Oreja al pundonor de Ureña en Pamplona

Tarde de toros muy entretenida, la vivida el miércoles en Pamplona Se llevó Perera, que abrió plaza, el mejor lote del serio encierro de Victoriano del Río. Perera saludó con prestura al primero, que tuvo calidad y se desplazó. Recibió un fuerte puyazo en el encuentro con el montado, y entró al quite Ureña que se ajustó sobremanera en dos delantales y la media.

Brindó el extremeño al público una faena comenzada de rodillas, en redondo, para después, en las afueras, ligar a derechas dos tandas de mucha largura, cerradas con forzados de pecho rematados en la hombrera contraria. Las dos series siguientes al natural fueron compactas y el cierre, por circulares y luquesinas, conectó a los espectadores, que pidieron la oreja después de una buena estocada. Al cuarto lo lanceó bien a pies juntos Perera. Volvió a brindar al pueblo. Comenzó por alto su trasteo y pronto sacó a los medios al cornúpeta, que se movió, sin terminar de entregarse. Con la zurda plantó cara Miguel Ángel, en dos tandas exigentes, para luego buscar la atención de los tendidos con dos pases cambiados y unas manoletinas. Otro espadazo valió el trofeo que le abría la puerta grande.

Sorteó Ureña el peor lote de la corrida. Tuvo la virtud de no aburrirse y exprimir todo lo que llevaban dentro sus toros. Muy desentendido en la capa resultó el colorado que hizo segundo. Brindó Ureña desde los medios el toro de su vuelta a Pamplona. Alargó las embestidas en los compases iniciales buscando el fondo de un toro que pronto se paró y solo ofreció medias embestidas. Lo vio el torero que, por naturales, consiguió meterlo en la canasta, firmando dos series de mucho compromiso. Cuatro pinchazos deslucieron lo hecho con la muleta.

Abrió la cara el quinto, toro de imponente cornamenta. Tuvo las fuerzas justas, por lo que Ureña inició su faena por alto. Luego, en el tercio citó con pureza el de Lorca, cruzado al pitón contrario, tirando del astado en muletazos larguísimos y por abajo, de mucho mérito. Esta vez la espada fue eficaz y Ureña paseó una oreja ganada con sudor.

Embistió sin fijeza el tercero al capote de Roca Rey. Sin embargo, empujó a la cabalgadura y salió templado para el quite por verónicas del peruano, todas por el pitón izquierdo.

El comienzo de faena fue de fuegos artificiales, citando desde los medios para ligar cinco muletazos, con pases cambiados por la espalda, sin mover las zapatillas. Tuvo emoción el de Victoriano y Roca se plantó en el mismo centro del anillo para tirar del astado en tandas ligadas, una de ellas, al natural, excelsa. Hecho el toreo fundamental, frenó al toro, se metió entre los pitones en un final seguido con pasión. Una estocada desprendida, precedida de un pinchazo, dio paso a la oreja para el diestro y la vuelta al ruedo al toro.

Buenas perchas lució el sexto. Ajustadísimo resultó el quite por chicuelinas de Roca Rey tras los puyazos. Brindó el del Perú una faena de matices a un toro que, pese a mansear, ofreció posibilidades. Puso a toda la plaza de acuerdo a base de tesón y una arrucina imposible fue el punto álgido de su labor, rematada de una estocada desprendida, después de un pinchazo. La oreja recibida le abría la puerta grande por la que salió a hombros en compañía de Perera.

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