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Toquen y vayan ·

El Yeclano y el Murcia fallan cuando nadie lo esperaba, pero su gente no se lo tiene en cuenta; en Cartagena ya no hay margen para la paciencia

Domingo, 16 de febrero 2020, 12:11

Es curioso descubrir cómo han ido cambiando las cosas en el fútbol regional en el último lustro y comprobar que una derrota en La Constitución y en Nueva Condomina pueden ser asumidas de una forma similar: muy natural y con un punto de resignación bien entendida. Esto, que hasta hace poco era una quimera, lo vimos el pasado fin de semana, cuando el San Fernando pasó como un viento huracanado por el campo del Yeclano y el Talavera le hizo pupa a un Real Murcia que regresó a su peor versión en el momento más inoportuno.

En Yecla siempre hay fiesta, independientemente de cómo sea el partido y cuál sea el resultado. Pero lo del domingo fue extraordinario. El San Fernando, con Francis Ferrón sacando su mazo y Hugo Rodríguez tirando de magia, le hizo una histórica manita a los de Sandroni, que dan síntomas de desfallecimiento tras una primera vuelta memorable. Lo mejor del encuentro fue la reacción de la hinchada azulgrana, que no hizo ningún drama y le dio carrete a una fiesta que no puede terminar. Esa respuesta de la afición es la que puede llevar a que un rumbo-el deportivo- que va camino de extraviarse termine enderezándose. Hay tiempo para todo.

Aliento y comprensión. De eso también van sobrados en Nueva Condomina, donde a falta de jerarquía y calidad en el terreno de juego nos encontramos con entusiasmo y empatía en las gradas. Los muchachos de Adrián Hernández suplen sus carencias con sudor, kilómetros y sacrificio. Y eso les está dando para no sufrir demasiado y soñar con algo más. Entramos en la recta final. Quedan 14 jornadas y cuatro meses de competición.

La afición murcianista, que quitó hierro a la derrota ante el Talavera por mucho que en ella quedara retratada la plantilla pimentonera, sabe que minimizar los defectos y maximizar las virtudes de los suyos es un buen plan para intentar que su equipo entre en las cinco o seis últimas jornadas con aspiraciones reales de pelear por una plaza en la próxima edición de la Copa del Rey.

Para mucho más está el Cartagena, a pesar de que la llegada de Borja Jiménez al banquillo haya empeorado claramente sus números y que el equipo sea mucho menos fiable de lo que lo fue hasta el parón navideño. No hay margen para la paciencia a orillas de Benipila, donde el ascenso es una obligación desde hace un par de campañas. Y eso no debería pesar a los futbolistas albinegros, que sabían perfectamente cuál era el único objetivo del club cuando arrancó el curso. Lo positivo es que en Cádiz, pese al empate, se atisbaron brotes verdes.

El personaje

De la Vega siempre vuelve

Mauricio García de la Vega.

Tiene un don Mauricio García de la Vega. Y el caso es que no sé si calificarlo como don, ciertamente. Porque está a mitad de camino entre lo desconcertante y lo cómico. Pero al mexicano habrá que reconocerle al menos el mérito de que, sin haber hecho absolutamente nada por el Real Murcia, siempre termina apareciendo -habitualmente, para mal- en los momentos decisivos de su historia reciente. Estos días, en los que todo el murcianismo debería estar pendiente de las decisiones que se adopten en la Junta de esta mañana, De la Vega se ha vuelto a convertir en el gran agitador de la previa de este encuentro.

Que si entra en la Junta. Que si no. Que si con él se llega al 35% necesario para someter a votación los puntos del orden del día. Que si no. Que si el Consejo veta su presencia. Que si Tornel le abre la puerta para que no vayamos a una Junta fallida. Así hemos ido pasando los días. Y esto ocurre -que no se olvide- porque un personaje tan oscuro como García de la Vega, con una única aportación de 55.000 euros realizada hace dos años, es el segundo máximo accionista de la centenaria entidad grana.

Su drama es que no puede usar sus títulos, al no ser incluido por el Consejo grana en el libro de socios. Pero, a pesar de ello, se mantiene en la brecha. Que no es poco.

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