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El profesor de Innovación en IE Business School Enrique Dans. IEBS
Enrique Dans: «Para que la transformación digital triunfe debe compartir los beneficios que genere»

Enrique Dans: «Para que la transformación digital triunfe debe compartir los beneficios que genere»

El experto divulgador protagonizará la ponencia inaugural de la jornada Conect@2, el próximo 19 de noviembre en Murcia Enrique Dans Profesor de Innovación en IE Business School

S. TRIGUERO

MURCIA

Jueves, 14 de noviembre 2019, 11:34

El profesor de Innovación en IE Business School, Enrique Dans, destaca por su trabajo como investigador, divulgador y asesor a la hora de analizar los efectos de la innovación tecnológica sobre las personas, las empresas y la sociedad en su conjunto. Se trata de una de las voces más autorizadas a la hora de arrojar luz acerca de los profundos cambios que llevará consigo la transformación tecnológica, de ahí que su presencia dentro de Conect@2, jornada que organiza 'La Verdad' alrededor de las nuevas tecnologías, sea un importante aliciente.

Conect@2 regresa con fuerza a la agenda de actos en Murcia el próximo martes, 19 de noviembre, con un programa vespertino de ponencias y mesas redondas. La presencia de Enrique Dans es en sí misma una oportunidad para conocer de primera mano el poder que tienen las nuevas tecnologías, no solo para traer progresos, sino también para cambiar las normas y generar nuevos contextos. El divulgador es muy claro y conciso a la hora de señalar que «hay que cambiar radicalmente la mentalidad para que la incertidumbre que existe alrededor de cuál será el papel de las nuevas tecnologías, lejos de ser un problema se convierta en una posibilidad, en una oportunidad para crecer y participar del cambio que viene».

CONECT@2

  • Fecha y lugar Martes, 19 de noviembre, en el Archivo General de la Región de Murcia. Avda. de los Pinos, 4. Murcia.

  • Hora De 16.15 a 20.15 horas.

-¿Qué supone para un divulgador la celebración de este tipo de jornadas y poder participar en ellas?

-Este tipo de jornadas son una oportunidad muy buena para generar valor a las compañías, intentando que entiendan que la transformación digital no es simplemente tener una página web o hacer SEO, sino cambiar radicalmente la mentalidad e incluso toda la cadena de valor del negocio. La transformación digital no va de comprar o utilizar tecnología, sino de cambiar la mentalidad de las personas: la tecnología está ahí para quien la quiera y tenga dinero para adquirirla (y es, además, cada vez más barata, más sencilla y más accesible), el problema no está en la tecnología, que en general lleva mucho tiempo estando a la altura de nuestras necesidades, sino en la velocidad de adopción de las personas. Si en una compañía no le dan importancia a la transformación digital, por mucha tecnología que intenten incorporar, no funcionará.

«Las compañías que no den importancia a la transformación digital dejarán de funcionar»

-Se habla de un cambio de sistema motivado por la transformación tecnológica. ¿Estamos preparados para este cambio? ¿Somos conscientes de todas las modificaciones que conllevará?

-Es imposible ser consciente de todos los cambios que conlleva un cambio de contexto global, y la tecnología provoca precisamente eso. Venimos de un sistema que, desde la revolución industrial, ha posibilitado la época de mayor crecimiento de la historia de la civilización humana, pero ahora sabemos que debemos cambiarlo lo antes posible porque no es en absoluto sostenible. En el curso de esa evolución vamos a ver muchísimas cosas, desde cambios en las preferencias del mercado hasta alteraciones drásticas en la relación entre las personas y su trabajo. Las métricas que utilizábamos habitualmente, que además no eran especialmente buenas ni sofisticadas, dejan de funcionar, y nuestra percepción también. Solo aquellos que tengan una actitud abierta ante la tecnología y sus efectos pueden aspirar a plantearse cambios tan sustanciales, y aquellos que no sean capaces de hacerlo, lo normal será que, como ya hemos visto en muchos casos, desaparezcan.

-¿Qué evidencias hay ya de este imparable proceso de transformación?

-Las evidencias son muy claras. ¿Cómo compramos? ¿Cómo nos desplazamos? ¿Cómo leemos? ¿Cómo nos relacionamos? Casi todo ha cambiado, y si alguien responde que sigue haciendo todas esas cosas igual que hace 20 o 30 años, no prueba nada, simplemente que se ha quedado anclado en el pasado. Como dice el gran escritor de ciencia-ficción William Gibson: «El futuro ya está aquí, pero no está uniformemente distribuido». Si quieres quedarte con la parte del mercado que siempre se resiste al cambio, lo tienes fácil: sigue haciendo las cosas como las has hecho siempre. Otra cosa es que ese segmento del mercado, decreciente además por razones demográficas, te dé para sobrevivir.

«En esta evolución vamos a asistir a alteraciones drásticas en la relación entre las personas y su trabajo»

-¿De qué manera podría beneficiar a los ciudadanos y a la sociedad?

-Los ciudadanos son un elemento fundamental para la evolución de la sociedad: hay cambios que puede hacer el legislador, otros que pueden hacer las propias empresas... pero en muchas ocasiones, son los ciudadanos, votando con su bolsillo o con sus opiniones, los que fuerzan los cambios. Lo que está pasando con los jóvenes que salen a protestar los viernes por la inacción de los gobiernos con respecto a la emergencia climática es un buen ejemplo de ello. El problema climático es un problema tecnológico: la tecnología para resolverlo ya existe, pero los ciudadanos no están adoptándola con la suficiente velocidad.

-¿Y a las empresas?

-Las empresas tienen que utilizar los recursos tecnológicos a su alcance para entender los cambios en el mercado, en las preferencias de sus clientes, en la cadena de valor o en sus competidores. Cuando las cosas cambian a tanta velocidad como lo hacen ahora, mantenerse en lo analógico y no evolucionar es una receta segura para el fracaso en prácticamente cualquier industria.

«Hay tecnología para resolver la crisis climática, pero no se adopta con la suficiente velocidad»

-¿Son conscientes las empresas de la necesidad de someterse a un plan de transformación hacia lo digital?

-Lo fundamental es entender que la transformación digital no es una cuestión de tecnología, sino de personas, y sobre todo, de repartir con ellas los dividendos que la adopción de la tecnología genera. Si adoptas una tecnología determinada y eso te genera una mayor productividad, una diferenciación, un ahorro en costes o cualquier otro beneficio, tienes que ser capaz de repartir esos beneficios con los actores implicados, que suelen ser los trabajadores que tienen que adoptar esa tecnología. Nadie adopta una tecnología y transforma su trabajo a cambio de nada, o al menos, no lo hará con ilusión ni con ganas. Para que la transformación digital triunfe, tiene que partir de una mentalidad de compartir los beneficios, si todo va al bonus del CEO o a los accionistas, fracasará.

-¿Se puede hablar de una quinta revolución? ¿Cómo puede cambiar la percepción del mundo ante tecnología como la inteligencia artificial?

-Se habla de una revolución, aunque el numerarlas ya resulte profundamente cansino, cuando un ordenador se transforma y pasa de ser una máquina que alimentamos con datos y programamos para obtener respuestas, y pasa a ser una máquina que alimentamos con datos y con las respuestas que han generado anteriormente, y obtenemos las reglas de programación. Eso implica que el ordenador es capaz de aprender de los datos y de programarse a sí mismo, lo que permite pensar en procesos de automatización muchísimo más flexibles y sofisticados, en normas que evolucionan cuando cambian los datos, en posibilidades que diferenciarán a las compañías eficientes de aquellas que no sean capaces de incorporarlas y pierdan competitividad.

-¿Por qué es tan difícil aventurar los progresos concretos que deparará esta nueva sociedad tecnológica?

-Cuando una tecnología es suficientemente ambiciosa en sus posibilidades, no nos trae simplemente progresos, sino que cambia las normas, genera nuevos contextos. Esos nuevos contextos redibujan las reglas de la competitividad, convierten comportamientos anteriores en obsoletos, o permiten reingenierizar o 'hackear' cadenas de valor para hacer las cosas de otra manera, como lo que ocurrió con las discográficas cuando surgió Napster. ¿Qué habría pasado si las discográficas, al ver Napster, hubiesen dicho a sus directivos «meteos ahí, descargaos toda la música que queráis, y no paréis hasta que entendáis la propuesta de valor que esa página supone para el usuario, para nuestro cliente»? Simplemente, habrían inventado Spotify diez años antes, y se habrían ahorrado muchísimos sufrimientos, una persecución legal completamente absurda y sin sentido, y un buen montón de dinero. Cuando una innovación cambia el contexto, lo mejor que podemos hacer es probarla, experimentarla lo antes posible, y ser de los primeros que entiendan sus posibilidades.

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