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Pedro Huertas es un claro ejemplo, la demostración en carne y hueso, de que la Historia no tiene por qué ser aburrida. Que, si uno ... le pone lo que hay que ponerle, la Historia (entera y con mayúsculas) puede ser tan apasionante y divertida como en realidad lo es. O, si uno lo prefiere, tan truculenta y salvaje como se desee consultar. Al gusto del consumidor. Es un auténtico apasionado Pedro Huertas (Cartagena, 1983) de los tiempos pasados que han forjado los tiempos presentes. Historiador que fue arqueólogo «en otra vida» vivida en esta misma vida antes de convertirse en guía de museo y mucho antes de escribir el estupendo 'Roma sangrienta' (Roca Editorial), un compendio sobre «asesinos en serie, conspiraciones y castigos» para «descubrir la historia de Roma a través de sus crímenes más sobrecogedores», se vende en la portada del libro, que se presenta el próximo 25 de abril en el Museo del Teatro Romano a las 19.00 horas.
–Estudiar Historia.
–Sí, en la Universidad de Murcia. Y salí de la carrera con trabajo, cosa rara. 'No vas a tener trabajo' '¡Que no vas a encontrar nada!' Yo me encaminé pronto y estuve trabajando como arqueólogo unos años.
–Y ahora es guía de museo. ¿Por qué dejó la arqueología?
–Acabé un poco harto de tratar con la gente que rodea el mundo de la arqueología. Al final, nosotros trabajamos en una excavación arqueológica como autónomos y para entidades privadas. Ese mito de que la arqueología se hace con financiación pública es mentira. Tú dependes de los trabajos que te vayan saliendo con empresas de construcción. Si no hay construcción, no hay arqueología. Nosotros estamos realmente para controlar que los trabajos que se van a realizar cumplen con las leyes de Patrimonio. Si solo te salen cinco trabajos al año, y para sobrevivir como autónomo necesitas diez... Y además hay que aguantar a mucho constructor muy 'máquina'.
–Meter la pala en una obra y encontrarse otra muralla antigua.
–¿Sabe? Hay una cosa que la gente no tiene en cuenta. Hay una cosa que se llama Oficina Virtual del Catastro. Y las cartas catastrales están digitalizadas desde hace años a nivel nacional. Cuando tú vas a comprar una casa, ahí te dice si está en una zona en la que pueden aparecer cosas. Eso de 'uy, madre mía, es que me he encontrado esto'... No vale. Sabemos exactamente lo que puede salir. En Cartagena hay un montón de solares, están excavados y no se construye en ellos precisamente por eso.
–¿Qué aberraciones ha visto?
–Cuando trabajaba como arqueólogo en Murcia, excavando una casa andalusí del siglo XIII, unos señores pasaron por allí, vieron el muro y me intentaron comprar unos ladrillos.
–¿Cómo?
–Sí, vieron el muro de ladrillo y me dijeron que me compraban unos ladrillos, que les gustaban. Lo mismo los querían para hacer una barbacoa en la casa de la playa. Claro, era un muro de hace 700 años. Les dije que no, claro, que se trataba de patrimonio y que no estaba en venta.
–¿Hace falta más educación en este sentido?
–Bueno, hay quien quiere y quien no quiere. Es como el que dice que no va a robar, que no va a beber... Es un tema chungo. El caso es que a los críos los llevan a los museos, los llevan a los sitios... Pero, por mucho que los profesores lo inculquen en el instituto, si el chaval no quiere, no quiere. De todas formas, yo creo que algo hemos avanzado. En los 80 y los 90 era una jungla. Entonces se tiraba basura en las excavaciones sin ningún tipo de problema. La cosa ha cambiado bastante.
–Conocer la historia para evitar repetir los errores del pasado. ¿La estamos olvidando?
–Más que olvidarla, se está utilizando la historia para justificar cosas. Si a la gente no le dejas que se forme con Historia, con Arte, con Patrimonio... Y luego tú utilizas esa historia para modelarla como tú quieras para lanzar mensajes falsos... Era algo que me decía el catedrático de Historia Antigua, don Antonino González. «Lo más peligroso es usar la historia como arma arrojadiza». Coger un acontecimiento histórico a tu antojo, meterlo en 'fake news' y tragártelo porque yo te lo digo.
–¿Se utiliza como arma arrojadiza ahora más que nunca?
–Yo creo que siempre se ha utilizado. Lo que pasa es que hoy se utiliza también para justificar ideologías, incluso para reforzar la fundación de los países, para argumentar o alimentar las alianzas o las rencillas de los países. Pero siempre se ha utilizado la historia de esta forma, sí.
–¿De dónde le viene la pasión por este mundo?
–Con ocho años o así. Hubo un momento de revelación, sí. Viendo un anuncio por la tele en el que salía Omar Shariff promocionando una serie de documentales sobre historia. Y el primer documental era el propio Omar Shariff hablando del Imperio Romano. Inmediatamente le dije a mi padre que me comprara esto, por favor [risas]. Venía con un VHS y un pequeño fascículo sobre la Guerra de Troya... Hablando un poco de sus estudios, de sus trabajos, de la Región de Murcia, de sus cosas y sus gentes, Pedro Huertas se cuida –entre risas y sin darle importancia alguna– de decir 'la Región' cuando se refiere a Murcia y toca hablar de Cartagena. O viceversa. O así. «Ya sabes cómo va aquí la cosa», bromea. «Esto es la Región de Murcia por mucho que le pese a algunos», zanja.
–El cartagenerismo acérrimo.
–Uf. Es una cosa bestial, ¿eh? A mí me da igual. Yo creo más bien que es mucho cantonalismo mal entendido [risas]. Si la gente supiera realmente lo que es el cantón...
–Qué.
–Pues a lo mejor habría menos cartagenerismo. Si mucha de esta gente supiera realmente lo que es el cantón, no sé cómo se lo tomarían. Muchas veces se piensa que el cantón es Cartagena contra Murcia. El cantón es un movimiento de izquierdas, obrero, federalista, en el que una parte de España se independiza de la otra y que da lugar a una república independiente cuya capital es Cartagena dentro del cantón murciano. Cuando Cartagena se queda sola frente a los centralistas, Antonete Gálvez crea el Batallón Blanco, formado por huertanos de Murcia que venían aquí a Cartagena a pegar tiros.
—¿Cartagena provincia?
—Solo me parecería viable si fuera beneficioso para toda la Región. Para tener más subvenciones, o para tener más fuerza a nivel estatal. Lo puedo entender perfectamente. Pero ser una provincia porque quiero ser mejor que tú... Pues no me vale. Y te lo dice una persona cuya familia lleva viviendo aquí 400 años [risas].
–Hijos de Roma para lo bueno y para lo malo, ¿no?
–Y no solo de Roma. La gente suele jugar también con el lenguaje cuando habla de la historia. Lo dijo muy bien el humorista murciano Miguel Maldonado: «Los romanos te romanizan, los musulmanes te invaden». Somos la consecuencia no solo de Roma, sino de toda la gente que ha pasado por aquí, y que se ha quedado.
–Hijos de mil padres y madres.
–Efectivamente. Al final Roma es una potencia que domina la península durante 700 años, y eso te hace conectar mucho con ese pasado romano. Pero hemos tenido a griegos, a fenicios, a musulmanes... Al final tenemos un 'totum revolutum' tremendo del que nos tendríamos que sentir orgullosos.
–Pero el racismo y la xenofobia van 'in crescendo'.
–Está esa frase que dice que 'el racismo se cura viajando'. Pero bueno, hay gente que es muy racista y que viaja mucho. Aunque también hay muchas formas de viajar. Puedes hacerlo en hoteles de cinco estrellas y alejado de todo lo que te rodea, o puedes viajar tratando de comunicarte con la gente del país que vas a visitar.
–¿Qué país le chocó?
–Últimamente, Grecia. Estuve hace unos meses para sacar información para el libro. Y me chocó bastante. A los españoles nos quieren mucho. Y me llamó mucho la atención que, en la segunda parada del metro para ir a Atenas, se subió una niña de ocho o nueve años, sola, tocando el acordeón. Cuando estuve en Egipto se nos quisieron meter en la furgoneta unos críos para venirse a España. A veces no somos conscientes de lo bien que vivimos donde vivimos y de la época en la que vivimos.
–Cartagena presume de Teatro romano, foro, anfiteatro... ¿Es posible y sobre todo factible tener una pequeña Roma en cada una de las ciudades que pisaron los romanos en el Mediterráneo?
–Es difícil, es muy difícil. Porque las ciudades evolucionan a nivel humanístico, a nivel urbano. Y tienes que hacer convivir lo contemporáneo con lo antiguo. En Cartagena tenemos mucha suerte porque han sabido hacerlo muy bien quienes han estado antes que nosotros. Aquí se demuestra que se puede. Que se puede dar cabida a lo arqueológico mientras se puede evolucionar en lo urbanístico. A nivel económico es bueno para las ciudades, porque hay mucho turismo. Pero tiene un peligro, y lo llevo diciendo desde hace unos años, que es la gentrificación. De esto no habla nadie y estamos cometiendo los mismos errores por los que han pasado las grandes ciudades. Podemos convertirnos en Venecia. Veremos dentro de cinco o diez años. El problema es depender únicamente de un solo aspecto industrial o de un solo aspectoeconómico. Y yo cada vez veo más apartamentos turísticos. Está muy bien el turismo y la proyección exterior, la promoción, pero yo creo que hay que mirar un poco más por tus vecinos, que son los que pagan los impuestos.
–¿Qué deberíamos saber de Roma y no sabemos?
–Algo que suelo decir mucho es que idealizar está mal. Los seres humanos podemos ser buenos o malos. Vivir en cualquier época pasada, hasta que se inventaron las vacunas, era muy jodido [risas]. Fíjate, las grandes cenas que se metían los romanos. Sí, pero los esclavos, ¿qué? Ni una cosa ni la otra. El rollo erótico-festivo que se suele contar no es para tanto. Por muy rico que uno fuera en Roma, no estaba a salvo de la violencia en las calles, sobre todo por las noches, porque no había luz cuando se ponía el sol y cualquiera te podía meter un navajazo que te dejaba en el sitio. Palizas, robos, desapariciones... Una niña pequeña murió de una paliza que le dieron al robarle las joyas. Los padres lo pusieron en su epitafio. ¿Más duro o más salvaje que otras sociedades? Pues más o menos parecido. En aquella época había que cumplir con ciertos comportamientos para estar dentro, y el que se saliera de ahí era un 'outsider'. Y los romanos tampoco se preocupaban de cómo vivían otras sociedades.
–Nerón suele caer mal pero no era para tanto, ¿no?
–'Fake news' sobre emperadores romanos. Yo digo que Nerón no estaba tan loco y que no quemó Roma. Y me dicen: ¡Cómo que no! Pues no. Esto viene por el tema del cotilleo y del chisme, que nos gusta mucho. Aunque sea de la época romana. Y eso de que Calígula nombró cónsul a su caballo, 'Incitatus'. Al pobre Calígula le acusaron hasta de incesto con la hermana. Es como si alguien del año 3.000 quiere hacer un reflejo de España de 1950 a 2050 y para eso solo tiene dos ejemplares de LA VERDAD, uno de 'Lecturas' y dos 'Prontos', y además en trozos. Uno del parricida de Santomera, otro de un caso de corrupción... Las biografías que se han escrito se han hecho cien años después de haber muerto los emperadores, que además vivían en una isla retirados, con la imagen que eso da al pueblo, como puede dar ahora. Todo esto no quita que esta gente, como personas ricas y con muchos derechos, no tuvieran privilegios y querencias de ricos. Unas cosas no quitan las otras.
–De la política actual, ¿qué le recuerda a la antigua Roma?
–¡Hostia! ¿Hablamos de Trump y todo el rollo ese? [Risas]
–No sé. Lo ha dicho usted.
–[Risas] Hay una tira cómica en la que se ve a Trump como Nerón. Pero volvemos a lo mismo. Hay una película basada en la novela 'Quo Vadis'. Y como Nerón era malo, pues Trump es Nerón. Seguimos utilizando la historia como arma arrojadiza.
–El humorista Ignatius le dijo a usted que tenía un humor romano. ¿Qué es eso?
–Hay un compendio de chistes romanos que es el 'Philogelos'. Grabamos un podcast Ignatius y yo en noviembre, y no sé qué chiste hice, malísimo, y me dijo que no era malo, es que tenía humor romano. Es que los chistes romanos son malísimos. O son humor muy negro, o son muy malos.
–Un chiste romano, ¿me puede contar?
–Me acuerdo de uno. Era de un padre, que su hijo se había muerto. Y el padre iba al colegio y decía: 'Perdone, mi hijo no puede venir hoy al colegio'.
–Muy necesario, ¿qué le parece?
–Ahora mismo, ir al fisio [risas]. Pero bueno, a nivel general, yo suelo decir que hay que follar más y joder menos. Lo voy a decir sin que suene soez: hace falta aprovechar más la vida. Aprovechar más los momentos que estás con la familia, con los amigos. Esos son los momentos que nos vamos a llevar todos. 'Carpe Diem'.
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