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Francisco José López
Jueves, 30 de noviembre 2017, 03:33
En la noche del miércoles el canal DMAX emitió la primera parte del documental 'Yo fui un asesino', sobre José Rabadán Pardo, el apodado como 'asesino de la catana', cuyos crímenes conmocionaron no sólo a la Región sino a toda España. El sábado 1 de abril del año 2000, hace poco más de 17 años, José Rabadán asesinó con una catana a sus padres y a su hermana de 9 años. El documental, que se enmarca dentro del género conocido como 'true crime' y que aborda desde diferentes puntos de vista sucesos reales, emitirá su segunda parte en la noche del jueves.
Durante esta primera parte se ha intentado ahondar en el perfil psicológico del asesino a través de su entorno cercano, quienes investigaron el caso de primera mano y también a través de su propio testimonio. Al principio el documental pone en relieve los detalles del crimen mediante las declaraciones tanto de Alfonso Navarro, comisario de la Policía Nacional, como de Juan Pedro Hernández, cirujano, y Miguel Cañivano, amigo de Rabadán durante su adolescencia, quien le define como inconstante con la mayoría de sus aficiones.
A través de los citados, del criminólogo José Antequera y de amigos de la familia o vecinos como Francisco Ros o Inmaculada Ferrando, recomponen los pormenores más 'externos' del triple asesinato antes de intentar sumergirse en la mente de José Rabadán, que aparece ante la cámara calmado y luciendo tatuajes por todo su cuerpo. Además de una araña en un brazo o unas letras chinas en su espalda (de las que no dice su significado pese a que las enseña a cámara) sorprende que lleva tatuadas tres cruces en el pecho, un claro simbolismo a las víctimas de su crimen.
Antes del esperado testimonio del protagonista, se intercalan imágenes de archivo bastante gráficas sobre la casa que grabaron los expertos como prueba criminológica y se trata el tema de su sentencia, 6 años de prisión. Su antiguo abogado, Pedro López Graña, menciona que fue «la mejor sentencia posible» y confía firmemente en que está rehabilitado, algo para lo que cree que tenía posibilidad desde que le conoció en prisión.
Rabadán incide a su vez en su total rehabilitación. Menciona literalmente que «Dios me ha salvado» y que «Cristo me compró con su preciosa sangre». Cree que si estuvo enfermo ya no lo está y que puede ser «un psicópata bueno que mira por los demás». Habla entonces sobre su afición a las armas orientales, la cual, asegura, estaba enraizada con las artes marciales. Cuenta que solía practicar con estrellas ninja y cuchillos en el monte, además de realizar cursos para aprender a manejarlas. «Digamos que quería llevar un tipo de vida más oriental».
Después habla de su padre, quien «le tenía mimado» según el testimonio de los vecinos, lo dibuja como una figura autoritaria que le inspiraba temor. «Bastaba con que me diera un guantazo para que me hiciera pis encima», declara, pero también muy afectuoso. Habla de sus primeros conflictos en casa, a raíz de su decisión de no seguir estudiando, y de la vez que se escapó de casa.
A su madre la define como su confidente y «paño de lágrimas» mientras que declara que por su hermana sentía un «un amor impresionante». Afirma que culpaba a Dios de que hubiera nacido con Síndrome de Down y es el único momento de la entrevista en el que parece emocionarse y se levanta, dejando ver que tiene un rosario en la mano durante todo su testimonio.
Rabadán menciona su relación con el videojuego Final Fantasy como algo sin importancia desde su punto de vista, «ni siquiera me pasé el juego», pero incide de nuevo en su enfado con Dios. Decidió entonces «rebelarse acercándose al satanismo» y menciona los dos libros que se encontraron en su habitación, 'Ave Lucifer' y 'El poder de la magia', «fue un mal principio». Cuenta que fue entonces cuando empezó a escuchar a Marilyn Manson y a vestir de negro, aunque el comisario Navarro afirma que en los interrogatorios le dio la impresión de que en realidad jamás había llegado a profundizar demasiado en el tema. «Tan sólo había ojeado los libros».
La narración avanza entonces en el tiempo para fijar la importancia de su ordenador personal en la historia. Con él navegaba por Internet investigando sobre su nueva pasión, el satanismo, y entraba a chats bajo el seudónimo de 'Odeim 13', que tal y como él mismo explica «es miedo al revés, porque eso era lo que quería causar». Así conoció a Sonia, la joven de 14 años que ayudó en la investigación y con la que desarrolló una relación que describe como de «dependencia, como un amor platónico».
Narra los días previos al crimen encerrado en su cuarto mientras su mente «volaba e imaginaba cosas» como acabar con la vida de sus padres. Sin embargo Rabadán afirma que a día de hoy aún no sabe por qué se obsesionó precisamente con esa idea. Unos días antes del crimen confesó a su amigo Miguel sus intenciones, aunque éste no le creyó: «Quise ver la expresión en el rostro de otras personas al explicarles el juego».
Uno de los incidentes más llamativos que recuerda con fuerza y describe con lucidez y detalle es el ocurrido una mañana en la cocina de su casa. Afirma que su madre le contó que su hermana había soñado que les mataba a los tres con un cuchillo. Palideció y abandonó la cocina, «al final sí que fue un sueño premonitorio porque la espada se partió y la maté con un cuchillo». Cree que el sueño era una señal de Dios, avisándole de que desistiera de sus planes.
La noche del crimen la pasó chateando con Sonia (a quien no reveló sus intenciones) hasta que se acostó, con la catana bajo la almohada. En cierto momento de la madrugada escuchó que su padre había dejado de roncar y se enfadó porque vio sus planes truncados. Sin embargo, al escuchar que volvía a dormirse, cogió la catana y se dirigió a su cuarto.
«Me puse a su lado y levanté la espada. No tuve intención de matarlo, sentí que el juego había terminado, que mi idea estaba consumada, que sentir que podía hacerlo si yo quería era suficiente, pero sucedió algo terrible», relata. «Estoy convencido de que en ese momento no fui yo. Fue mi cuerpo pero no fui yo. Me sorprendió mi propio movimiento. La espada bajó sola, con mi brazo pero bajó sola».
Este jueves por la noche se emite la segunda y última parte del documental, que tratará de ahondar en el tema de su supuesta rehabilitación y el hecho de que, 17 años después de asesinar a sus padres y a su hermana pequeña, José Rabadán esté casado, tenga una hija y un empleo como bróker.
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