista de Cartagena y me pongo los clavos. Y entonces vuelo», explica.

Estudia 2º de CAFD en el campus de la UCAM en Cartagena y ha firmado por el CD Nike Running, pero ni se le pasa por la cabeza dejar su pueblo y abandonar sus costumbres. Nada de irse a Valencia o a Madrid para integrarse en un grupo de trabajo, con otros atletas y un nuevo entrenador. Así, trabajando solo, bajo la tutela de su técnico de toda la vida (Gabi Lorente) y viviendo con sus padres en Cuevas de Reyllo, ha conseguido llegar a la élite. Y eso no va a cambiar.

«Yo visto sus colores y tengo unos ingresos, pero en el equipo no te obligan a cambiar de residencia y te permiten seguir con tu entrenador y tus rutinas de trabajo. Es lo que yo buscaba», reconoce el flamante vencedor de los 800 metros en el Nacional al aire libre de Madrid, quien este fin de semana liderará el equipo de la Región de Murcia en el Nacional por autonomías que se va a disputar en Ciudad Real.

El plato fuerte, no obstante, lo tiene reservado para el final. La última prueba de la temporada, el próximo 25 de septiembre, lo llevará hasta Doha (Catar), donde va a estrenarse en una prueba de la Diamond League, la 'Champions' del atletismo. Ese día cumplirá 23 años. «Voy de liebre en el 1.500. Tengo que hacer los 1.000 primeros metros en un tiempo y ayudar a grandes campeones a batir sus marcas e incluso ir a por el récord del mundo. Es un orgullo, soy el segundo murciano que va a la Diamond League, después de que Sergio López fuera el año pasado con el relevo 4x100». Y pillará un buen pellizco. «Esto se cobra bien, sí. Voy a ganar más dinero allí, por ser liebre en Doha, que por ser campeón de España», reconoce.