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Uniformar la universidad
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La motivación está por encima de la exigencia; las formas, por encima del contenidoComo 'millennial' abocada al pluriempleo, durante un tiempo trabajé en el Comité de Cultura del Consejo de la Unión Europea. Un día, la consejera perdió ... su vuelo y me pidió que interviniera yo -nada menos que en nombre de España-. Lo tuve claro. Tenía su clave: 'la perspectiva de género'. Debíamos pedir siempre su inclusión. Así lo hice, y la propuesta se incorporó en la redacción final. Por eso, cuando hace unos días un estudiante me afeó el uso del término 'alumno' pensé: esto ya me lo sé yo. Lo que me está pidiendo es que ponga en práctica la 'Guía de uso no sexista del vocabulario español' de la universidad y hable de 'alumnado' o 'alumnos/as'. Pero no. Me equivoqué. Esta vez la demanda estaba relacionada con las connotaciones supuestamente peyorativas del término, en oposición a 'estudiante'. Resulta que los guardianes morales del lenguaje han proscrito este nombre y su uso te delata. A ver cómo se lo explico a mis compañeros de la Junta Directiva de Alumni, la Asociación de Antiguos Alumnos y Amigos de la UMU. En efecto, 'alumno' y 'estudiante' no son sinónimos, uno es discípulo respecto de un profesor o de un centro educativo y el otro es, sencillamente, el que ejerce la acción de estudiar.
Esta semana, más de mil profesores universitarios han firmado una carta para pedir que la nueva Ley Orgánica del Sistema Universitario proteja la imparcialidad política de los claustros. Y es que está en trámite una enmienda de ERC y EH Bildu para que éstos se puedan posicionar en temáticas de especial trascendencia política, arrasando con el principio de neutralidad inherente a la universidad. Pues bien, la idea es la misma; uniformar, estandarizar, crear una línea de pensamiento único. Lo del sentido crítico es de otra época. Ahora solo hay que aprender qué toca decir y no salirse de las consignas para no ser descubierto: la politización de la academia está estrechamente relacionada con el agotamiento de las alternativas ideológicas.
Otra carta viral ha sido la del profesor Arias, catedrático de la Universidad de Granada, denunciando el 'engaño' de la universidad. Él es funcionario y se lo puede permitir; yo, asociada, lo digo flojito, que en Minnesota acaban de despedir a una profesora de Historia del Arte por enseñar en clase una preciosa imagen de Mahoma y el arcángel Gabriel del siglo XIV, y no quisiera yo molestar a nadie. Me temo que la universidad ya no es un lugar de adultos. En su mimetización con la escuela, la libertad académica se está viendo socavada por el dogma del 'no ofender', y las verdaderas víctimas del paternalismo académico contemporáneo y de la moralización prescriptiva acaban siendo los propios estudiantes. Si algo me queda claro es que la motivación está por encima de la exigencia; las formas, por encima del contenido.
Ahora podría citar a Wittgenstein y hablar de la relación entre el lenguaje y la realidad, o a Foucault para recordar cómo la verdadera represión ya no se da en la cárcel sino en el lenguaje, pero voy a citar a Juan Manuel de Prada. Por provocar. Para facilitar sus juicios morales: «El lenguaje es el principal signo de nuestra humanidad, la mayor expresión de la condición humana, junto con la posibilidad de crear arte. Precisamente porque el lenguaje nos constituye, ha sido utilizado por las tiranos para conformar las mentes». Así que él propone resistirse a las imposiciones lingüísticas y recuperar el sentido original de las palabras. En cambio, yo me planteo si no sería mejor camuflarse, volverse indetectable. Acaso no sea tan mala idea uniformar, confundir a los 'estudiantes'.
A lo que voy, no dejamos de leer noticias sobre la universidad, y la mitad aluden a los peligros de la irrupción de las Inteligencias Artificiales -palabra del año para la Fundéu RAE-. Que todo lo malo sea eso. Yo llevo un tiempo trabajando con ChatGPT para un proyecto artístico que actualmente estoy exponiendo en la Galería Isabel Hurley de Málaga y no puedo estar más feliz. Eso sí, me ha costado mucho que no sea tan 'woke'. Esto me recuerda el 'bullying' que le hicimos mi hermana y yo a nuestro hermano por su asignatura 'Proyecto para la Activación de la Inteligencia' -al pobre le pilló la LOGSE- y ahora pienso en recuperarla añadiéndole un 'Artificial' al final. Qué cosas.
No sé bien qué le está pasando a la universidad. En la de Kioto -cuna del uniforme- permiten a los estudiantes asistir a su graduación disfrazados como consideren. Uniformar el pensamiento a cambio de libertad estética. ¿Hemos cambiado un Rolex por un Casio?
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