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La arqueóloga Elena Ruiz Valderas (Peñarroya, Córdoba, 1962) ha tenido más suerte que Polibio, el historiador griego, que para reafirmarse en la belleza de la ... Cartagena de la antigüedad dijo solemnemente: «No hablo de oídas, yo he estado aquí». Más suerte que Polibio porque Ruiz Valderas, exdiputada del PP, ha sido testigo y partícipe de muchos de los proyectos que han convertido la Cartagena de hoy en una ciudad merecedora de ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, algo impensable apenas dos décadas atrás. Ella es una de las valedoras de ese cambio en el modelo de ciudad con el patrimonio arqueológico como motor de la regeneración urbana, y ese es justamente el enfoque del discurso de ingreso en el Comité Científico de la Fundación Centro de Estudios Históricos e Investigaciones Locales de la Región de Murcia, institución que preside Francisco Chacón. Será hoy, a las 19.30 horas, en la Asamblea Regional, coincidiendo con el 25 aniversario de la constitución de la Fundación en la sede parlamentaria. Concepción de la Peña Velasco le contestará con un breve discurso, sabedora del «papel silencioso y relevante» de Ruiz Valderas en la culminación del logro de hacer del museo «un referente internacional, como también lo han ostentado las gentes de Cartagena». Ruiz Valderas atiende al teléfono. Complacida, entregada y risueña.
-La Fundación Centro de Estudios Históricos e Investigaciones Locales de la Región tiene por objetivos el conocer, estudiar, conservar y difundir el legado cultural de la Región, de modo que no puede estar más de acuerdo con esos fines. Parece un lugar hecho a su medida.
-La verdad es que estoy muy contenta de que la Fundación haga el 25 aniversario de su creación en la Asamblea Regional. Me hace ilusión incorporarme, y de ahí mi agradecimiento a la Fundación, con la que comparto, como te puedes imaginar, todos sus fines. Yo pertenezco a esa parte importante de la Región que es la arqueología, y mi discurso lo he centrado precisamente en Cartagena porque he tenido la suerte de trabajar en una ciudad con un pasado histórico que ha ido rescatándose y poniéndose en valor, y es un elemento muy potente de nuestra ciudad que ha servido para regenerar espacios. Un caso claro es el Teatro Romano, su localización y su puesta en valor de vuelta al público para su disfrute, un proyecto en el que, además de arqueólogos, participan arquitectos, urbanistas y restauradores.
-Usted desarrolló toda su carrera en Cartagena, dentro de los equipos del Museo Arqueológico Municipal, y participó en las excavaciones en el teatro romano; fue coordinadora de Arqueología del Ayuntamiento de Cartagena de 2001 a 2006. Hubo que tomar muchas decisiones y hacer entender la arqueología como una pieza fundamental en la revitalización económica de la ciudad de Cartagena.
-Así fue. Voy a reflexionar en el discurso sobre cómo esa mirada al pasado nos ha permitido avanzar, y regenerar un amplio sector, igual que se está haciendo con las intervenciones en el cerro del Molinete, y la aparición de las termas y el Barrio del Foro, que tienen un futuro inmediato. He querido organizar esa ponencia a partir del momento inicial de hallazgo del teatro romano, en un momento en que la ciudad está inmersa en una crisis industrial, y hay un anhelo y un impulso de los ciudadanos para recuperar su pasado, y que sea un modelo de futuro. Las administraciones locales y regionales toman el impulso, y a partir de ahí se firma el convenio de colaboración entre Ayuntamiento, Comunidad Autónoma y Fundación Cajamurcia, institución imprescindible en nuestro patronato. Y hablo también de esa andadura de nuestro centro, desde la apertura, a la formación de guías, la investigación que genera, las rutas y actividades culturales que programamos, la difusión científica y lo que ha significado que en menos de 12 años hayamos superado los 2 millones de visitantes. Nuestra ciudad y nuestro monumento es visitado por viajeros de todas las nacionalidades y de todas las edades...
-Cartagena, además, es un modelo para otras ciudades que apuestan por el patrimonio para renacer.
-Es así. Quedan cosas por hacer, porque en patrimonio no podemos abordarlo todo en una legislatura ya que son proyectos de largo recorrido, pero considero que la ciudad lleva años trabajando y es lógico que se pueda proponer que sea Patrimonio de la Humanidad, porque el peso de la historia está en cada rincón de Cartagena. Además, Cartagena ha encontrado su propio modelo y es ahora modelo de gestión y de trabajo para otras ciudades, y eso es un logro importante.
-Cuando era alumna de Ana María Muñoz Amilibia y de tantos profesores que le despertaron su interés y dedicación por el mundo antiguo, no imaginaba el giro que iba a dar Cartagena con el tiempo...
-Yo me tengo que sentir agradecida de acabar en una universidad que en primero de carrera tenía ya a Ana María Muñoz Amilibia organizando seminarios de arqueología, y enfrentarte a estos temas desde el minuto cero era maravilloso. Yo soy de las primeras promociones de arqueólogos, y hemos vivido toda esa andadura de la arqueología incipiente en la que éramos los propios alumnos los que íbamos cavando por los rincones de la Región de Murcia, y también vimos cómo se creó el Instituto del Patrimonio Histórico que le dio mucho desarrollo a la arqueología regional. Y junto a eso todos los compañeros arqueólogos que desde los ayuntamientos han ayudado a crear red de museos municipales y de yacimientos arqueológicos visitables en toda la Región. Esta andadura vista desde lejos es un salto importante y en el caso de la ciudad de Cartagena lo tenemos que valorar porque es uno de nuestros potenciales.
-Su suerte es mayor que la de Polibio por haber tenido la oportunidad de vivir todo ese proceso de regeneración desde dentro. ¿Lo considera un privilegio?
-Es un privilegio, sí, poder desarrollar mi labor profesional en una ciudad con esta riqueza, y en esos momentos coyunturales. Cuando yo empecé a trabajar en Cartagena todavía se nos veía a los arqueólogos como personas que molestábamos en el crecimiento de la ciudad, y luego ha sido todo lo contrario, se nos ha visto como profesionales que podíamos ayudar a los arquitectos a rescatar todos esos edificios de la antigüedad para potenciar nuestro pasado. Claro que es una suerte, porque he estado en muchos de esos procesos y en la toma de decisiones, es una satisfacción.
-¿Qué papel juega la ciudadanía para continuar profundizando en esa labor y que se sigan sintiendo orgullosos de una urbe que apuesta por la cultura como motor de regeneración?
-Es fundamental que no se conformen y que sigan pidiendo más, y también es bueno que no se olviden que todos estos procesos llevan su tiempo. Esto ha costado y ha trabajado mucha gente, y hay que seguir proyectando el futuro, porque la mayoría de proyectos hay que abordarlos con perspectiva ya que es imposible hacerlos en cuatro años. Todavía quedan cosas por hacer, y está el anfiteatro, con el 1,5% Cultural, y el Pórtico... en fin, un estímulo para las nuevas generaciones.
-Cartagena ya reúne las características necesarias para aspirar a esa declaración de Patrimonio de la Humanidad, pero eso implica armar un expediente y darle muchas vueltas a la propuesta. ¿Cuánto tiempo llevará?
-Llevará tiempo, hay que armarlo muy bien, y es verdad que si tú comparas Cartagena con Mérida o con Ibiza, que son Patrimonio de la Humanidad, reunimos muchas características que nos ponen en esa liga o incluso más arriba. Porque en Cartagena se han creado sistemas de gestión, como es Cartagena Puerto de Culturas y la Fundación del Museo del Teatro Romano. Hay que armar una propuesta sólida, los requisitos son cada vez más duros, y llevarla al Consejo del Patrimonio Nacional e impulsar la propuesta para que de ahí salte a la Unesco.
-Usted estuvo en las excavaciones desde 1990, junto al profesor Ramallo, montando los equipos de excavación y laboratorio, y está en la dirección del Museo desde 2007. Esa faceta del arqueólogo expuesto a todo, ¿aún la sigue echando de menos?
-Sí, claro, sigo pisando la tierra, claro, y visitando a mis compañeros, y a ver si pronto podemos empezar las excavaciones del Pórtico.
-¿Con qué momentos se queda de toda su trayectoria laboral?
-Uno fue cuando en 1996 se firma el convenio y ese mismo mes aparecen los altares con los símbolos de la triada capitolina, y la inauguración del Museo del Teatro Romano, algo en lo que se trabajó tanto... Ver que la gente lo disfruta es algo muy emocionante.
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