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Olga Lorente
Domingo, 19 de enero 2025, 17:31
Esa sensación de velocidad en la piel, del viento golpeando tu cuerpo, de sentir que la carretera se abre a tu paso y el olor ... a azufre del asfalto son el motor de Ana Carrasco (Cehegín, 1997). Ella no puede vivir sin subirse a una moto, le encanta seguir explorando nuevos caminos. El próximo objetivo arrancará en poco más de un mes volviendo al mundo Superbikes, pero esta vez en la modalidad intermedia de Supersport. Cabe puntualizar que no correrá el Mundial completo, solo participará en las rondas europeas denominadas WorldSSP Challenge. Será la cuarta categoría en la que participa Carrasco a lo largo de su carrera, tras pasar por Supersport300, Moto3 y, recientemente, el WorldWCR (Mundial Femenino).
La nueva temporada de la piloto ceheginera está, principalmente, enfocada en el aprendizaje de esta nueva categoría, en la que deseaba correr desde hace bastantes años. Lo hará para su nuevo y experimentado equipo encima de una potente Honda, la fábrica de motos más grande del mundo. Sabe que ganar en Supersport será muy complicado y exigente física y técnicamente, ya que hay mucho nivel en los más de 30 pilotos que conformarán la parrilla.
Por ello, el simple hecho de hacer un podio, sería un verdadero éxito. Debutará -según el calendario provisional- a mediados de marzo en El Algarve (Portugal) y pasará por otros doce circuitos como Assen (Países Bajos), Cremona (Italia), Most (República Checa), Misano (Italia), Donington Park (Reino Unido), Balaton Park (Hungría), Magny-Cours (Francia), MotorLand Aragón (España) y Estoril (Portugal). Terminará a mediados de octubre en Jerez (España), un asfalto que le trae grandes recuerdos. Como novedad, están previstas dos carreras cada fin de semana.
Ana Carrasco afronta el 2025 con más confianza que nunca por lo vivido en el agónico final de la campaña anterior, en el que ganó un nuevo título. Debutaba en el recientemente creado Mundial Femenino (WorldWCR), una competición que le dio ciertos quebraderos de cabeza porque ha manifestado en infinidad de ocasiones que no concibe el motociclismo como una cuestión de sexo. Siempre ha defendido que no hay que separar a los pilotos por géneros. Sin embargo entendió que -dada su repercusión mediática- si ella participaba, este campeonato podría tener más visibilidad. La murciana podía empujar a que otras pilotos diesen el salto en la competición. Así fue.
El título no se decidió hasta la última carrera, disputada en el circuito de Jérez el 20 de octubre. La pelea entre Ana Carrasco y María Herrera fue apasionante e igualada hasta la última curva, cuando la toledana se fue al suelo. La de Cehegín cruzó la línea de meta en tercera posición, lo que le permitió proclamarse campeona del primer Mundial Femenino de Velocidad.
A lo largo de toda su carrera, Carrasco ha demostrado que es una piloto inconformista y que ha llegado al motociclismo para cambiar las cosas. Por muchos obstáculos que encuentre en su camino, siempre renace. Seguramente, pocas personas hubiesen imaginado hace dos años que la ceheginera volvería a ser campeona del mundo, pero lo ha hecho. Ha vuelto a lo más alto de un podio tras superar lesiones muy graves y eso hace que su leyenda se agrande todavía más.
Alcanzarlo no ha sido fácil. En el Gran Premio de Indonesia de Moto3 en 2023 sufrió una fractura de tibia y peroné. Cuando eso le ocurrió, además, no tenía contrato garantizado para la siguiente temporada ya que su por entonces equipo (BOÉ Motorsport) solo había confirmado la continuidad de su compañero David Muñoz. Así que, además de recuperarse físicamente tenía que trabajar también en el aspecto mental.
Pero no era la primera vez que le ocurría, ya tenía experiencia. Lo de Estoril en 2020 fue más grave, cuando sufrió una caída en la que se rompió dos vértebras. Tuvo que ser trasladada en avión hasta Barcelona para ser operada de la columna, donde le ha quedado una vistosa cicatriz que enseña en sus redes sociales para recordar la suerte que tuvo de seguir viva o de no terminar en silla de ruedas. Tuvieron que implantarle placas de titanio para tratar la zona afectada, que le obligaron desde entonces a cambiar sus rutinas de entrenamientos. La recuperación fue larga (casi 9 meses) y dolorosa, pero su pasión por las motos era lo que la mantenía a flote en los malos momentos. Lo primero que preguntó cuando vio al medicó fue que cuándo podría volver a correr. Carácter no le falta.
Esa firmeza con la que Ana Carrasco ha afrontado sus lesiones no es algo especial, desde muy joven se ha tenido que crear a sí misma para ganarse un hueco y el respeto dentro del circuito. Ahora las marcas se pelean por ella y se ha convertido en un gran reclamo publicitario, pero no siempre fue así. Cuando tenía 16 años tuvo que dejar de competir en Moto3 por la falta de apoyos, porque competir sin todavía haber ganado nada no ayudaba. Prácticamente hasta finales de 2017 competía gracias al sustento económico de su familia. Eso nunca lo ha olvidado.
Todo cambió en ese momento, cuando derribó todas las barreras y rompió el techo de cristal en el motociclismo internacional. Primero en Portimao, donde se convirtió en la primera mujer en ganar una carrera en un campeonato del mundo en la modalidad Supersport300. Un año después, en 2018, entró en los libros de historia de este deporte por ser la primera en ganar un Mundial. Fue a partir de entonces cuando pudo empezar a vivir como piloto profesional.
Ana Carrasco se ha convertido en un icono. Ha abierto puertas que antes estaban cerradas. La última, hace un mes cuando anunció una colaboración con la plataforma OnlyFans, donde comparte contenido exclusivo sobre su preparación y también sobre su vida diaria como deportista de élite. Una vez más, ha sido la primera en hacerlo.
Ana Carrasco no tiene límites ni barreras, disfruta encima de una moto y gana títulos. Pero por encima de cualquier podio, está el legado que va dejando a las que llegan por detrás. En 2018 cuando ganó el Mundial inició el movimiento 'Ride like a girl' porque creía que era el momento de hacer cambiar también la mentalidad a la gente. Hanta entonces, ésa era una frase despectiva hacia la mujer y subiendo a lo más alto -compitiendo contra hombres- hizo que se diese la vuelta. Han pasado seis años y la gente le sigue dando valor a ese mantra. Le avala ser bicampeona mundial.
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