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ANDRÉS CREMADES
Domingo, 10 de septiembre 2017, 17:30
José Antonio Galián es un empresario de éxito y un colombicultor de renombre. Natural de Aljucer y palomista desde que tiene uso de razón, está viviendo el mejor momento en esta disciplina de su dilatada trayectoria, justo cuando ya asoma su propia jubilación laboral.
José Antonio vive un idilio con la colombicultura desde muy temprana edad. Aunque ha disfrutado de una larga lista de triunfos a lo largo de su carrera, esta temporada ha sorprendido a todos y es reconocido como uno de los palomistas más importantes de la historia.
Subcampeón de la Comunidad Valenciana con su palomo ‘Pirueta’, el pasado mes de mayo, consiguió en junio, con ‘Clásico’, su mejor ejemplar, el Campeonato Regional. Un mes más tarde repitió triunfo con ‘Clásico’ en el Campeonato Nacional, en una apretada final disputada en San Bartolomé (Alicante), donde este palomo de pluma azul se convirtió en el único ejemplar que ha sido capaz de ganar un Regional y un Nacional en la misma temporada. Todo un logro para un colombicultor que la temporada pasada, con ‘Menoti’, ganó la prueba de las Comunidades Autónomas, un campeonato que es el segundo en importancia a nivel nacional. ‘Tiburón’ y ‘Trompetero’ son sus otros dos campeones de España.
Parte de este éxito se debe a las instalaciones que José Antonio Galián tiene en la Ermita de Belén y que están valoradas en más de un millón y medio de euros. El recinto, de doscientos metros cuadrados, está protegido por sistemas blindados de puertas, alarmas y cierre automático. También tiene un sistema de abastecimiento de comida y agua.
Para la cría de estas aves las instalaciones son diferentes, pero idénticas en cuanto a medidas de seguridad, tranquilidad y, sobre todo, limpieza. Que estos ejemplares procreen en las mejores condiciones es fundamental. Por último, en este complejo existe otra estancia donde residen los palomos nuevos, los pichones que comienzan a competir. Estas estancias son las que más batalla y actividad sufren. Cipreses y pinos rodean todo el perímetro de una finca donde revolotean, de noviembre a junio, los mejores palomos, compañeros del actual campeón de colombicultura.
José Antonio Galián siente un orgullo especial por su ejemplar ‘Tiburón’, un palomo de 18 años, para el que el empresario murciano construyó un palomar de cien metros. Una ‘suite’ de lujo que disfrutará mientras viva ‘Tiburón’, considerado uno de los mejores palomos de la historia, en Murcia y en España.
Para Galián sus primeros recuerdos de niñez están asociados a los dos palomos que le regaló su padre cuando tenía solo cinco años. Días en los que se escapaba del colegio de los Salesianos para ir a ver las ‘sueltas’. A pesar de los castigos, José Antonio nunca dejó de acudir a estas citas: «He vivido momentos muy buenos y también malos, pero esta temporada me he quedado a un paso de hacer un ‘hat-trick’, hemos conseguido llevarnos dos de las competiciones más importantes de este deporte en una misma temporada. En la tercera me quedé a tan solo unas milésimas de ganar», dice con orgullo.
El equipo de confianza de José Antonio Galián está formado por José Antonio Vigueras, su mano derecha, y Alejandro, el cepero. Ambos disfrutan de las victorias y sufren las derrotas con la misma intensidad que Galián, ya que conviven todos los días con los palomos y no les quitan el ojo de encima. Los buscan con tanto interés cuando se pierden que han llegado a quedarse sin dormir en alguna ocasión.
La afición a los palomos absorbe tanto que incluso puede alterar la vida familiar: «Para estar en este deporte y llevarlo bien, lo primero y principal es tener una compañera que te entienda. Yo he tenido la suerte de que María Paz, mi mujer, me ha apoyado siempre. Sin su comprensión, seguramente, no estaría aquí. En los triunfos todo es más sencillo, pero cuando necesitas a esa persona que te entiende es cuando te pasa algo desagradable, y yo he tenido mucha suerte».
Sin embargo, Galián reconoce que sus hijos no han salido muy aficionados a este deporte, aunque confía en que sus nietos sí lo sean. Él no pierde la esperanza: «Es un deporte muy bonito, si lo practicas, no lo dejas. También es injusto a veces. Mi palomo ‘Menoti’ falleció unos meses después de quedar campeón del torneo de las Comunidades. Todos sabemos que cuando salen a volar pueden pasar mil cosas: un cable, que pase un halcón, que se estrellen contra una pared, que vaya al monte y lo coja una zorra, y muchas cosas más. A los palomos hay que disfrutarlos y saber que los riesgos van unidos», cuenta Galián.
Este colombicultor, que está en la cresta de ola, tiene una debilidad: «‘Clásico’ es un buen palomo, un ejemplar excelente, pero mi mejor ave, para mí, ha sido ‘Tiburón’. Con él gané también el Regional y el Nacional en temporadas diferentes. La colombicultura era diferente a la de ahora. Entonces, el palomo era un conquistador, hacía cosas impensables ahora. En la actualidad, son ejemplares más físicos».
Su instalación de la Ermita de Belén es el fruto de toda una vida dedicada a esta disciplina: «Representa la aspiración de toda una vida. Poder tener unas instalaciones donde pueda educar a los palomos de cría, tener los nuevos y los de competición, cada uno en su pelechero y controlados en cada momento, es un sueño. También tener una zona de vuelo, donde enseñar a los pichones a volar, a competir y a saber hacer cosas. Todo ello protegido y blindado con alarmas, tanto perimetrales como sísmicas, así como vigiladas con cámaras. Todo electrónico y todo protegido. Pero para practicar este deporte no se necesita tanto. Solo un palomo, ganas y amigos, porque este deporte sin amigos no es nada».
Galián, uno de los palomistas referentes a nivel nacional, insiste en que no tiene adversarios en este deporte y sí muchos amigos: «Los amigos son de toda la vida, los que haces cuando eres un niño. Todavía recuerdo a todos aquellos mayores de Aljucer con los que yo me relacionaba cuando era un crío y ellos ya tenían sesenta años. Hoy prácticamente ninguno queda vivo, pero sigo teniéndolos en mi memoria. Los ratos pasados no los cambio por nada».
Murcia es una potencia en este deporte, con un número de licencias que, porcentualmente, es la más alta de España: «Tenemos más de cinco mil licencias, pero la asignatura pendiente sigue siendo la gente joven. Sé que es complicado porque hoy se vive en pisos donde es difícil tener ejemplares por el espacio, pero la Federación, ayuntamientos y sociedades tienen que elaborar un convenio para todo aquel que quiera poder practicar la colombicultura. A los chavales hay que darles lo que necesiten para incentivarlos. Yo lo hago en la Ermita de Belén. Todos los años hago un día de convivencia entre los chavales que han estado en el Regional de Murcia, Valencia y el Nacional, les regalo una paloma y los invito a cenar».
La Colombicultura tiene fama de ser un deporte en el que se mueve mucho dinero. La pregunta sería qué cuesta hoy ‘Clásico’, el campeón nacional: «Este palomo es de los más cotizados en la actualidad, pero los aficionados saben que yo no lo vendo. Después de que ‘Menoti’ ganara el torneo de las Comunidades me pusieron más de cuarenta y cinco mil euros encima de la mesa. A ‘Clásico’ no lo vendo por setenta ni por ochenta mil euros. La gente que vende lo hace para cubrir gastos, eso es entendible».
La Colombicultura en la Región necesitará en el futuro un cambio generacional. Galián quiere que esta tradición, mezclada con deporte, no se pierda nunca: «Pido a la gente joven que lo conozca, que se interesen para que vean lo bonito que es. Verán los amigos que se hacen, verán cómo se divierten viendo como los palomos cortejan, vuelan y hacen cosas increíbles por quedarse junto a la paloma. Pero sobre todo, verán el buen ambiente que hay. Es un deporte de amigos, donde se sufre y se festeja con tu palomo», asegura Galián, un campeón en todos los sentidos.
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