![Sábado de Gloria para Sutullena](https://s1.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/2024/03/30/1479388768-kRuC-U2101965083837LVF-1200x840@La%20Verdad.jpg)
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Francisco Ojados
Sábado, 30 de marzo 2024, 22:51
El sábado de Gloria en Lorca fue día de fiesta en lo taurino. La ciudad del Sol era este sábado de cielo encapotado y viento airado antes de las cinco de la tarde, la hora a la que estaba anunciada la reinauguración del coso de ... Sutullena. No fue impedimento para que la afición de Lorca, y de toda la Región de Murcia, disfrutara de la reapertura de su plaza de toros, tras su rehabilitación después de que la infraestructura quedara gravemente dañada por el terremoto del 11 de mayo de 2011. Para la ocasión, el torero de la tierra, Paco Ureña, se encerraba con seis toros ante su público. Lo hizo enfundado en un bonito vestido caña y oro, de estreno para la ocasión. Como el que va a una boda.
Tuvo la tarde muchos matices y no le pesaron los seis toros a Ureña, que disfrutó del llenazo histórico de un coso que data de 1892. Aquella tarde de su primera inauguración se lidió un encierro del Duque de Veragua, y el primer toro que saltó al ruedo este sábado fue del hierro de la V, que hoy pertenece a Juan Pedro Domecq, toro bien presentado, número 50, de nombre Venturoso, y que Paco Ureña brindó a su gente, al público que puso el no hay billetes en menos de tres horas de que las entradas se pusieran a la venta.
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F.O.
Todavía molestaba el viento en esos albores de la corrida, y el de Juan Pedro embestía con cierta brusquedad en los primeros compases de faena, metiéndose por dentro, hasta que el torero de Lorca puso mando por abajo para dominar al cornúpeta, sobre todo en unos ayudados con la zurda que llegaron mucho al tendido. Acabó el trasteo por manoletinas y tres pinchazos precedieron al aviso y a la estocada final. Ese desacierto uso de los aceros le impidió pasear la primera oreja de la tarde, saludando una ovación desde el tercio.
El segundo de la tarde llevó el hierro de Toros de El Torero, un astado que derribó al picador en el primer encuentro con el caballo, recibiendo luego un buen puyazo. En los medios, se echó el capote a la espalada Ureña para firmar un ajustado quite por garoneras. Saludó en banderillas el ciezano Antonio Cama, que puso dos pares de poder a poder, y Paco no brindó, comenzando su faena con doblones por bajo. El toro sabía lo que se dejaba atrás y tuvo que exponer el diestro. Cuando se echó la muleta a la izquierda toreó con temple y la última tanda diestra, por abajo, tuvo profundidad. Esta vez funcionó la tizona y Ureña paseó la primera oreja de la tarde.
Las dos y el rabo obtuvo del toro de Domingo Hernández lidiado en tercer lugar. Tuvo calidad el bovino y lo vio pronto Ureña. Galleó por tapatías para llevar al astado al caballo, brindó su faena al empresario Ángel Bernal, comenzó su faena por estatuarios y se entendió de maravilla con el astado en una faena en la que prescindió de las zapatillas. Estuvo a gusto el torero lorquino, primero al natural, toreando despacio y por abajo, y luego en un final de faena de cercanías, con circulares a cámara lenta jaleados por el público. El remate, con un espadazo hasta las cintas, que hizo rodar al toro como una pelota, desató la petición.
Tras el descanso saltó el cuarto, un cinqueño de Victorino Martín, al que Paco Ureña fue fraguando poco a poco hasta sacarle el gran fondo que llevaba dentro. Toro serio al que picó bien Juan Melgar y que Ureña brindó a Pepín Jiménez con el público en expectante silencio: «Esta es su plaza», le dijo Ureña a Jiménez. Hizo honor al brindis. Toreó muy despacio con la derecha en el principio de faena, templó entre las rayas de picar, acertó en el metraje y en la colocación, y con magnífica técnica tiró del animal en el toreo con la zurda. Faena importante que pinchó al intentar matar en la suerte de recibir. Al quinto intento llegó la estocada, perdiendo los trofeos.
Bueno fue el saludo de capa al quinto, primero a pies juntos y luego por verónicas, abierto el compás. Le faltó fuelle al de García Jiménez y cuando el torero bajó la mano, se derrumbó el astado. Abrevió y acabó de una casi entera eficaz.
El fin de fiesta devino ante un toro colorado y serio de Fuente Ymbro al que Ureña le cortó las dos orejas al acabar de una magnifica estocada de efecto fulminante, tras una faena aguerrida. Tuvo muchas teclas que tocar el bovino y Ureña supo como hacerlo. Dio una emocionada vuelta al ruedo con las dos orejas en la mano y su hija, Cataleya, en los brazos.
Al final no se movió nadie de sus asientos para aplaudir la salida a hombros del héroe local, en olor de multidud.
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