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Carmen Fresneda, el martes, en Murcia. nacho garcía / agm
Fresneda, la última estrella de un maremoto llamado Alhama

Fresneda, la última estrella de un maremoto llamado Alhama

A sus 23 años, lleva más de 15 jugando al fútbol, desde el día que cambió la danza por la pelota

Jueves, 4 de abril 2019, 03:59

Alhama es de color azul y más que se va a poner si hubiera un segundo ascenso. Ya ha habido uno a Primera B y otro sería la repanocha. Bien mirado, la Liga Iberdrola, la de los récords de público como el del Wanda, no está tan lejos. Al maremoto del Alhama Féminas, las azulonas les dicen, también las guerreras, le quedan dos partidos y tiene tres puntos de ventaja. Si los mantiene, estará en el 'playoff', otro campanazo para un equipo que ha cambiado en la ciudad la forma de ver el fútbol. 'Algo está pasando y nadie sabe lo que es', decía Bob Dylan. En Alhama sí, se sabe y tiene que ver con el fútbol, tiene que ver con el Alhama y tiene que ver con ellas, con jugadoras como Carmen Fresneda, que se están saliendo y apuntan alto: «No era el objetivo, pero ya que estamos...», dice la centrocampista de 23 años.

Ella fue la gran protagonista del empate del domingo. Sus dos goles al Villarreal mantienen de puntillas al Alhama, que depende de sí mismo para echar el ancla en el 'playoff'. Carmen empezó a jugar siendo niña. Iba a clases de danza y le gustaba, pero los ojos se le iban al balón, quizá porque en su casa se hablaba de fútbol. Era a lo que jugaba su padre y también su hermano, así que su madre, viendo lo que había, lo tuvo claro: «Oye, pues dejas la danza y te apunto al fútbol». Así empezó una carrera que le ha llevado por el Murcia Féminas, el SPA de Alicante, el fútbol playa y el Alhama ahora, donde el domingo, cuando pintaban bastos, apareció ella para levantar el equipo y lograr un empate que no es un empate, sino una escalera al cielo: el del 'playoff'. Fue en un José Kubala -el nombre del campo es para honorar a José María Sánchez, uno de esos entrenadores de los de toda la vida- con un entradón, más de 500 personas, pese a la tarde anubarrada, un entradón que no es el primero. Entre ellos, cómo no, estaban el padre y la madre de Carmen ocupando su sitio de siempre, donde la jugadora miró para dedicarles los goles. Es su único automatismo, se puede decir así, porque manías no tiene, salvo la de prepararse la mochila la noche antes para que todo esté en su sitio y no se olvide de nada.

Carmen compagina el fútbol con el aula, la de cuarto de Magisterio, que estudia en la Universidad de Murcia, aunque admite que por ahora prefiere el fútbol «a dar clases, pero hay que estar preparada porque el fútbol femenino no da para vivir. Si pudiéramos dedicarnos al fútbol lo haríamos, pero no es posible».

«Se agradece que al fin se vea el fútbol femenino, han sido muchos años en la oscuridad», dice la centrocampista

Y más este año, donde no se cobra, pero eso va a cambiar, porque la Primera B, recién creada, ya es una categoría profesional, con un mínimo para las jugadoras, señal de que sí, algo está pasando. El fútbol femenino no vive tiempos de esplendor, aún le queda, pero tampoco de ostracismo. En el cajón tanto tiempo, empieza a desperezarse. «Han sido muchos años en la oscuridad, por así decirlo, y ahora se agradece salir de ahí», dice Carmen Fresneda.

Un cierto orgullo

Que salga el sol también para ellas es un incentivo, «aunque llevamos toda la vida jugando por el simple placer de jugar, no por dinero, y no dejaríamos de hacerlo aunque no cobráramos tras el ascenso, pero es lógico que nos haga sentir orgullo que al fin se empiece a reconocer el fútbol femenino», explica Carmen.

La jugadora ha tenido muchos entrenadores y ha conocido muchas camisetas. De Randri, el 'jefe' este año, dice que ha aprendido «a no relajarme. Es un entrenador que exige lucha hasta el final y quizá por eso hemos conseguido puntos en los últimos minutos».

Ese espíritu es lo que atrae a gente al Kubala, donde el fútbol femenino es un soplo de aire fresco esta temporada. El club tiene doscientos socios, pero son muchos más los que acuden a cada partido, aunque tengan que pasar por caja y pagar 3 euros por la entrada. No importa, Alhama es azul y está puesta en pie con un equipo que no ha dicho su última palabra. El Levante B y el Aldaia le esperan. Si sale airoso, toca 'playoff'. Aún es pronto para hablar de fiesta y champaneo en el vestuario, «pero bueno, está claro que si hay ascenso haremos algo grande», remacha Carmen.

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