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El Real Madrid volvió a comportarse este martes como el doctor Jekyll y míster Hyde ante la Real Sociedad. De ánimo exuberante en ataque y ... espíritu lánguido en defensa, el conjunto de Carlo Ancelotti logró un agónico pase a la final de la Copa del Rey que no puede opacar los numerosos defectos que caracterizan a un bloque que se enchufa y desenchufa a conveniencia de unas estrellas cuya capacidad de sacrificio solo sale a relucir cuando se ven contra las cuerdas.
Nadie ejemplifica mejor que Vinicius la doble cara que ofrece una escuadra que ha alcanzado el mes de abril en disposición de ganar la Champions, la Liga y la Copa del Rey, pero que camina una y otra vez al borde del precipicio. La apatía defensiva del fluminense le hizo acreedor frente a la Real Sociedad de otra reprimenda por parte del cuerpo técnico que significó un punto de inflexión para una escuadra a la que cercaba la debacle. El rapapolvo de los Ancelotti, padre e hijo, embraveció al '7', que reventó un choque enloquecido, pero el solo hecho de que fuese necesaria la amenaza de mandarle al banquillo para activarle vuelve a agitar el debate sobre el mejor modo de meter en vereda a un vestuario abúlico.
Continuismo o catarsis. Esa es la disyuntiva que deberá resolver Florentino Pérez justipreciando los títulos con los que acuda Ancelotti a su despacho al término del curso, pero también la capacidad del italiano para reconducir a una tropa que carece del equilibrio que caracterizó su avance la temporada pasada y que reina por su ausencia en la presente, lo que condena al Real Madrid a jugar con fuego una y otra vez.
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Los 59 goles que ha encajado el Real Madrid en los 50 partidos que ha disputado en lo que va de campaña son nueve más de los que concedió en los 55 encuentros con los que remachó la anterior. Solo un equipo de la Liga ha recibido más dianas que los blancos a estas alturas entre todas las competiciones: el Valladolid. Que el colista de Primera y virtual descendido a Segunda cuando restan nueve jornadas sea el único conjunto que empeora los registros defensivos del batallón de Carletto supone un formidable desdoro para un gigante con pies de barro.
Al dramático ejercicio defensivo del Real Madrid han contribuido poderosamente las lesiones de figuras clave como Carvajal, Militao o Alaba, y repercute también sobre el mismo la confección de una plantilla descompensada, pero Ancelotti fue capaz de paliar esas mismas deficiencias el año anterior convenciendo a sus pupilos de que debían sacrificarse como nunca para hacerse fuertes en medio de la adversidad que desencadenaron los cruzados rotos que pulverizaron entre agosto y diciembre de 2023 el cinturón de seguridad tras el que se parapetó el Real Madrid camino de la Decimocuarta. De aquel compromiso que llevó a los blancos a culminar una temporada redonda el 1 de junio de 2024 alzando la Decimoquinta en Londres tras abrochar también semanas antes la Liga no queda rastro alguno.
Ancelotti ha suplicado una y otra vez a sus estrellas que arrimen el hombro, pero estas solo firman acuse de recibo cuando se sitúan al filo del abismo. Ahí sí emerge el rostro poderoso de un conjunto que se mueve a ramalazos de talento, pero que resulta letal cuando los ojos se le inyectan de sangre. Una vez más, Vinicius lo explica casi todo. Llevaba un partido flojo ante la Real Sociedad pese a su genial asistencia a Endrick en el primer gol de los blancos, pero tras el tirón de orejas de Ancelotti devoró a los donostiarras con una capacidad de desequilibrio y una fortaleza física sin parangón.
Quienes ven el vaso medio lleno y se quedan con la épica recuerdan que la última vez que el Real Madrid llegó a abril con opciones de conquistar la Liga, la Champions y la Copa del Rey fue en 2014, también con Ancelotti a los mandos y las finales ganadas al Atlético en Lisboa y al Barça en Mestalla como brillantes capítulos que engrandecieron la leyenda de los de Chamartín. Quienes lo perciben medio vacío apelan a la apatía de la caseta como argumento para solicitar una terapia de choque con la llegada de un nuevo inquilino al banquillo que enderece a una tropa perezosa. Unos y otros cuentan con argumentos de peso para sostener sus alegatos, pero la balanza, como siempre, la inclinarán los resultados.
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